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Domingo 04 de agosto de 2019

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Revista Dominical

Epistolario de Simón Bolívar Oruro 1825

04 ago 2019

La gloria está en ser grande y ser útil. Simón Bolívar ? Por: Marlene Durán Zuleta - Poeta, escritora, compositora e investigadora de la cultura orureña

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El epistolario es intercambio de misivas, con el tiempo llegan a ser colecciones de cartas, donde fluyen sentimientos y comunicación. Existen varios géneros, el mismo olor de papel tiene su esencia.

Otrora, las cartas eran aguardadas, existía paciencia e impaciencia por tener en las manos esos mensajes de amor, de amistad, de órdenes, voluminosos archivadores de correspondencia que cuentan la historia de guerras, documentos consolidados para la posteridad, en fin, al extremo de que la vida misma penda de un hilo, esos escritos para bien o para mal tienen memoria, en ellas está el potencial de un sinfín de aclaraciones, declaraciones. Son cartas que reunidas se convierten en tomos, escritos irrepetibles, tesoros conservados por siglos.

Estas confesiones de corazón, sin duda han avivado el espíritu para seguir el rastro a propósito del paladín que nos honramos compartir sus misivas de afecto, de instrucciones y de remembranzas, al haber lidiado con el enemigo en defensa nuestra, tiene el nombre de nuestra Patria, bautizada con el nombre de Bolivia que viene de "Bolívar", precisamente quien fuera autor de nuestra libertad.

Estas confesiones de corazón, sin duda han avivado el espíritu para seguir el rastro a propósito del paladín que nos honramos compartir sus misivas de afecto, de instrucciones y de remembranzas, al haber lidiado con el enemigo en defensa nuestra, tiene el nombre de nuestra Patria, bautizada con el nombre de Bolivia que viene de "Bolívar", precisamente quien fuera autor de nuestra libertad.

Prolijamente el autor Vicente Lecuna ha recopilado las misivas del Libertador, corregidas conforme a los originales, mandadas a publicar por el Gobierno de Venezuela, presidido por el General J. V. Gómez, se refiere a diez volúmenes, desde 1799 a 1830. El tomo X, es un volumen que comprende un índice analítico de los nueve volúmenes anteriores, formado por la colaboración de la señorita Esther Barret de Nazaris. Un suplemento al apéndice, constituido por documentos cuya importancia exige incorporarlos en esa colección. Han sido impresos en Caracas por la Litografía y Tipografía del Comercio el año 1930.

Cuando hizo su periplo, se quedó breve tiempo en Oruro, nuestra ciudad fue anfitriona de Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar, precisamente desde aquí envió varias misivas, reproduciremos las más representativas y un resumen de obra de algunos destinatarios, trayectoria valorada por tan ilustre personaje, en la guerra de la independencia.

"Oruro, 25 de setiembre de 1825. Al señor general don Andrés de Santa Cruz. Mí querido general: El 20 salí de La Paz, en marcha hacia Potosí, donde espero llegar el 4 del mes entrante. Lo que más me lisonjea en todo este viaje es la esperanza cierta que tengo de ver a Vd. dentro de muy poco tiempo, lo que ciertamente me será muy agradable". "El Argos" de Buenos Aires, ha atacado fuerte y descaradamente mi decreto en Arequipa sobre la instalación de la asamblea general de Chuquisaca. No remito a Vd. Ahora este papel, porque no he recibido sino un ejemplar; pero desde Potosí se lo mandaré para que lo vea. Entre tanto, acompaño una contestación al tal "Argos" para que Vd. tenga la bondad de hacerla imprimir en la "Gaceta de Chuquisaca", que es donde corresponde. Aunque "El Argentino" nos defiende y aun nos aplaude tan bien como lo podríamos hacer nosotros mismos, bueno es que digamos algo por nosotros mismos. En esta ciudad he recibido las felicitaciones de los departamentos de Chuquisaca, Cochabamba y Potosí. Aseguro a Vd. mi querido general, que estoy lleno de confusión por los exorbitantes encomios con que estos diputados me han honrado. Soy de Ud. Afmo. Amigo. Bolívar".

Le escribe a José Antonio Páez. El año 1830-1835 fue elegido Presidente y reelegido dos veces en 1839-1843 y 1861-1863. Su nombre está marcado en venezolanos ilustres, un mito llamado Páez.

