El maltrato infantil repercute en el hombre del mañana

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Las preocupaciones en la sociedad son las conductas de riesgo. Cuando empiezan estas actitudes están de acuerdo a la vivencia que se tienen dentro del hogar, el colegio o con sus pares.

Desafortunadamente, algunas formas de violencia se han hecho normales, como pegar o insultar a la esposa, conducta no apropiada si se lo hace frente a los hijos, además que daña la autoestima de ellos.

Asimismo, los padres a veces abusan con conceptos de autoridad o disciplina, dejando como consecuencia a niños heridos físicamente o en su amor propio. Más tarde se observan hijos lisiados emocionalmente, incapacitados, pero también inseguros, confusos y con secuelas en su funcionamiento psicosocial.

En estos casos, es difícil identificar a un niño abusado debido a que crece temeroso de sus padres o adultos con quienes vive. Sin embargo, es importante ver si tiene heridas en forma continua. A este maltrato se agrega la desnutrición, fiel reflejo de abandono.

Hay niños con miedo porque siempre están aislados, deprimidos y no tienen amigos, en contra partida, hay también infantes del otro extremo, inquietos, agresivos, y esta conducta también llama mucho la atención.

Hay padres demasiado exigentes, que les es difícil enfrentar la situación, por el mismo hecho que esconden a sus hijos para que no cuenten sus historias de abuso.

En las familias, es el padre el que abusa con el consentimiento del otro, pero demuestran que en ellos hay muy poca autoestima, quizá porque en su infancia hayan sufrido agresión y con sus hijos se reafirma esta conducta.

No se pueden corregir estos aspectos en la adolescencia y es en esta etapa que los factores de riesgo para ellos que aplican mayor fuerza, ese desequilibrio es su conducta.

Tenemos que pensar que todo cuanto se vive en la infancia, afecta notoriamente en el desarrollo de la persona. Para mejorar es necesario buscar un tratamiento con un psicólogo, además de ayuda y educación.

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