Jueves 29 de julio de 2010
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La educación es un tema casi olvidado. Sólo de cuando en cuando aparece algún artículo de prensa que se refiere a ella, comúnmente con generalidades que igual pueden referirse a Bolivia como a la China. El proyecto de ley “Avelino Siñani - Elizardo Pérez”, con la nueva reforma anunciada, espera el turno de su tratamiento con paciencia de Job. Por no ser de índole estructural, nadie echa de menos; cuando algún día se implante, tal vez nadie repare en ella. Así son las cosas.
Pero de pronto saltó a la palestra pública. Un frente polar convirtió el territorio nacional en páramo helado. No fue una sorpresa. Se anunció que se venía. Sin embargo, sea por la poca credibilidad de los meteorólogos o la incredulidad de las autoridades de educación, el hecho es que en esa misma fecha se dispuso el retorno a clases sin escuchar el clamor social porque se prolongue el receso.
Es habitual que en la zona altiplánica sea de tres semanas, incluso suele prolongarse hasta un mes, por aquello de que es mejor prevenir que lamentar. Pero esta vez la disposición ministerial fue drástica como el impacto del fenómeno natural: “El 12 todos vuelven a clases, y punto” Y los Seducas, con sumisa obediencia cumplieron la orden al pie de la letra. Ateridos de frío, temblando, se encaminaron esa mañana los niños a sus escuelas. Algunos padres de familia tomaron la precaución por su cuenta. El ausentismo en las aulas fue notorio.