"Oruro, 26 de setiembre de 1825. A.S.E. al señor general José Antonio Páez. Mí querido general: Hace mucho tiempo que no nos escribimos; por lo mismo, yo estoy resentido con Vd. debo estarlo conmigo, pues un silencio semejante es una enorme falta de la amistad. Yo quiero romper este silencio para darle a Vd. el ejemplo, a pesar de que Vd. no me podrá negar, de que tengo más que hacer, y, por lo mismo, me hallo más impedido y más excusado. Estos días he mandado para su departamento 1.600 hombres de tropas escogidas en un batallón y un escuadrón. Dentro de dos meses marchará una columna igual, y a principios del año que viene marchará la división del general Lara con 3.000 hombres, con la misma dirección de Venezuela, a fin de poner ese país a cubierto de toda tentativa anárquica. A fines del mismo año me iré yo con 5.000 hombres más, a dar la prosperidad, si me fuere posible, a mi querido patrio suelo. Los papeles públicos habrán informado a Vd. de los brillantes sucesos que han coronado nuestros servicios en el Alto Perú, y las pródigas recompensas de estas repúblicas libertadas en Ayacucho; ya me tiene Vd. comprometido a defender a Bolivia hasta la muerte como a una segunda Colombia: de la primera soy padre, de la segunda soy hijo; así mi derecha estará en las bocas del Orinoco y mi izquierda llegará hasta las márgenes del Rio de la Plata. Mil leguas ocuparán mis brazos, pero mi corazón se hallará siempre en Caracas: allí recibí la vida, allí debo rendirla; y mis caraqueños serán siempre mis primeros compatriotas. Este sentimiento no me abandonará sino después de la muerte. Soy de Vd. de todo corazón. Bolívar".

El original se halla en la Legación Inglesa. La traducción de esta carta fue enviada a Sir Jorge Canning-Nota de A. Rojas. La copia existe en el Foreign Office. Colombia, 1826, No. 35. Remitida por Sir Robert Ker Porter. Dato de C. A. Villanueva. "Fernando VII", 268.

Diego Ibarra Rodríguez del Toro, cumplió funciones de largo aliento, fue patriota. Ascendió para General del Ejército de Venezuela en la Guerra de la Independencia, fue primer edecán del Libertador, posteriormente, al triunfo en la Batalla ascendió a coronel. El Gobierno peruano reconoció su participación en aquella patria y fue elevado en ausencia al grado de Gral. de Brigada del Ejército del Perú el 1 de septiembre de 1826. El Gral. José Antonio Páez, lo elevó al rango de Gral. de Brigada del Ejército de Colombia, designación reconocida por Simón Bolívar en enero de 1827.

"Oruro, 26 de setiembre de 1825. Señor coronel Diego Ibarra. Mí querido Diego: Por la "Gaceta de Colombia" he visto que el poder ejecutivo te ha nombrado comandante general de La Guaira? Desde el Cuzco te he escrito que si quieres servir la capitanía del puerto Guayaquil, que tiene seis mil pesos al año, y también le escribí a Santander sobre esto, añadiéndole que podía darte una de las intendencias que vacasen en el Sur, donde vivirías más tranquilo. Más ahora que veo que vas a La Guaira, no sé, a la verdad, que decirte. Sin embargo, no me parece mal que vayas a La Guaira, puesto que estoy mandando tropas de las que tenemos en el Perú, que tu bien conoces y porque estoy determinado a irme para Colombia a fines del año entrante, llevando 7 u 8.000 hombres, para fijarlas en Venezuela. Con estos buenos soldados podremos asegurar la tranquilidad de nuestra querida patria, cuidar nuestras familias y vivir en paz y sosiego. Escríbele a toda nuestra familia en Caracas diciéndole cuanto la recuerdo, cuanto la amo y que voy para allá. Hoy le escribo al Marqués, y tú añádele mil cosas de mi parte. Ya tú sabrás que Olañeta desapareció llevándose sus maldades y la guerra del Alto Perú. Después se han reunido en asamblea general los diputados de estas provincias en Chuquisaca con el objeto de pronunciar su voluntad con respecto a sus intereses y gobierno. Efectivamente, estos señores se han declarado por la independencia y han querido tener una república: han recompensado al ejército libertador con una generosidad igual a la del Bajo Perú, y para hacer más de cuanto se ha hecho hasta ahora por mí, han tomado mi nombre para dárselo a la república y el de Sucre para la capital. Dále memorias a tus buenos padres. Adiós mi querido Diego, consérvate bueno. Bolívar".

"En O´Leary, III, 125, se halla esta carta fechada en La Paz y así se reprodujo en los "Documentos Referentes a la Creación de Bolivia", I. 361. El error puede ser de lugar o de fecha. Nos inclinamos a creer el primero".

José Rafael Revenga, fue jurista venezolano, Ministro de Relaciones Exteriores, Embajador de la Gran Colombia en el Reino Unido en 1822, finalmente secretario privado del libertador Simón Bolívar, cuando viajó a Caracas en 1827. La ironía fue su expulsión de Venezuela a Curazao, por haber defendido al libertador de perversos que alteraban la información. Fue generoso y un héroe.

