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Domingo 30 de junio de 2019

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Cultural El Duende

Oda al gato

30 jun 2019

Pablo Neruda

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Los animales fueron imperfectos,

largos de cola, tristes de cabeza.

Poco a poco se fueron componiendo,

haciéndose paisaje,

adquiriendo lunares, gracia, vuelo.

El gato, sólo el gato

apareció completo y orgulloso:

nació completamente terminado,

camina solo y sabe lo que quiere.

El hombre quiere ser pescado y pájaro,

la serpiente quisiera tener alas,

el perro es un león desorientado,

el ingeniero quiere ser poeta,

la mosca estudia para golondrina,

el poeta trata de imitar la mosca,

pero el gato quiere ser sólo gato

y todo gato es gato

desde bigote a cola,

desde presentimiento a rata viva,

desde la noche hasta sus ojos de oro.

No hay unidad como él,

no tienen la luna ni la flor

tal contextura es una sola cosa

como el sol o el topacio,

y la elástica línea en su contorno

firme y sutil es como

la línea de la proa de una nave.

Sus ojos amarillos dejaron

una sola ranura

para echar las monedas de la noche.

Oh pequeño emperador sin orbe,

conquistador sin patria,

conquistador sin patria,

mínimo tigre de salón, nupcial

sultán del cielo de las tejas eróticas,

el viento del amor

en la intemperie reclamas

cuando pasas y posas

cuatro pies delicados

en el suelo, oliendo,

desconfiando de todo lo terrestre,

porque todo es inmundo

para el inmaculado pie del gato.

Oh fiera independiente

de la casa, arrogante

vestigio de la noche,

perezoso, gimnástico y ajeno,

profundísimo gato,

policía secreta de las habitaciones,

insignia de un desaparecido

terciopelo,

seguramente no hay enigma

en tu manera, tal vez no eres misterio,

todo el mundo te sabe y perteneces

al habitante menos misterioso,

tal vez todos lo creen,

todos se creen dueños,

propietarios, tíos de gatos,

compañeros, colegas,

discípulos o amigos de su gato.

Yo no. Yo no suscribo.

Yo no conozco al gato.

Todo lo sé, la vida y su archipiélago,

el mar y la ciudad incalculable,

la botánica, el gineceo con sus extravíos,

el por y el menos de la matemática,

los embudos volcánicos del mundo,

la cáscara irreal del cocodrilo,

la bondad ignorada del bombero,

el atavismo azul del sacerdote,

pero no puedo descifrar un gato.

Mi razón resbaló en su indiferencia,

sus ojos tienen números de oro.

Para tus amigos: