Es innegable que el narcotráfico aumentó grande y gravemente en el mundo debido a que los consumidores se han multiplicado no solamente por el consumo de cocaína, opio y otros alucinógenos tradicionales que son letales para la salud y que cobran miles de vidas y que, en los últimos diez años habrían sido más de cinco millones los muertos por excesos en el consumo.
Naciones Unidas, con los últimos operativos que dieron lugar al apresamiento y condena a cadena perpetua del narcotraficante llamado "Chapo Guzmán", mostró mucha preocupación por el aumento excesivo de la fabricación, comercialización y consumo de drogas alucinógenas, especialmente pasta base y cocaína cristalizada; y así lo anunció la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito: "la producción ilegal de cocaína alcanzó en 2017 el récord de 1.976 toneladas, 25% más que el año anterior". La cifra es espeluznante y demuestra cómo el consumo de cocaína aumentó drásticamente.
Los datos de la ONU son preocupantes; pero, se trata de cifras más o menos oficiales y la realidad tiene que ser diferente dado el hecho de que los empresarios o bandas de las drogas disponen de muchísimos medios para comercializar tanto cocaína como otros productos; creer en los datos "a priori" que proporcionan las oficinas de los países productores y que combaten al narcotráfico no siempre puede calificarse como completas dado el hecho, además, de que, por ejemplo, la industrialización de las hojas de coca en los países productores - Colombia, Perú y Bolivia - abarca muchos sitios y cuya producción es secreta e incalculable.
Los datos de la ONU son preocupantes; pero, se trata de cifras más o menos oficiales y la realidad tiene que ser diferente dado el hecho de que los empresarios o bandas de las drogas disponen de muchísimos medios para comercializar tanto cocaína como otros productos; creer en los datos "a priori" que proporcionan las oficinas de los países productores y que combaten al narcotráfico no siempre puede calificarse como completas dado el hecho, además, de que, por ejemplo, la industrialización de las hojas de coca en los países productores - Colombia, Perú y Bolivia - abarca muchos sitios y cuya producción es secreta e incalculable.
Lo grave es que ni Naciones Unidas ni ningún otro organismo internacional que se proponga combatir a las drogas logra sus objetivos y una de las organizaciones que luchaba efectivamente contra el vil negocio era la DEA - Oficina de Lucha Contra el Narcotráfico de los Estados Unidos - que, como en el caso de Bolivia, ha sido expulsada. Sin la intervención de la DEA, por más esfuerzos que realicen Umopar y la Felcn no es suficiente, aunque cuentan, de hecho, con mucha de la capacidad técnica que dejó la DEA. Esta organización de Estados Unidos ha cumplido gran labor en Bolivia y en otros países productores de cocaína; pero, las "razones" ideológicas o políticas han determinado que "su labor ha sido insulsa" y la verdad es que ha sido positiva y lo correcto sería que la DEA retorne a Bolivia y, conjuntamente los organismos nacionales, cumpla las labores eficientes que realizó en el pasado antes de su expulsión.
Finalmente, hay que convencerse de que Naciones Unidas y sus dependencias en contra del narcotráfico, si bien hacen lo poco que pueden, no es suficiente y es preciso reforzarlas o crearle organismos paralelos más efectivos para desarrollar una lucha más eficaz y drástica en contra del letal negocio de las drogas que cobra muchas vidas.
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