Se habla mucho pero se hace poco, esta frase está enquistada como una rebelde ameba en las conclusiones de las reuniones mundiales sobre el medio ambiente y la preservación del equilibrio climático para evitar sus repentinos y destructivos cambios.
Este tema, creo con vehemencia, impele a todo habitante en el mundo a escribir o expresarse con energía sobre ello, acción que debería ser crucial y de prelación en su tratamiento por las potencias que dirigen al mundo.
Es un sentimiento de impotencia no influir, redimir el egoísmo y la incontenible codicia de las potencias que evitan consensuar medidas drásticas e inmediatas que son sugeridas por los profesionales y expertos en medioambiente; la razón prosaica para ello es preservar los intereses económicos de la empresas que contaminan considerablemente la atmósfera y destrozan sin solución de continuidad la capa de ozono además de continuar con la tesitura de usar combustibles fósiles.
Bajo toda consideración es irracional acumular riqueza, si se sabe conscientemente que no se podrá vivir en este agradable mundo debido a que pronto el aire será irrespirable y los embates demoledores de los cambios climáticos generados por la propia humanidad, harán a cualquier lugar inseguro a fenómenos de la naturaleza.
Bajo toda consideración es irracional acumular riqueza, si se sabe conscientemente que no se podrá vivir en este agradable mundo debido a que pronto el aire será irrespirable y los embates demoledores de los cambios climáticos generados por la propia humanidad, harán a cualquier lugar inseguro a fenómenos de la naturaleza.
Escribo bajo el sentimiento de impotencia debido a que la situación actual del clima no es para trivializarla sino es preocupante con intensidad cotidiana, sobre todo para la población mundial que aspira a un medio ambiente adecuado para criar a las generaciones actuales y venideras.
Todo ello puede quedar truncado por determinaciones inconscientes de los dirigentes mundiales; ineptos para arribar a consensos de medidas inmediatas para la preservación del medio ambiente y así salvar a nuestra especie. Es la soberbia del humano que líricamente sostiene que puede dominar a la naturaleza y está destruyéndola o modificándola reacciona sin contemplación.
Para nuestro país, también impotente ante las potencias que deciden, existe una salvaguarda efectiva, y ésta es la afirmación científica de los expertos ambientalistas que sembrar árboles masivamente mitiga el cambio climático y reduce ostensiblemente el C02, entonces, una concienciación de esta afirmación comprobada trasuntada en cubrir cualquier área descubierta con árboles, posibilitara la prevención eficaz para esta tierra maravillosa que es Bolivia.
*Es abogado, posgrados en Interculturalidad y Educación Superior, Docencia en Educación Superior, Arbitraje y Conciliación, Alta Gerencia para abogados, Filosofía y Ciencia Política (maestn), Oratoria Jurídica, Derecho Aeronáutico, doctor honoris causa, IWA-Cambridge University con tesis aprobada
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