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Domingo 30 de junio de 2019

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Revista Dominical

El milagro de Belén

30 jun 2019

Fuente: LA PATRIA

Por: Dehymar Antezana -Periodista

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Las manecillas del reloj marcaban las 06:08 horas de aquel 13 de enero de 2019, cuando en el quirófano del Hospital de Tercer Nivel Oruro - Corea de la ciudad de Oruro - Bolivia, se escuchó el llanto de una hermosa niña que llegaba de una travesía de 35 semanas.

Al principio fue un viaje clandestino, porque el "asiento" que eligió, era uno no convencional. Nadie sospechaba de su llegada, ni su mamá, ni los médicos que se encargaron de su atención.

Pero el destino así lo quiso, porque Belén estaba lista para sorprender al mundo y el milagro de Dios estaría presente en este nacimiento, no muy común por las circunstancias presentadas.

Aquel llanto emocionó al personal médico y más a la madre. Sería el resultado de un largo proceso de padecimiento corporal y la ilusión hecha realidad de tener al hijo añorado por mucho tiempo.

MADRE

Esta es la historia de María (nombre ficticio) una mujer de 37 años, quien en dos oportunidades previas se embarazó, sin embargo; mientras estaba en etapa de gestación perdió la esperanza que llevaba en el vientre por distintos factores.

Esta es la historia de María (nombre ficticio) una mujer de 37 años, quien en dos oportunidades previas se embarazó, sin embargo; mientras estaba en etapa de gestación perdió la esperanza que llevaba en el vientre por distintos factores.

La madre trabajaba como maestra en el municipio de Independencia, departamento de Cochabamba, allí se embarazó dos veces y consideró que debido a la caminata que realizaba diariamente originó la interrupción de su embarazo de manera involuntaria, la primera vez de siete semanas y la segunda de nueve.

Ante esa situación, el 2014, en consulta con su esposo, dejó su trabajo. Volvió a su tierra natal, Challapata, poblado distante a 120 kilómetros al Sur de la ciudad de Oruro.

Allí no pudo embarazarse. Este hecho le preocupó y decidió hacerse estudios para conocer con exactitud el motivo. Los resultados de cada uno de ellos, señalaban que su organismo funcionaba bien, dándole una esperanza con el objetivo de tener el hijo que tanto ansiaba.

Pero, con el paso de los meses esa ilusión poco a poco se iba disipando y prácticamente estaba a un paso de "tirar la toalla".

"La sorpresa fue grande cuando en junio (2018) había un retraso. Dije: ¿será un retraso o estaré embarazada? El 7 de julio fui al hospital a consultar, tenía dolor de cabeza, náuseas. Me hicieron laboratorio y cuando fui a recoger el resultado, era positivo del embarazo. Mi esposo estaba feliz y yo tenía el temor de perderlo, estaba traumada", indicó.

Al parecer, la idea de María no estaba alejada de la verdad, porque el 7 de agosto, repentinamente le vino un sangrado. Día después decidió ir al hospital y ahí los galenos le comunicaron que había perdido a su bebé. Se le practicó una ecografía y se observaba aparentemente restos de un pequeño cuerpecito, situación que la dejó devastada una vez más.

EMBARAZO

A las 02:00 horas del miércoles 8 de agosto ingresó a quirófano para someterse a una limpieza. Ese mismo día fue dada de alta, le recomendaron estudios adicionales, sin embargo; ella continuaba con la sensación de estar embarazada, tenía náuseas y no podía agacharse con facilidad.

Una jornada después se le recetó unos medicamentos con el objetivo de expulsar los coágulos de sangre restantes. Lo paradójico del caso es que ni bien se enteró de su nuevo embarazo, se cuidó al extremo de no levantar cosas pesadas, ni lavar ropa, entre otras.

Luego de unos días, en Challapata se le practicó una ecografía, cuando descubrieron la existencia del bebé, aunque hasta ese momento no se sospechaba que estaba fuera del vientre.

Debido al sangrado que tenía, nuevamente se la internó a mediados de agosto, durante 72 horas. Fue dada de alta, pero al tener un nuevo sangrado, la mujer se internó una vez más.

Uno de los médicos le indicó que la hemorragia era por una posible infección y que había que hacer un tratamiento. Una semana más tarde salió del hospital, pero fue breve porque en septiembre, volvió a una de las camas del centro de salud, debido al dolor que tenía.

"Había molestias como si algo me jalara en el interior, comenzaba a comer y me dolía el estómago, no podía caminar. Después de septiembre, ya no me dolió hasta enero (2019), me cuidé mucho. El doctor me recomendó y le hice caso al pie de la letra", afirmó.

El lunes 7 de enero fue a su control y le dijeron que tenía quistes, resultado de la limpieza efectuada en agosto, pues no salieron todos los coágulos y se formaron los quistes, motivo por el cual le sugirieron operarse porque había el riesgo que revienten.

