"No seas iluso en creer otra cosa, ellos nunca se fueron. Siempre están cerca del poder", me dijo una periodista: "Son el poder detrás del trono; con la complicidad explÃcita o tácita de los militares se hace todo; ellos mandan desde los cuarteles. Por eso son tan mimados, como en Venezuela, como en Nicaragua. Los civiles sólo hacen lo que les permite hacer. En cuanto al golpe, nunca deja de haber ese potencial peligro. A veces sucede sin ruido de sables ni tanques en las calles, como el de diciembre último contra la democracia".
"No seas iluso en creer otra cosa, ellos nunca se fueron. Siempre están cerca del poder", me dijo una periodista: "Son el poder detrás del trono; con la complicidad explÃcita o tácita de los militares se hace todo; ellos mandan desde los cuarteles. Por eso son tan mimados, como en Venezuela, como en Nicaragua. Los civiles sólo hacen lo que les permite hacer. En cuanto al golpe, nunca deja de haber ese potencial peligro. A veces sucede sin ruido de sables ni tanques en las calles, como el de diciembre último contra la democracia".
Lo dicho es cosa sabida. Por eso no causó ninguna sorpresa que un comandante se mande el otro dÃa con un fogoso discurso. Los hombres de uniforme son generalmente de pocas palabras, no son parlanchines como los polÃticos. Están preparados más para hacer que para decir. Pero hay excepciones, como en todo. En este punto, una prevención necesaria: no estamos emitiendo juicios de valor; no afirmamos si está bien o está mal. Sólo anotamos lo que se ve, como en el juego del cubilete.
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