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Domingo 04 de agosto de 2019

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Revista Dominical

Antología Escritoras Bolivianas Contemporáneas (Narrativa, Poesía y Drama)

04 ago 2019

Por: Márcia Batista ramos - Escritora (mar_bara@yahoo.es)

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La "Antología Escritoras Bolivianas Contemporáneas (Narrativa, Poesía y Drama)", será presentada en la Feria Internacional del Libro en La Paz, el próximo 9 de agosto.

El interés de esta antología se traslada en el espacio y en el tiempo, volviéndose hacia el largo y ancho del territorio nacional, identificando las múltiples y heterogéneas voces literarias femeninas de Bolivia, que se hacen escuchar en una etapa de intensa fermentación cultural, vislumbrada en las dos décadas que van del nuevo siglo.

La dilatada extensión de la nómina de mujeres bolivianas que hoy se dedican a escribir literatura, no permitiría aglutinarlas en un volumen antológico. Motivo por el cual, entiendo, que la gestora del proyecto Rossemarie Caballero Vega, junto a las escritoras Amalia Decker y Marcia Batista Ramos, dedica el presente tomo: Escritoras Bolivianas Contemporáneas; a la literatura hispana del siglo XXI, producida por mujeres en Bolivia.

Tomando en cuenta que, desde la perspectiva idiomática, quedan rigurosamente excluidas del campo de la literatura hispanoamericana todas las obras que no hayan sido escritas en castellano, independientemente, de ser producidas en el territorio latinoamericano, en cualquier otro idioma incluyendo las lenguas vernáculas.

Tomando en cuenta que, desde la perspectiva idiomática, quedan rigurosamente excluidas del campo de la literatura hispanoamericana todas las obras que no hayan sido escritas en castellano, independientemente, de ser producidas en el territorio latinoamericano, en cualquier otro idioma incluyendo las lenguas vernáculas.

Asimismo, en un intento de responder a los cánones universales, la autora aglutina en esa obra, gran parte de la amplísima producción literaria escrita por mujeres en Bolivia, que responden a las características de la literatura hispanoamericana del siglo XXI; obviando, por supuesto, las autoras que escriben literatura infantil, por tratarse de otro campo de la literatura. Tarea colosal, que, desde luego, merece consideraciones.

La literatura hispanoamericana del siglo XXI, vuelve su mirada hacia las posibilidades artísticas de su propia materia constitutiva: la lengua. Contextualizada, por la nueva realidad social vigente en la región. Sin alejarse del eterno drama existencial humano. Al tiempo que vive un impasse radical. Ya que, por un lado, no consigue convertirse en la gesta de la edificación nacional (en ninguno de los países de la región), pues, en los últimos cincuenta años, la circulación internacional del capital socavó las bases del Estado-nación; por el otro, no se mantiene como valor estético lo suficientemente duradero, pues las luchas, tienden a ser inmediatistas y concernientes a grupos específicos, generalmente asociadas a la reivindicación sectorial.

Cabe mencionar, como lo han señalado otros críticos y teóricos, entre la literatura y la sociedad existen vínculos profundos y determinantes que, en la medida en que la sociedad se modifica, la literatura y el arte en general, a su vez, también se transforman dando cuenta de los nuevos aspectos de la sociedad en la cual se encuentran inmersos, al tiempo que se dirigen a esa misma sociedad.

En tal sentido, no es extraño que, en el nuevo momento social y cultural vigente, que la literatura haya adoptado características que la distinguen de la literatura de los últimos treinta o cuarenta años del siglo pasado. Puesto que responde a las pautas generales de la sociedad del siglo XXI y que responden a los nuevos rasgos como: la subjetividad, la relación con el pasado y la tradición, las relaciones intersubjetivas, la política, la filosofía y la economía del final del siglo XX y comienzos del XXI.

Así, el nuevo siglo provocó el nacimiento de nuevos narradores cosmopolitas, que buscaron y optaron por un discurso diferente al realismo mágico, a la revolución, a las guerrillas y militarismos, que caracterizó la segunda mitad del siglo XX. Por ende, fueron derrumbados conceptos de diversas índoles como: del artista o intelectual comprometido. Tanto así, que en vista de que los cambios en los escenarios políticos fueran tan desastrosos, hoy el intelectual de izquierda, es tomado por resentido social. Hoy, ya no se harían las críticas que se hicieron a Mario Vargas Llosa por reprochar al castrismo, como cuando él lo hizo, desmarcándose de las ideas revolucionarias de izquierda.

Con este cambio de paradigma, la literatura de Latinoamérica actual, fusiona el compromiso, se evade en el decadentismo ético y renuncia a cualquier búsqueda nacional o territorial. Presenta una nueva visión de lo real, que es resultante de las tecnologías y de la comunicación multimedia que establece un nuevo orden en el planeta, ahora globalizado.

Existe una transformación histórica fundamental: se está gestando una nueva y radical comprensión de los seres humanos. Este es un acontecimiento especial de la historia que tiene el poder de reconfigurar lo posible y de modificar el futuro, empero esa transformación no es ajena a la literatura.