Asimismo, le inyectaron un medicamento con el objetivo de madurar el pulmón de su bebé, todos esos diagnósticos hicieron en ella que crezcan muchas interrogantes, por lo que pidió su traslado a la ciudad de Oruro, ya que en el hospital de Challapata no había incubadora, en caso del nacimiento mediante una cesárea.

HOSPITAL

Después de tanta insistencia, el sábado 12 de enero fue remitida al Hospital de Tercer Nivel Oruro Corea. María tenía fuertes dolores de estómago, pese a no haber ingerido alimento, también sentía que algo le jalaba en su interior, principalmente en el sector de sus intestinos. Al mismo tiempo, sintió que los latidos de su bebé disminuían.

"Ingresé a quirófano, estaba consciente, pero solo hasta que sentí que mi bebé lloró. De ahí no recuerdo nada hasta que desperté en Terapia Intensiva, mi esposo y mi familia estaba preocupada, yo con la incógnita de saber si mi bebé había fallecido o no", recordó.

La doctora Angélica Villca Bonifacio indicó que el 13 de enero, remitieron de Challapata hacia Oruro, a la paciente con sufrimiento fetal, es decir, de acuerdo a pronóstico, la criatura estaba a un paso de morir, porque estaba en las 35 semanas.

Inmediatamente se la atendió y se estableció que en ese momento no había sufrimiento fetal, porque el latido estaba normal, luego de realizarle una ecografía. Sin embargo; en la parte baja del vientre había una especie de masa, lo que hizo pensar que se trataba de un útero o tumor. Pese a esos antecedentes el bebé se encontraba bien.

Otro aspecto que llamó la atención de los médicos es que no había líquido amniótico. Ante esas observaciones, María fue internada de urgencia, instante que los latidos del corazón del bebé comenzaron a disminuir. Se presumía una ruptura de membranas, por lo que inmediatamente se ordenó una intervención quirúrgica.

CIRUGÍA

A las 06:00 horas del domingo 13 de enero se inició la intervención en el quirófano, hasta ese momento no se sabía que el embarazo era ectópico abdominal.

"Aunque había una sospecha por esa masa que se veía en la ecografía. Si hubiésemos tenido la certeza, llamábamos al cirujano, nos hubiésemos preparado más, preparar laboratorio, transfusiones. Alistamos anestesiología, la mamá estaba bien, nuestra preocupación era el bebé", dijo la doctora Villca.

La cirugía se inició en tres tiempos. En el primero, los médicos procedieron a iniciar la cesárea haciendo un corte longitudinal en el vientre de la madre, pensando que el feto iba a ser sacado directamente del útero. Una vez que se hizo ese procedimiento, apareció la piel del bebé.

Otro de los pensamientos que se tenía hasta ese momento, era que posiblemente se haya roto el útero y la criatura se haya alojado en la cavidad abdominal.

Por su parte, el doctor David Cayoja Mamani explicó que, al abrir la cavidad, lo que se encontró fue un tejido, cuyo nombre es epiplón, es decir, una capa de grasa que se extiende sobre los intestinos, el hígado y el estómago como una especie de delantal elástico. Es conocido por secretar hormonas relacionadas con la obesidad.

El panorama en dicha cavidad era anormal, porque todo estaba vascularizado, tanto en el epiplón como en los intestinos. Además, no se podía encontrar el útero, situación que no ocurre en una cesárea normal.

El segundo tiempo de la cirugía fue hacer una paratomía (incisión quirúrgica), con el objetivo de encontrar el útero, al final se lo encontró, pero estaba distendido (tensión violenta en tejidos y membranas).

"Al entrar lentamente al cuerpo, vemos la cabeza del bebé protegido por el amnio, que es la bolsita que le cubre al bebé. Separamos el epiplón y encontramos los cabellitos cubierta con esa bolsa. Al tocar la cabecita se rompe la bolsa. Nos indicaron que la fetocardia en Challapata estaba variando y que la tendencia era a disminuir el número de latidos cardiacos, eso significaba que se estaba comprometiendo su vida", explicó Cayoja.

Al ver esa imagen los médicos se sorprendieron porque ahí descubrieron que el embarazo había sido ectópico abdominal. Posteriormente, extrajeron al neonato a las 06:08 horas. Después de hallar la placenta, recién se encontró el útero, estaba debajo. Dicha tarea fue complicada por la hemorragia que había.

La placenta se implantó en el órgano que más sangre le dio, en este caso de los vasos sanguíneos grandes, como la aorta, esta arteria lleva la sangre del corazón hacia los miembros inferiores.

En este caso, confesó el doctor Cayoja, que no se pudo cumplir con la recomendación de bibliografías y protocolos, como es dejar la placenta y posteriormente extraerla. El bebé, en este caso Belén ya estaba a salvo, pero vendría una complicación mayor que ponía en riesgo la vida de la madre.

"No hemos podido cumplir eso porque lastimosamente, alrededor de la placenta comenzaron a sangrar los vasos y como eran de gran tamaño hemos procedido a hacer hemostasia (mecanismo para detener la hemorragia)", afirmó.

