"Este mundo es algo m谩s que un mercado a resolver, es un espacio a compartir y no a competir, un punto para el encuentro y un lugar para la convivencia"
? V铆ctor Corcoba Herrero
No podemos continuar atrincherados en una estrechez mental, de falta de discernimiento en el valor de cada cosa, pues nos impide avanzar hacia otros estadios m谩s arm贸nicos. Indudablemente, hay que pasar de las bellas palabras a los hechos, y lo importante es que la desigualdad no crezca en un mundo en el que hay que promover de manera justa la ponderaci贸n de oportunidades, en toda esa familia global, de la que formamos parte. La discriminaci贸n es otra de las deudas sociales que no han sido capaces de atajar, hasta ahora, desde ning煤n poder humano. Por desgracia, prolifera una desbordante cantidad inhumana de comportamientos que verdaderamente nos dejan sin verbo. Ante este bochornoso contexto, de no ser capaces de dignificar vidas, se requiere con urgencia de otros liderazgos, m谩s comprometidos y responsables con todos los moradores, y tambi茅n m谩s activos en el di谩logo para superar malos entendidos o ciegos andares que nos desmoronan, por su falta de sensibilidad, como especie pensante. A煤n hay m谩s, porque las mismas autoridades en ocasiones contribuyen con sus actitudes p煤blicas o estereotipos negativos a la deshumanizaci贸n, e incluso incitan a la violencia, con su carga de lenguajes extremistas. Todo este conglomerado de ineptitudes nos exige cambiar de aires. Hag谩moslo de una vez por todas.
No podemos continuar atrincherados en una estrechez mental, de falta de discernimiento en el valor de cada cosa, pues nos impide avanzar hacia otros estadios m谩s arm贸nicos. Indudablemente, hay que pasar de las bellas palabras a los hechos, y lo importante es que la desigualdad no crezca en un mundo en el que hay que promover de manera justa la ponderaci贸n de oportunidades, en toda esa familia global, de la que formamos parte. La discriminaci贸n es otra de las deudas sociales que no han sido capaces de atajar, hasta ahora, desde ning煤n poder humano. Por desgracia, prolifera una desbordante cantidad inhumana de comportamientos que verdaderamente nos dejan sin verbo. Ante este bochornoso contexto, de no ser capaces de dignificar vidas, se requiere con urgencia de otros liderazgos, m谩s comprometidos y responsables con todos los moradores, y tambi茅n m谩s activos en el di谩logo para superar malos entendidos o ciegos andares que nos desmoronan, por su falta de sensibilidad, como especie pensante. A煤n hay m谩s, porque las mismas autoridades en ocasiones contribuyen con sus actitudes p煤blicas o estereotipos negativos a la deshumanizaci贸n, e incluso incitan a la violencia, con su carga de lenguajes extremistas. Todo este conglomerado de ineptitudes nos exige cambiar de aires. Hag谩moslo de una vez por todas.
En cualquier caso, no me parece de recibo, como en su tiempo dijo Nelson Mandela, denegar a las personas sus derechos humanos, porque es cuestionar nuestra propia humanidad. Por eso, ya est谩 bien de que ese mundo privilegiado contin煤e viviendo a cuerpo de rey, a costa de la pobreza de algunas gentes. No sirve este modelo injusto de desarrollo. Tampoco valen estas pol铆ticas actuales. Y a煤n menos, esas gentes apegadas al poder, corruptas y con nula capacidad de servicio social. De lo contrario, ya estar铆a en destierro esta cultura que esclaviza y descarta la vida de muchas gentes, neg谩ndoles derechos tan b谩sicos como el acceso al agua potable; algo que se da especialmente en el territorio africano. Est谩 visto que todav铆a no hemos aprendido a colaborar, a unirnos por una misma preocupaci贸n, a hacer de la pol铆tica, no algo que nos divida y enfrente, sino algo nuevo que nos obligue a trabajar juntos por el bien colectivo. "Debemos recordar que los delitos motivados por el odio est谩n precedidos por los discursos que lo incitan", acaba de apuntar el asesor especial de la ONU para la prevenci贸n del genocidio Adama Dieng.
Por consiguiente, no me gustan esas gentes arrogantes, que marginan, que vierten rencor en cualquier esquina, que utilizan las instituciones para su lucro personal y la de sus seguidores, prefiero otros lenguajes m谩s del coraz贸n que nos fraternicen, pues este mundo es algo m谩s que un mercado a resolver, es un espacio a compartir y no a competir, un punto para el encuentro y un lugar para la convivencia. Estas cuestiones tan b谩sicas, y por ende esenciales, apenas se consideran en los programas pol铆ticos, que aparte de que suelen tener poca amplitud de miras, suelen ser arcaicos y poco rompedores con este sistema que nos desiguala. Se requieren otras sabidur铆as, otros agentes con otras convicciones m谩s respetuosas con el an谩logo, s贸lo as铆 se puede evitar un uso desordenado de las cosas o el derroche al que estamos acostumbrados. Los pa铆ses tienen que dejar de demostrar su fuerza, tampoco tienen que autoafirmarse, sino ayudarse unos territorios a otros. Cuando los hombros se arriman, no por dinero sino por amor, hasta la flaqueza se convierte en heroicidad.
Al fin y al cabo, lo importante es recuperar los grandes valores humanos, aquellos que nos hacen mejores personas. Tenemos que ahondar m谩s en nosotros para dar sentido a esta nueva 茅poca, que ha podido avanzar en el modelo tecnocr谩tico, pero en cambio hemos perdido alma en nuestras acciones. Los avances no est谩n en funci贸n del r茅dito, sino en el servicio a la realizaci贸n humana, en la donaci贸n hacia ese futuro feliz y esperanzador que todos nos merecemos cosechar. Tambi茅n esa ciudadan铆a fr谩gil, ausente de pol铆ticas p煤blicas, exige un cambio de actitudes en multitud de l铆deres, sobre todo en aquellos que han hecho de la pol铆tica su negocio personal. La entrega incondicional a la sociedad y la obligaci贸n de hacer esa gran revuelta human铆stica ser谩, sin duda, el gran avance que todos hemos de propiciar. Es cuesti贸n de alentarnos hacia esa cultura del ejercicio generoso, que es lo que realmente nos madura y trasciende. La solidaridad, tal y como hoy la entendemos, tampoco sirve. Siempre hay un inter茅s por medio, cuando la clave est谩 en revalorizar ese amor aut茅ntico del abrazo permanente. Que no nos confundan con otras po茅ticas/pol铆ticas que no son amor, sino cadenas de intereses. Digamos no, a ese af谩n depredador de algunos. Digamos no, a esa supremac铆a inhumana, enfermiza. Digamos no, a aquellos gobiernos que no tienen en cuenta los derechos humanos y las libertades. Digamos no, en suma, a esos tiroteos masivos, ya sean de dicci贸n o con armas.
V铆ctor Corcoba Herrero /Escritor
corcoba@telefonica.net
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