De tal suerte que, desapareció la idea mítica de América Latina y esta ha sido sustituida por visiones más pragmáticas y cosmopolitas, geográficamente hablando, pero también, más subjetiva e intimista, humanísticamente hablando. Como resultado de modificaciones, que podríamos calificar de trascendentales, que sufrió la literatura latinoamericana a partir de las últimas dos décadas del siglo XX. Hoy el desafío para el escritor latinoamericano es tratar los temas locales con una disposición emocional que se alimenta de una cierta intimidad global y de un imaginario integral, que logre reflejar la inserción de Latinoamérica en el panorama mundial.

Cuando nos enfocamos en el territorio nacional, percibimos que se cierra un ciclo marcado por la complejidad narrativa; y por la idea de que Bolivia podía encontrar su identidad a través de la literatura; entretanto, se abre otro ciclo, en el que la producción literaria pretende ser más directa. Mismo cuando se encuentra en una aparente paradoja por el abandono de un proyecto nacional, e incluso de sus características nacionales históricas como: la identidad campesina y minera, que caracterizó gran parte de la literatura boliviana en el siglo XX; se observa un esfuerzo multifacético por ampliar la geografía y la espacialidad, de manera, que la narrativa se inserte en el centro de la relación entre la identidad nacional boliviana y la globalización. Como una simbiosis, resultante del propio encuentro entre individuos, movimientos y culturas y que, por ello, simultáneamente viene de adentro y, de afuera. Afirmando el rasgo característico de la literatura boliviana contemporánea que es el abandono del proyecto de nación como escenario para sus narrativas.

Cuando hablamos de literatura del siglo XXI en Bolivia, somos obligados a vislumbrar la oposición, entre una literatura genuinamente autóctona y una con rasgos y sesgos extranjerizantes , que aparece en todo el proceso de consolidación de la literatura nacional. Por lo tanto, es necesario remarcar que los signos de la nacionalidad, cómo la exaltación del indígena o del hombre del campo y, posteriormente, el minero, hizo parte del ideario europeo en el romanticismo.

A principios del siglo XX, se estigmatizaron tales figuras y los movimientos literarios de estos años buscaron rescatarlas, contando nuevamente con el apoyo de un referencial extranjero: como las vanguardias europeas, debidamente deglutidas.

Aproximadamente a mediados de los años 50, los escritores bolivianos rescataron lo nacional recurriendo a la denuncia con cierto paternalismo y singularidad, tradicionalmente asociados a la literatura regionalista. Mientras anunciaban la decadencia social del latifundio, en una fluida narrativa de tintes políticos, planteaban la ascensión de la burguesía, el aumento de la proletarización y los dramas de las clases medias emergentes.

Se visibilizó en los años 60 los cambios profundos, resultantes de los cambios sociales que empezaron una década antes, con el fin del feudalismo en el país, coincidiendo con un periodo de modernización económica y tecnológica que incidiría en la vida cultural y social.

En los años 70, la literatura de resistencia y la defensa que hicieron los artistas de izquierda de un arte comprometido coincidió con la preocupación por rescatar lo nacional. Es menester recordar que mismo sometidos a la censura rígida, a los encarcelamientos, exilios y tortura de los intelectuales, la producción literaria siguió soslayando al régimen y sirviendo de testimonio de una época de oscurantismo político; la literatura fue un verdadero grito en el silencio en esos años duros.

En tal atmósfera, a partir de los 80, la ficción asumió diferentes matices y abrió una serie de vertientes que iban del intimismo a lo experimental; de lo insólito a lo regional redimensionado, asumiendo rasgos del realismo mágico, aún vigente en la región. Y es el momento en que empieza a consolidarse el sujeto femenino (específicamente la mujer de clase media urbana) como voz narrativa. Cabe aquí mencionar a la escritora Gaby Vallejo Canedo, como precursora de la narrativa femenina boliviana contemporánea, con la emblemática novela Hijo de Opa en 1976.

La narrativa boliviana, se alimentó del desencanto y de las miserias cotidianas del campo o de la gran ciudad sometida a las dictaduras militares. Poco a poco rescató y transfiguró el costumbrismo, logrando posteriormente, al inicio del nuevo siglo, la síntesis de las obsesiones constitutivas de nuestra ficción: la sed de lo particular como justificación de identidad y el deseo de proyección universal.

Particularizando la literatura escrita por mujeres en Bolivia en el siglo XXI, percibimos que, por todas las páginas de la antología, volamos con la memoria al darnos cuenta que, entre la memoria y la nostalgia, está la palabra bien trabajada que materializa la multiplicidad de voces femeninas, que ya nadie podrá callar.

A partir de esta selección, se puede dar una mirada a la literatura contemporánea, al recoger un conjunto de voces distintas capaces de componer una especie de sinfonía de época; un encuentro con el tiempo actual; al lograr identificar el fenómeno literario existente; alentándonos a plantear una cierta visión e interpretación del presente, en cuanto a literatura se refiere.

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