Al revisar un poco más al interior del abdomen, los médicos descubrieron que el bebé durante la gestación se nutría del intestino, además de estar prácticamente pegada al epiplón.

Para evitar que la madre muera por una hemorragia se convocó de inmediato al cirujano de turno, además de anestesiología, que fue el tercer tiempo de la cirugía.

"La madre comenzó a sangrar internamente y el ritmo cardíaco se aceleró demasiado, la mamá estaba en riesgo, su presión era de 40-20, entraba a la fase de taquicardia. La situación fue explicada como tres veces a los familiares, debido a lo que se encontró en la etapa operatoria", indicó la doctora Villca.

Después de varios minutos, se logró estabilizarla, se revisó el útero, las trompas de Falopio, todo estaba bien.

PLACENTA

La extracción de la placenta fue lo más complicado de la cirugía, porque existía el temor de originar una hemorragia que cause la muerte de la mamá. Tampoco se podía dejar la placenta dentro del organismo de la paciente, porque el resultado sería la pérdida de la vida.

Previa autorización de la familia, se continuó con la cirugía bajo el riesgo de la muerte de la madre, la placenta se sacó a las 11:50 horas.

"Se perdió mucha sangre y la paciente misma en determinados momentos no percibía la presión arterial", indicó Cayoja al establecer que se utilizaron medicamentos de anestesiología. Se controló la hemorragia, se sacó la placenta y se hacían transfusiones debido a la pérdida de sangre que se tuvo a un inicio, para ello colaboró todo el hospital y los familiares de la mujer.

Una vez que se sacó la placenta se estableció que no había vasos comprometidos, aspecto que permitió dar un respiro a los médicos y salvar la vida de la madre.

Después de salir de la cirugía, María fue llevada a la Unidad de Terapia Intensiva (UTI), pero del Hospital General "San Juan de Dios". Lo sorprendente de todo el caso y el milagro en sí, fue tener tanto a la madre como a la niña con vida.

Los médicos a cargo de la cirugía y el equipo que acompañó dicha labor, se dieron modos, incluso de buscar soluciones inmediatas que no estaban en los textos, para lograr el objetivo señalado. Asimismo, se marcó un hito en la medicina local, porque fue la primera vez que se logró sacar a un recién nacido, vivo y preservar la vida de la madre, durante un embarazo ectópico abdominal. Es el segundo caso que se presentó en Bolivia, en Cochabamba ocurrió el primer caso, pero el neonato fue extraído sin vida.

Embarazo ectópico

El embarazo ectópico es la implantación y nidación del huevo fertilizado fuera de la superficie endometrial (tejido esponjoso dentro el útero). Se estima que su incidencia va de 1.6 a 2 embarazos ectópicos por cada 100 nacimientos. (Campechano-López JM et al. Respuesta exitosa del ERI ante embarazo ectópico cervical).

El embarazo abdominal antes denominado embarazo extrauterino es un tipo de embarazo ectópico, cuya implantación se da a nivel extrauterino, dentro de la cavidad peritoneal y por fuera del ovario, las trompas o los ligamentos.

Un embarazo abdominal carece de una suficiente invasión trofoblástica (trastornos) para mantener el embarazo, raros son los que podrían progresar más allá del segundo trimestre; cuando alcanza las 18 o más semanas de gestación, se denomina embarazo abdominal avanzado. (Gélvez T. S. Embarazo abdominal avanzado con feto vivo-reporte de un caso y revisión de la literatura. RCOG [en línea]. 2015).

El embarazo abdominal es raro, pero su incidencia está en ascenso en las últimas décadas por el uso de métodos anticonceptivos y procedimientos de embarazo asistido, en la actualidad su incidencia es de 1:10.000 partos y representa el 1.4 % de todos los embarazos ectópicos. La prevalencia del embarazo abdominal avanzado se ha calculado en 1 de cada 25.000 partos. (Bravo T.Y., Cadet N.Y., Machado R.F., Camacho H.O. Embarazo ectópico abdominal, Informe de caso. Acta Médica del Centro [en línea]. 2002).

El embarazo ectópico abdominal es una anomalía excepcional que representa el 1 % de los embarazos ectópicos; se asocia con alta morbilidad y mortalidad materna y fetal. El riesgo de mortalidad materna es de siete a ocho veces mayor que el de un embarazo ectópico tubario y 90 veces mayor que el de un embarazo intrauterino. Se trata de un cuadro de difícil diagnóstico que, en muchas ocasiones, se establece tardíamente.

Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), unas 800 mujeres mueren cada día por causas prevenibles relacionadas con el embarazo y el parto. Casi la totalidad de la mortalidad materna (99 %) corresponde a los países en desarrollo: Más de la mitad al África subsahariana y casi un tercio a Asia Meridional.

La atención especializada antes, durante y después del parto puede salvarles la vida a las embarazadas y a los recién nacidos.

Fuente: LA PATRIA
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