El tartamudeo (trastorno de la fluidez de inicio en la infancia)

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Uno de los trastorno de comunicación recurrentes en la práctica psicológica a nivel educativo y clínico, es el trastorno de la fluidez de inicio en la infancia (tartamudeo).

Pues este comienza al inicio de la infancia y se extiende a la adolescencia y la adultez, y si no es identificado y tratado de manera efectiva y profesionalmente, puede causar deterioro en el entorno del que lo padece.

La característica principal del trastorno de la fluidez de inicio en la infancia (tartamudeo) es una alteración de la fluidez y la organización temporal del habla que no se corresponde con la edad del individuo.

La alteración se caracteriza por la repetición frecuente o la prolongación de ciertos sonidos o sílabas y otras alteraciones, como palabras, bloqueo audible o silencioso (es decir, pausas en el habla, llenas o vacías), circunloquios (es decir, sustitución de palabras para evitar palabras problemáticas), palabras producidas con exceso de tensión física y repeticiones de palabras completas monosilábicas (ejemplo "Yo-yo-yo-yo lo veo).

La alteración de la fluidez interfiere con el rendimiento académico u ocupacional y con la comunicación social. El alcance de la alteración varía en las distintas situaciones y a menudo es más grave cuando la comunicación está sujeta a algún tipo de presión. La tartamudez muchas veces está ausente durante la lectura oral y al cantar o hablar con objetos inanimados o mascotas. Se puede desarrollar una anticipación temerosa del problema. El locutor puede intentar evitar la tartamudez mediante mecanismos lingüísticos o evitando ciertas situaciones, como telefonear o hablar en público. Además de ser característicos de la afección, se ha mostrado que el estrés y la ansiedad exacerban la tartamudez. El trastorno de la fluidez de inicio en la infancia también puede acompañarse de movimientos motores. Los niños con trastorno de la fluidez muestran diferentes niveles de habilidades del lenguaje, y la relación entre el trastorno y las habilidades del lenguaje no está clara.

El trastorno se presenta antes de los seis años, situándose la edad de inicio los dos años. El niño puede no ser consciente de estas alteraciones de la fluidez. Cuando el trastorno progresa, existe interferencia en las relaciones sociales u otras. Cuando el niño llega a ser consciente de la dificultad para hablar, puede desarrollar mecanismos para evitar la tartamudez y las respuestas emocionales asociadas, evitando, por ejemplo, hablar en público y utilizando frases cortas y sencillas.

Como todo trastorno identificado y diagnosticado, es necesario el trabajo e intervención de un equipo multidisciplinario (psicología, psiquiatría, neurología, pedagogía, otros).