Oruro, 26 de setiembre de 1825. Al señor José Rafael Revenga. Mi querido Revenga: He recibido, hace algunos días una estimable carta de Vd. En Bogotá después de su regreso de Inglaterra. No puede Vd. imaginar el placer que he tenido al ver que Vd. ha vuelto a su patria bajo las alas del reconocimiento de la gran nación del Universo. Aunque este mismo reconocimiento debió ser adquirido por el celo e interés de Vd., siempre es un consuelo haber traído este precioso documento. No es posible explicar a Vd. la indignación que me causó la remoción de Vd. de su destino en Inglaterra. Escribí al Vicepresidente que hubiera renunciado mi plaza, antes de haber consentido tal iniquidad. El Vicepresidente me ha escrito que va a nombrar a Vd. Secretario de estado y yo celebro infinito este nombramiento. Si Vd. no lo admitiere, me alegraré mucho que Vd. viniera a reunirse a mí, a ayudarme en muchas cosas de importancia y de honor para Vd. en fin, querido Revenga, cuénteme Vd. siempre entre sus mejores amigos y ocúpeme para servirlo en cuanto esté en mis facultades. Vd. habrá sabido por las gacetas los últimos sucesos del Alto Perú, que, reunidos sus representantes en asamblea general, conforme a mi decreto de Arequipa, han dado el más bello testimonio de gratitud que pueden dar los hombres. Ellos han recompensado al ejército libertador de un modo exorbitante, y para completar, o más bien exceder la medida de su reconocimiento, han querido llevar mi nombre en su república, colocando, por decirlo así, al general Sucre en mi corazón, puesto que la capital lleva su nombre. Reciba Vd. Los ardientes testimonios de mi sincera amistad. Bolívar". Museo Boliviano, Caracas. No. 1.240.

Finalmente, la última misiva, enviada por el Libertador desde nuestra ciudad, antes de partir a Potosí. Se dirige al licenciado en Filosofía, escritor colombiano, Rafael Arboleda, nombrado Senador de la República de Colombia.

"Oruro, 26 de setiembre de 1825. Señor Rafael Arboleda. Mi buen amigo; No sabe Vd. Querido amigo, el gusto que me ha dado al leer su carta del 29 de mayo, tan amable como Vd. mismo. Vd. Desea saber si yo permaneceré largo tiempo fuera de Colombia, ausente de mi patria, lejos de mis amigos y, a la verdad, que no sé cómo agradecer los deseos que Vd. tiene de vivir en el país que yo mande. Diré a Vd., pues con toda la franqueza de un amigo, que Vd. no necesita abandonar a Colombia para que pisemos el mismo suelo. Yo volveré a Colombia, no a mandarla, porque estoy bien resuelto a no ser hombre público, sino a obedecerla a ella mismo, ya que por tanto tiempo la he gobernado. Este es un sentimiento que nadie podrá arrancarme del alma, y crea Vd. que ha llegado el día de cumplirlo. No aguardo sino el momento en que yo pueda desembarazarme de los negocios del Alto Perú, que ha librado su suerte entre mis manos, para regresar a mi querida Colombia, y, sin duda, que mi mayor placer será visitar la patria de los Mosqueras, Arroyos, Pombos, Arboledas, cuyas virtudes, patriotismo y talentos son dignos del pueblo romano en los días de Catón. El Alto Perú, reunido en la asamblea general de diputados, en Chuquisaca, ha manifestado sus deseos de gobernarse por sus propias leyes y magistrados; ha recompensado al ejército libertador con una generosidad sin límites; y, para excederse a sí mismo en gratitud, han querido tomar mi nombre para dárselo a su república y han puesto el del Gran Mariscal de Ayacucho, en mi corazón, dando el de Sucre a la capital. ¿No le parece a Vd. que este rasgo es grande, bello y hasta inimitable? Considere Vd., pues, cuales son las sagradas obligaciones que a la vez obligan al ejército libertador, al Gran Mariscal de Ayacucho y a mí, cuando nos prodigan honores dignos de los inmortales. BOLÍVAR".

Este es un documento, donde efusivamente se dirige al hermano espiritual, que a la hora de enfrentarse al enemigo, ambos evidencian un lazo de unión, comunión que los llena de energía y graba sus nombres en la inmortalidad.

SIMON BOLÍVAR

"LIBERTADOR PRESIDENTE DELA REP?BLICA DE COLOMBIA, LIBERTADOR DE LA DEL PER? Y ENCARGADO DEL MANDO SUPREMO DE ELLA &, &, &.

A S.E. el Gran Mariscal de Ayacucho Antonio José de Sucre, Encargado del mando supremo de la República de Bolivia.

