Sábado 10 de agosto de 2019
ver hoy
Al ser humano actual se le está olvidando lo que es orar. Quizás la tragedia más grande del hombre de hoy sea su incapacidad de orar.
En una sociedad en la que se acepta como criterio primero y casi único la eficacia, el rendimiento y utilidad inmediata; la oración queda desvalorizada como algo inútil y poco importante.
Hemos reducido el tiempo dedicado a la oración y la reflexión interior. En la mayoría de los casos la hemos excluido de nuestra vida.
Estamos distraídos por mil sensaciones, estamos encadenados a un ritmo de vida deshumanizador, estamos perdiendo la capacidad de silencio interior y de encuentro sincero consigo mismo y con Dios.
En pocas palabras estamos infra alimentados interiormente.
Sin embargo, tarde o temprano el ser humano experimenta la insatisfacción que produce en el corazón humano, el vacío interior, la banalidad de lo cotidiano, el aburrimiento de la vida y la incomunicación con el misterio.
Necesitamos orar.
Dejando de lado las ingenuas opiniones de quienes piensan que NO CREER EN DIOS les hace diferentes y superiores a quienes creemos en un ser superior; necesitamos releer la necesidad del orar.