Prudencia y moderación en lo que se dice o se hace

Muchas veces en la vida es fácil caer en la sima de lo inconveniente, innecesario, peligroso, controvertido, desusado, desenfrenado tan sólo por decir o hacer lo que no se debe o es contrario a lo que se quiere decir o hacer. Esto es lo que normalmente ocurre cuando sea en política o en negocios de la vida económica o en actividades de cualquier índole puede ocurrirle a cualquier persona cuando no ha sabido moderar, pensar o prever consecuencias o situaciones que pudiesen presentarse.

En política partidista especialmente y más concretamente en situación de campañas pre-electorales, es urgente y necesario que los protagonistas que tendrán que cumplir funciones importantes, actúen con cautela y tino; que lo que digan o hagan sea sensato y sereno. Piensen para hablar y no cometan el yerro de hablar para pensar; es preciso que respeten los principios de sensatez y cordura; que los entusiasmos no los lleve a decir lo que no debían o no querían que, luego, al buscar corregir o rectificar agravan el error al ratificar lo dicho o hecho con la frase "no dije lo que dije�"

Muchas veces, especialmente en tiempos pre-electorales, tanto los candidatos como sus voceros o representantes, improvisan discursos y hasta sólo palabras y expresan lo que después es motivo de arrepentimientos porque "cayó mal en la audiencia a la que estuvo dirigido lo dicho". Esta es realidad que pesa, a veces, grande y gravemente en el sentir y obrar de las personas y, por otro lado - sobre todo en política-partidista - se aprovecha el yerro para endosar lo que corresponde o no, para inculpar cuestiones falsas o inventar hechos que nunca ocurrieron.

Generalmente, hay poca prudencia, sensatez y moderación cuando son los nervios los que tergiversan palabras y hasta juicios porque son emisiones al calor de entusiasmos que hay que moderarlos, sopesarlos, frenarlos y meditarlos porque lo contrario significa lanzar "boomerangs" que vuelven contra el que los lanzó. Los ejemplos de imprudencias, incongruencias, precipitaciones, improvisaciones y otros extremos son muchos en nuestro país; las experiencias son de larga data y, en lo que va del actual gobierno - casi 14 años - yerros con lo mal dicho o mal hecho son muchísimos porque son resultados de la improvisación o del poco conocimiento de temas que merecían estudios, meditación, juicio y raciocinio. En estos días, tal vez, por soberbia y creencia de que se sabe todo y se puede improvisar, se debe reconocer que hubo "metida de pata" o, peor: "meter la cuchara donde no se debía" y se dio un arma que es aprovechada contundentemente por quienes quieren perjudicar, dañar, lastimar y herir. En mucha parte de la opinión pública cayó mal el error; pero, la mayoría supo sopesar ello y le dio poca o ninguna importancia porque, se dice, "en política se juega con lo malo y lo bueno".