Grande y buen amigo:

Es inexplicable mi gozo al participaros el reconocimiento de la independencia y soberanía de la república de Bolivia por la del Perú.

Señora de sí misma, puede escoger entre todas las instituciones sociales las que crea análogas a su situación y más propias para su felicidad. Un pueblo que acaba de nacer, y que ha sacudido, con las cadenas que lo aherrojaban, las leyes del gobierno español, puede recibir todas las mejoras que le dicte su sabiduría. Bolivia tiene la ventura en sus manos. Yo saludo cordialmente a esa nueva nación, y os felicito, grande y buen amigo, porque veis recompensados, en parte, vuestros eminentes servicios, y vuestros esfuerzos para elevarla al puesto que hoy ocupa.

Cuando tuve la dicha de visitar esa tierra afortunada, los representantes del pueblo me honraron pidiéndome un proyecto de constitución. Bien sabía que esta empresa era muy ardua y muy superior a mis fuerzas, pero qué rehusaré yo a ese estado? He bosquejado la que me tomó la libertad de enviaros con una alocución a los legisladores. Os ruego, grande y buen amigo, presentéis al Congreso este débil trabajo que ofrezco a los ciudadanos de Bolivia como un homenaje de mi gratitud, y una prueba de mi respeto a sus preceptos.

Dado, firmado y refrendado por mi secretario general, en el cuartel general de Lima, a 25 de mayo del año del Señor, de mil ochocientos veinte y seis. Por S.E. el Libertador Presidente".

Habían transcurrido más de dos meses y Simón Bolívar, dotado de una energía excepcional, desde el Perú donde permanece hasta el 1 de septiembre de 1826, prosigue escribiendo, es el 4 de agosto de 1826, aún está latente el nombre de Bolivia, finalmente una forma de estimular a nuestra historia, es con gratitudes que relevan a nuestra amada Patria. Dice: "Gran Mariscal de Ayacucho Antonio José de Sucre, Presidente de la República de Bolivia. Excmo. Señor: El pueblo boliviano está empeñado en anonadarme con el peso de su inmensa gratitud. Fecundo en invenciones generosas, encuentra cada día un nuevo eslabón que añadir a la cadena de reconocimiento con que tiene oprimido mi corazón. ¿No tendrá término su ilimitada munificencia? Ruego a V.E. que manifieste a la asamblea general, que la medalla con los emblemas que la adornan, que se ha dignado presentarme escogiendo la invicta mano de V.E. la conservaré toda mi vida en señal de mi profundo reconocimiento hacia Bolivia, y a mi muerte devolveré este presente nacional al cuerpo legislativo. (Artículo 6º. Del testamento de Bolívar): "Es mi voluntad que la medalla que me presentó el Congreso de Bolivia a nombre de aquel pueblo, se le devuelva como se lo ofrecí, en prueba del verdadero afecto que, aun en mis últimos momentos, conservo a aquella república".

La Constitución de Bolivia, escrita en 1826 por Simón Bolívar, cuando se dirige en una misiva al Gran Mariscal Andrés de Santa Cruz, desde Caracas en junio de 1827, señala: "Le deseo solamente felicidad y gloria, que vivan en Concordia y obedezcan a sus mejores magistrados. Nada me importa la constitución boliviana. Si no la quieren, que la quemen, como dicen que ya se ha hecho antes de ahora. Yo no tengo amor propio de autor en materias graves que pesan sobre la humanidad"

En realidad, los pensamientos, diálogos internos, se plasmaron en letras y corrió mucha tinta, a través de las misivas, medio manuscrito, comunicación inequívoca, fidedigna y certera, donde el protagonista ratifica las veces que puede, su visión de amor hacia Bolivia.

Este homenaje al insigne patriota que defendió con valor y humanismo, despertó la porfía de hacernos libres, desbordó su aliento, su pasión por este suelo sin fronteras, con altivas montañas. Vino desde lejos, para romper el silencio del cieno que tristemente nos iba catapultando, para compartir y darnos libertad, quedó no solo en él pensamiento, no puede ignorarse tanta lágrima y sangre derramada, ante todo está la cadena humana que somos los bolivianos, no destruyamos la obra de su creación. La paz no debe cerrarse y adormecernos, estamos para combatir los miedos y rescatar de este americano, su coraje y la lucha cotidiana, sin indiferencia, sin odio ni rencor que profanan algunos impíos.

Esta tierra bendita se yergue y reclama dignidad, el testimonio vivo por la que tribularon patriotas, dimensión que no tiene límite. La bandera nos identifica, da fortaleza e identidad, es nuestra perenne historia. Bolivia la hermana universal, la que predica y no claudica.

Referencias:

Biblioteca Gregorio Ramos. Misivas recopiladas 1799 a 1830. Caracas 1930.

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