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Domingo 25 de agosto de 2019

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Revista Dominical

120 años de Borges: Datos clave de su vida y de su obra

25 ago 2019

En una fecha especial, repasamos la extensa biografía del notable escritor argentino a partir de algunos elementos singulares y otros curiosos: su vida, su muerte, sus libros y sus obsesiones � Por: Luciano Sáliche para Infobae

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1. Nombre

No hace falta agregar nada. Con decir Borges alcanza y sobra. Sin embargo, su nombre completo era Jorge Francisco Isidoro Luis Borges Acevedo, que deviene de la conjunción de los nombres de sus familiares directos, como un gran rompecabezas que lo conforman: su padre, Jorge Guillermo Borges; su madre, Leonor Acevedo Suárez; su abuelo paterno, Francisco Borges Lafinur; su abuelo materno, Isidoro de Acevedo Laprida; su tío Luis Melián Lafinur. Pero no hace falta: con decir Borges alcanza y sobra.

2. Nacimiento

Nació un día como ayer, 24 de agosto, pero de 1899, a las cinco de la madrugada: hace exactamente 120 años. Prematuro: ocho meses de gestación y su madre lo parió en su casa, ubicada en la calle Tucumán al 840 de la Ciudad de Buenos Aires. Allí nació, pero su infancia transcurrió en otro lugar: Serrano 2135, en el barrio porteño de Palermo.

3. Muerte

Murió lejos de su país, en Ginebra, el 14 de junio de 1986. Ese año se enteró que padecía cáncer. Tenía 86 años y estaba un poco cansado de la farandulización de su figura. Entonces partió para la ciudad suiza que ya conocía y muy bien. Hizo todo bastante rápido, pues sabía que el desenlace no tardaría demasiado. El 26 de abril se casó con María Kodama y a los pocos meses ocurrió su deceso.

Murió lejos de su país, en Ginebra, el 14 de junio de 1986. Ese año se enteró que padecía cáncer. Tenía 86 años y estaba un poco cansado de la farandulización de su figura. Entonces partió para la ciudad suiza que ya conocía y muy bien. Hizo todo bastante rápido, pues sabía que el desenlace no tardaría demasiado. El 26 de abril se casó con María Kodama y a los pocos meses ocurrió su deceso.

¿Por qué eligió Ginebra? Fue la ciudad de su juventud. En Atlas, un libro que escribió junto a Kodama, se lee: "De todas las ciudades del planeta, de las diversas e íntimas patrias que un hombre va buscando y mereciendo en el decurso de los viajes, Ginebra me parece la más propicia a la felicidad (�) Sé que volveré siempre a Ginebra, quizá después de la muerte del cuerpo".

Hector Bianciotti, Maria Kodama y Aurora Bernardez en el entierro de Borges (Ginebra, Plainpalais, junio 18 de 1986)

Hector Bianciotti, Maria Kodama y Aurora Bernardez en el entierro de Borges (Ginebra, Plainpalais, junio 18 de 1986)

4. Literatura temprana

Niño prodigio: sin dudas, Borges lo era. A los cuatro años sabía leer y escribir. En su casa se hablaba en español y en inglés con lo cual creció en un ambiente bilingüe. La gran biblioteca de su padre -abogado, profesor de psicología, traductor y escritor- sirvió como puntapié inicial. "Si tuviera que señalar el hecho capital de mi vida, diría la biblioteca de mi padre. En realidad, creo no haber salido nunca de esa biblioteca. Es como si todavía la estuviera viendo", dijo en una entrevista, con su mente en la más temprana infancia.

En el otro extremo de su vida, precisamente en 1974, Emecé publicó sus Obras Completas. Claro que aún faltarían algunos libros más, por ejemplo El libro de arena de 1975 o Los conjurados de 1985, ya que su obra no estaba definitivamente concluida. Sin embargo, era hora de revalorizar todos sus escritos. En el prólogo de aquella histórica edición, escribió: "Como De Quincey y tantos otros, he sabido, antes de haber escrito una sola línea, que mi destino sería literario".

5. Primer libro

Su primer libro es un poemario, Fervor de Buenos Aires, que se publicó en 1923 por la Imprenta Serrantes con una edición pequeña, mínima, de 300 ejemplares. En la tapa, un dibujo de su hermana, Norah Borges, representa la capital argentina como esa mezcla de metrópoli y pueblo que era, pero también una mirada melancólica -algo extraño en un muchacho de veintipico de años-, así como el punto de partida de toda la literatura que vino después.

En sus propias palabras: "Pienso que nunca me he alejado mucho de ese libro; siento que todos mis otros trabajos sólo han sido desarrollo de los temas que en él toqué por primera vez; siento que toda mi vida ha transcurrido volviendo a escribir ese único libro".

