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Warning: session_start(): Cannot start session when headers already sent in /home/lapatri2/public_html/impresa/index.php on line 8 La esperanza está en el cambio - Periódico La Patria (Oruro - Bolivia)
Los índices sobrecogedores de pobreza y desempleo mundiales se elevan desde el 2008 más sostenidamente, en momentos que cualquier recuperación económica se considera frágil e incierta.
En su reciente conferencia magistral en la Universidad de La Habana, el presidente dominicano, Leonel Fernández, pronosticó un previsible decrecimiento comercial latinoamericano y caribeño y, por consiguiente, reducciones fiscales y limitaciones en las políticas públicas.
Su apreciación se relaciona con la crisis del actual modelo capitalista, que afectaría al futuro regional y del resto del mundo, lo cual sólo parece tener como salida positiva la solución con equidad de la pobreza y el desempleo, ante la situación global contradictoria.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) promueve un futuro con mayor igualdad en esta región, mientras que en la Unión Europea (UE) la realidad muestra una creciente situación de crisis.
Latinoamérica sale de devaluaciones, déficits fiscales y leoninos rescates financieros de organismos internacionales, mientras que en el Viejo Continente ocurre lo opuesto.
Para el 2010 Latinoamérica tendrá, según la Cepal, un crecimiento del 5,2 por ciento en el producto interno bruto (PIB), índice que caería al 3,8 en el 2011, como consecuencia de los efectos de la crisis.
Su situación favorable en el futuro próximo se atribuye al precio de las materias primas, actualmente impulsado por la demanda de China e India, que han contribuido a un mejor desempeño global y a limitar el impacto de la recesión.
En sentido contrario, medios de prensa internacionales difunden para los países de la UE un crecimiento del uno por ciento durante el mismo período.
Muchos de ellos resultan afectados en este instante por profundos desequilibrios fiscales, que conducen a paquetes de rescate y amenaza de caos monetario por la vulnerabilidad del euro.
Estados Unidos, por su parte, se encuentra en un virtual estancamiento, que se avizora perdurable, si no lo enfrenta mediante medidas que dinamicen una economía dependiente -en el 70 por ciento- del consumo interno.
Desde el 2008, la crisis ha provocado 60 millones de nuevos pobres en el mundo, de los cuales el 10 por ciento corresponden a Latinoamérica, según el Banco Mundial (BM), aunque existen disparidades al respecto.
La Cepal estimó un aumento en esta región, sólo en el 2009, de nueve millones de pobres y de cinco millones de indigentes.
Globalmente, la ecuación crisis económica, desempleo, pobreza, conduce a menor consumo y a mayor amenaza de crisis, lo que viene mostrando circunstancias de tensión extrema creciente en los órdenes político y social.
América Latina y el Caribe, relativamente mejor, acaban de ser calificados por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) como "la región más desigual del mundo".
Para el PNUD esta disparidad no sólo es alta, sino "también muy persistente", pues así se ha venido manteniendo durante varios años.
De acuerdo con el referido organismo, 10 de los 15 países más desiguales del mundo pertenecen a Latinoamérica.
El informe destaca la importancia de lo que denomina "logro educativo" en los resultados positivos que, no obstante, se han obtenido al respecto, aunque los califica como insuficientes.
A esto añade que los gastos sociales de sus Estados en salud, nutrición e infraestructura, han contribuido también a reducir significativamente la desigualdad en la última década, aunque "se necesitan políticas específicas".
Su informe insiste en que el nivel de educación de los padres está estrechamente relacionado con el que alcancen sus hijos, según la lógica de que "la desigualdad se hereda en América Latina".
Así que puede enfrentarse y reducirse con políticas públicas de acceso a educación y salud.
Sin embargo, la carga tributaria en la región es del 17 por ciento del PIB, notablemente inferior al 36,4 por ciento promediado por los países de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico o al 26,8 de Estados Unidos, cuya crisis afecta a Latinoamérica.
Por otro lado, la Universidad de Oxford y Naciones Unidas, mediante el Índice de Pobreza Multidimensional (IPM), concluyen que en el mundo hay 400 millones más de pobres que los calculados hasta el presente.
Esto lo atribuye a que los criterios vigentes para precisar la pobreza se basan principalmente en el ingreso -estimado por el BM en menos de 1,25 dólares por día-, mientras que el IPM incluye la garantía de salud, educación, acceso a la electricidad, al agua potable y al combustible doméstico.
Paradójicamente, este criterio, aplicado al 78 por ciento de la población mundial, confirma que existen más pobres que los que se creía y que América Latina presenta una menor cantidad de ellos que lo mostrado por los indicadores tradicionales.
La Oficina de la Organización de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (Unodc), por su parte, informó el pasado 29 de junio que unas 700 mil personas son víctimas cada año de la explotación sexual en todo el mundo, de las cuales 70 mil lo son en Europa.
Allí, este delito es considerado uno de los negocios ilícitos más lucrativos, pues genera anualmente tres mil 49 millones de dólares, junto con los trabajos forzados.
El director general de la Unodc, Antonio María Costa, afirmó en Madrid que si los europeos "miramos a nuestro alrededor podemos ver esclavos por todos lados", entre ellos las víctimas de la explotación sexual.
Tales fenómenos, consecuencia en gran medida del ordenamiento social, el desempleo, la pobreza y la polarización global, se acentúan en las condiciones de crisis, no sólo económica, sino también de valores.
A tener en cuenta resulta el estudio América Latina frente al espejo: dimensiones objetivas y subjetivas de la inequidad social y el bienestar en la región, preparado por la Cepal y Latinobarómetro, con el apoyo de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo.
Entre sus conclusiones incluye que el crecimiento del PIB por habitante importa, pero "también importa la manera como se distribuyen sus beneficios", no sólo en términos del bienestar presente, sino también en el futuro.
"Esto significa", añade, "que los países deben continuar haciendo esfuerzos para asegurar un crecimiento sostenible de sus economías y para garantizar que los beneficios del desarrollo se distribuyan de modo más equitativo en la población".
Considera que "las políticas deben ser responsables y sustentables".
"De manera creciente", prosigue, "las políticas requerirán la distribución de bienes simbólicos como la dignidad y el reconocimiento de identidades y grupos sociales tradicionalmente devaluados y excluidos (las mujeres, las minorías étnicas y los pobres), a fin de promover una mayor inclusión".
Por ello, lograr una superior transparencia en el uso de los recursos captados mediante la tributación, mejorar la eficiencia y el impacto de la acción pública y avanzar en la lucha contra la corrupción son, a la fecha, asignaturas pendientes.
Esto se refiere sobre todo a los países que presentan los mayores niveles de pobreza y desigualdad.
De ahí que esta región, cuyo desempleo supera el ocho por ciento, con un alto índice de pobreza económica y amenazada por los efectos comerciales de la crisis, esté enfrentada a basar en la igualdad su estrategia de desarrollo.
La conclusión más sólida es que cuando los ingresos son inferiores, la equiparación debe ser superior.
(*) Editor de temas globales, Prensa Latina
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