En 1973 varios líderes caribeños determinaron unirse como mejor opción para garantizar el bienestar de sus pueblos, pero 37 años después aún faltan detalles para concretar una plena integración necesaria de cara al futuro.
Aunque la frase de orden en la Comunidad del Caribe (Caricom) es trabajo mancomunado por el beneficio de todos, algunos coinciden en que las acciones de los gobiernos no siempre parten de una visión compartida, lo cual entorpece el avance.
Problemas en planes fundamentales como los pasos previos al establecimiento del Mercado Único y Economía Caribeña (MUEC) golpean una y otra vez a la Comunidad, que en ocasiones pone en duda la efectividad de esa iniciativa.
Esa situación se evidenció en la reciente XXI Conferencia de jefes de Gobierno de la Comunidad del Caribe (Caricom), efectuada en Montego Bay, Jamaica, la cual resultó en un amplio y disímil debate con voces a favor y en contra.
En la población, encontradas son las opiniones. Unos sí reconocen los beneficios y estiman que los avances son notables en varios sectores, teniendo en cuenta la fragilidad de los territorios caribeños por su escaso desarrollo económico.
Al respecto, los mandatarios presentes en la conferencia reconocieron logros en programas educativos, sanitarios, deportivos, y en otras áreas de cooperación funcional, al tiempo que concordaron en la necesidad de impulsar un plan de acción común, hacia la completa unidad zonal.
En ese marco también se analizó la postura asumida ante situaciones como la atención a desastres naturales y el terremoto en Haití, país al cual la Comunidad ofrece asistencia constante, luego de la devastación ocasionada por el sismo a principios de este año.
De igual manera, existe un sector que cataloga de escasos los progresos obtenidos rumbo a la completa aplicación de un esquema de mercado común y califican de ineficientes las estructuras de gobernabilidad.
Sobre ese particular, tanto el secretario general de Caricom, Edwin Carrington, como el presidente protempore de Caricom y mandatario jamaicano, Bruce Golding, coincidieron en que estos son momentos de trabajo mancomunado por encima de cualquier divergencia.
Las principales discrepancias radican en la forma de aplicar el libre flujo de bienes, servicios y personal calificado, pasos comprendidos en el MUEC, iniciativa diseñada para dirigir negociaciones y comercio intrarregional y con otros bloques.
A criterio de Carrington: "la razón eminente para unirnos no es batallar contra la adversidad o por la nostalgia de una historia común, sino la responsabilidad colectiva y la perspectiva de bienestar para los que vivimos alrededor del mar Caribe".
Mientras, Golding afirmó: "No obstante los desafíos, la impaciencia de muchos por agilizar el MUEC y el cinismo de algunos observadores, la Comunidad es la mejor esperanza para afrontar la avalancha de crisis, que ya nos ha hecho más vulnerables".
La nueva recomendación aprobada por la XXI Conferencia para atender ese problema puntual fue crear una comisión, formada por algunos de los mandatarios, encargada de proponer iniciativas para analizar formas alternativas de gobernabilidad en un debate especial, previsto para septiembre venidero.
Una vez más, el mecanismo de integración de más larga data entre países en vías de desarrollo se encuentra en una encrucijada, cuya salida implica, además de voluntad política, visión compartida e intercambio fluido con la población.
La idea de involucrar con más fuerza a los sectores sociales fue tratada en 2004 por uno de los mayores defensores del bloque regional y entonces primer ministro de Jamaica, Percival Patterson durante la presentación de la publicación: "Nuestra Comunidad del Caribe, una Introducción".
En esa ocasión Patterson señaló: "mientras el proceso avanza, debemos incluir a la gente en una discusión honesta y abierta sobre quienes somos como comunidad de pueblos".
"El diálogo no se debe confinar a encuentros entre Jefes de Gobierno o funcionarios, debemos incorporarlo en todos los niveles, en la calle, viviendas, escuelas, iglesias, fábricas, oficinas, terrenos deportivos", sentenció.
Un segundo factor que frena el desarrollo caribeño es la crisis global, no sólo en términos financieros, sino también en el plano medio ambiental.
Aunque el camino de unidad para lograr el éxito es claro, las soluciones específicas que agilicen su llegada permanecen sin ver la luz y el proyecto de bloque económico es aún una ilusión.
En medio de una sociedad que lucha contra la desaceleración económica mundial, el aumento de la criminalidad y los peligros del cambio climático, la situación se torna complicada.
Seis años después de la publicación de: "Nuestra Comunidad del Caribe, una Introducción", Patterson mantuvo su criterio en Montego Bay: "nos engañamos si creemos que alcanzaremos la integración sin construir confianza entre los líderes y con los pueblos que dirigimos".
"Quizás nuestro mayor error ha sido pensar que podemos unir al Caribe sin sumar primero a su gente. Ese es un asunto que debemos atender en el contexto de la gobernabilidad. Permitamos que este momento crucial sea un nuevo comienzo", reconoció por su parte Golding, en sus palabras de apertura del encuentro.
(*) Periodista de Prensa Latina especializada en temas del Caribe.
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