A mediados del siglo V de nuestra era apareció en las fronteras orientales del decadente imperio romano un "azote de Dios", paradigma de la barbarie humana: Atila el huno, caudillo de unas tribus nómadas originarias de Asia Central las cuales desde la actual HungrÃa amenazaban a toda Europa.
¿Cómo no actualizar esas palabras ante el desastre irreparable de los incendios en los bosques amazónicos y chiquitanos, provocados por otros hunos, amparados por polÃticas, leyes, decretos y complicidades a todo nivel? Desde luego, no me refiero sólo al "Atila" Jair Bolsonaro.
¿Cómo no actualizar esas palabras ante el desastre irreparable de los incendios en los bosques amazónicos y chiquitanos, provocados por otros hunos, amparados por polÃticas, leyes, decretos y complicidades a todo nivel? Desde luego, no me refiero sólo al "Atila" Jair Bolsonaro.
Cuenta la historia que el chantaje de Atila y el pragmatismo de Constantinopla forjaron alianzas de beneficio mutuo entre los que buscaban más poder y los que anhelaban seguridad. De hecho, el Imperio pagaba con abundante oro la paz que Atila le otorgaba, por custodiar las fronteras orientales del mismo.
A falta de caballos, hoy tenemos violentos ponchos rojos y coches truchos y contaminantes, que hacen una sola cosa con sus conductores, listos para "incendiar" las ciudades.
Gran parte del poder de los hunos se debÃa a que controlaban las rutas comerciales entre oriente y occidente de Europa, asfixiando, si fuera necesario, la economÃa del Imperio.
Asà fue y es hoy el Chapare entre el Oriente y el Occidente de Bolivia, recurriendo a bloqueos para imponer sus intereses, con el agravante de que, a diferencia de hace 1500 años, las mercancÃas que controlan no son siempre legales y suelen sembrar muerte en jóvenes del mundo entero.
Atila era temido porque "por donde pisaba no volvÃa a crecer la hierba", en el sentido que a su paso sembraba muerte y destrucción, espantando hasta a los más aguerridos pueblos bárbaros.
Hoy las tácticas de decapitar personas han sido reemplazadas por otras más sofisticadas: la división de las corporaciones y movimientos sociales que se oponen a la voluntad del caudillo; el uso de la "espada de la justicia", corroÃda por una corrupción infinita; el servilismo de instituciones conducidas por personajes de comics; la imposición del desarrollismo en contra de la preservación de la madre tierra; el cinismo y la hipocresÃa sin lÃmites que no respetan la ley ni la palabra; el vaciamiento de la democracia que los hunos locales no valoran ni defienden porque a su recuperación contribuyeron poco o nada.
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