6. Sin novela

Hay un viejo chiste que se usó mucho en televisión. "¿Leyó alguna novela de Borges?" Muchos responden que sí. Lo cierto es que Borges, para sorpresa de muchos, y aunque el siglo XX fue el siglo de la novela, no escribió ninguna. "En toda obra larga hay una parte de ripio, algo que se pone para rellenar", dijo en una entrevista televisada para justificar tal decisión.

También esbozó algunos motivos en Un ensayo autobiográfico: "En el decurso de una vida dedicada principalmente a los libros he leído pocas novelas, y en muchos casos sólo un sentido del deber me ha permitido llegar a la última página. A la vez, siempre he sido un lector y un relector de cuentos".

Esto pone de manifiesto varias cosas. Por un lado, el respeto que les tenía a los géneros. A diferencia de los escritores que los consideran estructuras viejas que es necesario derribar y mezclar, Borges utilizaba estas convenciones literarias para ordenar sus lecturas y sus escrituras. Su obra es muy esquemática en ese sentido.

Para cerrar este apartado, nada mejor que sus palabras. En 1982, en el libro de Fernando Sorrentino Siete conversaciones con Borges, dice: "Nunca pensé en escribir novelas. Yo creo que, si yo empezara a escribir una novela, me daría cuenta de que se trata de una tontería y que no la llevaría hasta el fin".

7. Lector

A menudo se dice que Borges, más que un escritor, fue un lector. Para él, la lectura era el gran fenómeno literario, el éxtasis primitivo, la fuente de toda imaginación, la piedra filosofal de la inteligencia. La biblioteca como una forma del Paraíso, como dijo alguna vez.

En una entrevista de 1981 dijo: "No estoy seguro de que yo exista, en realidad. Soy todos los autores que he leído, toda la gente que he conocido, todas las mujeres que he amado. Todas las ciudades que he visitado, todos mis antepasados�" Ahí está: "Soy todos los autores que he leído".

Hay una frase famosa (del poema "Un lector", Elogio de la sombra, 1969) que da vueltas por los laberintos de la web y que lo pinta de cuerpo entero: "Que otros se jacten de las páginas que han escrito; a mi me enorgullecen las que he leído". No por nada el Día del Lector se celebra en su homenaje. Quienes lo estudiaron más de cerca lo señalan. Carlos Gamerro, por ejemplo, dice que "pocos se atreverían a discutir que Borges fue el lector más intenso e interesante".

8. Política

Antiperonista y anticomunista. "Y, sobre todo, antinacionalista", agrega en una entrevista radial de Uruguay en 1978, para que no queden dudas. En principio, así se define, por oposición, anti. La política en Borges es una zona llena de prudencia pero a la vez de convicción. Cada vez que tiene que hacer una declaración, la hace. Tiene sus motivos. Por ejemplo, del peronismo -al que considera "liberticida y de raíz fascista"- dirá muchas cosas, no sólo desde el plano personal, también desde el literario.

"La fiesta del Monstruo" es un cuento de noviembre de 1947 escrito por H. Bustos Domecq, el seudónimo que usaban con Adolfo Bioy Casares. El narrador es un obrero entusiasmado con el Monstruo, que no es otro que Perón. Un fragmento: "Cuando por fin me enrosqué en la cucha, yo registraba tal cansancio en los pieses que al inmediato capté que el sueñito reparador ya era de los míos. No contaba con ese contrincante que es el más sano patriotismo. No pensaba más que en el Monstruo y al otro día lo vería sonreírse y hablar como el gran laburante argentino que es".

Pero, ¿por qué su antiperonismo? Tenía motivos. En primer lugar, los personales. El peronismo arrestó bajo insólitas motivaciones a su madre y a su hermana, algo que él entendió como una indigna provocación. Antes de que Juan Domingo Perón fuese elegido presidente, él dirigía la biblioteca municipal Miguel Cané. En 1947, luego de la llegada al poder del nuevo gobierno, lo echaron, pero le dieron otro cargo: Inspector de mercados de aves de corral. ¿Fue realmente así? Patricio Zunini, estudioso de la vida y la obra de Borges, asegura que es un invento del autor.

Perón -"una especie de segundo Rosas"- fomentaba "la opresión, el servilismo, la crueldad y la idiotez". Por eso, "combatir estas tristes monotonías es uno de los muchos deberes del escritor". Ese antiperonismo encalló en el apoyo a la Revolución Libertadora. En esa entrevista radial de 1978 que se menciona al principio, dice también que la dictadura de Jorge Rafael Videla, es "el único gobierno posible. No diré el mejor gobierno posible, pero sí el único gobierno posible en estos momentos".

