La idea de llevar sesiones parlamentarias a diferentes ciudades para promover la integración nacional es positiva. Sin embargo, esa intención provoca un resultado contrario si esos cambios se ejecutan en desmedro de otro lugar, en este caso Sucre, la capital del Estado Plurinacional.
Esta contradicción se agrava cuando en el curso de pocos meses se suman desplantes a los ciudadanos de la hermosa ciudad blanca que no tienen ninguna responsabilidad en relación a otros hechos, a pasados delitos.
La presión del oficialista Movimiento al Socialismo (MAS) desplazó de su cargo al electo alcalde Jaime Barrón. Existen evidencias que esta persona tiene cargos como parte de aquellas autoridades y cívicos que alentaron la humillación y flagelación pública a trabajadores agrarios, la mayoría pertenecientes a pueblos indígenas. Escena que no se dio ni en la época de Mariano Melgarejo en el Siglo XIX. Era el último acto de una serie de equivocaciones que rodearon a la Asamblea Constituyente desde el 2006 y la actitud de grupos radicales contra el respeto que merece el Presidente Evo Morales.
Más allá de esas circunstancias, el señor Barrón y su partido ganaron las elecciones ediles del 4 de abril. Sacarlo con base en alianzas y ambiciones políticas y reemplazarlo por una militante del MAS es burlar a la democracia. ¿Qué dirán los jóvenes que votaron por primera vez, que apoyaron a Barrón, que fueron mayoría y ahora una decisión supra local elimina esa victoria? Las primeras encuestas reflejan la consecuencia, sólo el 6% de los capitalinos apoya a la nueva autoridad. Obviamente que será muy difícil desarrollar la planificación participativa vecinal, el plan de desarrollo quinquenal, proyectos. Sólo pierde la población inocente, empresario o trabajador.
Tampoco se aceptó desde la Asamblea Legislativa Plurinacional el traslado del nuevo órgano electoral plurinacional a Sucre. ¿Por qué no? Esa fue una promesa latente en los graves enfrentamientos del 2008. El funcionamiento del Cuarto Poder lejos de la sede de gobierno beneficiaría con empleos permanentes y temporales y también con una mayor oportunidad de independencia. Inentendible la postura de los asambleístas chuquisaqueños que no buscaron aliados regionales para lograr esa sede.
El último desaire fue llevar la sesión parlamentaria del 6 de agosto a otra ciudad. Esos actos mueven la economía sucrense con la llegada de al menos 500 invitados y muchos periodistas. Los hoteleros se esmeran, las venteras aprovechan, los famosos locales de comida tradicional -las siete Lunares- tienen una buena oportunidad. Es como sacar la Feria Empresarial de Santa Cruz o arrancarle el Carnaval a Oruro.
Tristísima la opinión del Gobernador Esteban Urquizo, quien aseguró que no hay nada para festejar el 6 de agosto. Desconocimiento de la historia nacional a cambio de una consigna que no resiste el menor examen científico. Si se llegase a ese extremo, entonces al menos que sea consecuente: saque las imágenes de Antonio José de Sucre y de Simón Bolívar de las escuelas, elimine sus plazas y derribe las estatuas. Dejémonos de ser “bolivarianos”, bolivianos.
Para tus amigos:
¡Oferta!
Solicita tu membresía Premium y disfruta estos beneficios adicionales:
- Edición diaria disponible desde las 5:00 am.
- Periódico del día en PDF descargable.
- Fotografías en alta resolución.
- Acceso a ediciones pasadas digitales desde 2010.