En otras palabras, libertad, igualdad y pluralidad están lejos de la coyuntura actual, desde la aprobada con premura Ley de Partidos PolÃticos y sus peculiares primarias: un solo candidato por partido. La sociedad polÃtica aceptó sin más. Abstenerse no era la opción, cierto. ¿Lamentarse es llorar sobre leche derramada?
Hoy el Tribunal Constitucional (TC) borra las garantÃas contenidas en la Constitución PolÃtica del Estado (CPE), aunque hubo quienes en 2009 no votamos a su favor por excesiva, demagógica y populista.
Ya estaba Bolivia peor que mal sin división de poderes. Hoy está sujeta a un TC que, por instrucciones del poder polÃtico, modifica parcialmente la Constitución. Y la deja al libre arbitrio de Morales y compañÃa que, en casi 14 años de hegemonÃa+coerción+dominación, han barrido con la institucionalidad democrática y el Estado de Derecho.
Ahora nos acosan con que toda la oposición debe sumarse a Mesa para ganar a Morales en primera o segunda vuelta, con los votos que obtuviera Ortiz, en tercer lugar, según las encuestas.
Si Morales fuera reelecto presidente de Bolivia, trampas mediante, gracias al sometido Tribunal Electoral, parece ser el peor de los escenarios. ¿Más cerca de Maduro y Ortega? Quizás. ¿Evitarlo es el precio, a costa de eliminar la pluralidad polÃtica? Y ¿sin tomar en cuenta que Morales no tiene ni la más remota idea de dejar el poder, como toda dictadura revestida de democracia electorera?
Morales ha construido su poder con el concurso de muchas voluntades, incluidos segmentos del empresariado cruceño, antes en su contra. La cárcel que sufren muchos sin haber cometido delito alguno, el exilio de tantos con acusaciones falsas, el irrespeto a los Derechos Humanos, a los pueblos indÃgenas, un poder judicial convertido en guillotina polÃtica, no tienen el peso del ´Kapital´. Ese es el que vale.
Como decÃa Hannah Arendt, "La libertad, además, no es solamente uno entre los muchos problemas y fenómenos del ámbito polÃtico propiamente hablando, tales como la justicia, o el poder o la igualdad; la libertad, la cual raramente -en tiempo de crisis o revolución- se convierte en el propósito principal de la acción polÃtica, es precisamente la razón por la cual los hombres viven juntos en organizaciones polÃticas. Sin ella, la vida polÃtica carecerÃa de significado".
Desde el ámbito público, la libertad es experiencia polÃtica personal y colectiva. Es decir, acción con otros. Necesariamente implica pluralidad.
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