Borges y peronismo: una tensión riquísima para pensar la cultura argentina de la segunda mitad del siglo XX. Merecería un apartado aparte, pero cerrémoslo aquí, con tres frases suyas donde la prudencia está solo en la ironía, luego es todo convicción ideológica. "Los peronistas no son ni buenos ni malos, son incorregibles"; "el peronismo es algo inverosímil"; "los peronistas son gente que se hace pasar por peronistas para sacar ventaja".

9. Bibliotecario

Tras la muerte de su abuela, primero, y luego, la de su padre, se vio obligado a incorporarse al alienante mercado laboral. Ya era grande. Ese primer empleo "serio" fue a los 39 años, como director de la biblioteca municipal Miguel Cané del barrio porteño de Boedo.

Pero el más importante de los trabajos llegó en 1955, cuando concluiría la "pesadilla peronista": director de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno, que funcionaba en la calle México. Hasta 1973 duró su gestión, año en que el peronismo regresó con la elección presidencial de Héctor Cámpora. Durante esos 18 años tuvo una función más silenciosa y poco política. Promovió la construcción de la sede actual pero no llegó verla puesto que se inauguró en 1992.

10. Ceguera

La ceguera de Borges era congénita. Su padre y su abuela la padecieron. Más temprano que tarde, le llegó su turno. Una "modesta ceguera", dice en una conferencia de 1977 en el Teatro Coliseo de Buenos Aires. Es la séptima de esa serie y se refirió a ella "porque a la gente le interesa más lo personal que lo general, lo concreto que lo abstracto". ¿Y por qué modesta? Fue progresiva, sin un eclipse definitivo. "Se ha extendido desde 1899 hasta 1977 y no hubo un momento dramático, fue un lento crepúsculo que duró más de medio siglo".

Eso está en su literatura. En "El poema de los dones" y "El oro de los tigres". Su interés por indagar literariamente este asunto tiene que ver con que "el mundo del ciego no es la noche que la gente supone". En 1977, al momento de la conferencia, Borges tenía ceguera total de un ojo y ceguera parcial del otro. "Todavía puedo descifrar algunos colores", dice. El azul y el verde, por ejemplo. El rojo ya no. El negro y el blanco se le aparecen difusos, poco concretos. Pero hay un color "nunca infiel, leal, que me ha acompañado siempre" con el que tiene una "amistad": el amarillo.

En el poema "El oro de los tigres", publicado en el libro homónimo de 1972, se lee: "Con los años fueron dejándome / los otros hermosos colores / y ahora sólo me quedan /la vaga luz, la inextricable sombra / y el oro del principio. / Oh ponientes, oh tigres, oh fulgores / del mito y de la épica, / oh un oro más precioso, tu cabello / que ansían estas manos".

11. Dios

Borges no creía en Dios. Si bien su madre, católica practicante, le inculcó el rezo antes de dormir, él estaba seguro que tal Dios no existía. Hay una entrevista publicada de 1978, donde dice: "Yo ahora estoy seguro de que no hay otra vida y que no hay Dios. Es una certidumbre que me satisface, me tranquiliza. Saber que todo esto pasará, que yo me olvidaré, que seré olvidado� Yo soy un hombre ético pero no religioso". Hace falta introducirse apenas en las orillas de su literatura para comprobarlo.

Un buen ejemplo es el poema "Ajedrez", incluido en el libro El hacedor de 1960. Los tres versos finales son estos: "Dios mueve al jugador, y éste, la pieza. / ¿Qué Dios detrás de Dios la trama empieza / de polvo y tiempo y sueño y agonía?" Lo que queda a las claras es que Borges sentía una especial curiosidad, una singular incertidumbre por la vieja pregunta de quién creó al creador y de qué antecede al inicio.

Sin embargo, en la ceremonia de su entierro en el cementerio de Plainpalais -las crónicas de la época hablan de ocho grandes coronas de flores alrededor; una de ellas, sin firma, decía "Al más grande forjador de sueños"- un sacerdote católico contó a los presentes que la noche anterior fue a verlo y sintió, a través de sus manos, "la gran pasión de Borges por la vida". Eso no es todo.

La gran revelación la hace Adolfo Bioy Casares en su libro Borges -todas las revelaciones acerca del gran escritor argentino están en ese bendito y maldito libro- cuando afirma, según su traductor al francés Jean-Pierre Bernès, que "Borges murió diciendo el Padrenuestro. Lo dijo en anglosajón, inglés antiguo, inglés, francés y español". Esto, desde luego, es incomprobable.

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