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Domingo 30 de junio de 2019

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Cultural El Duende

El lado picante de la gestión cultural

30 jun 2019

Silvana Vázquez Valdivia - Creadora de contenido, emprendedora y feminista

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Comienzo con un voto de creatividad: haré mis esfuerzos para que esta nueva aventura con La Patria, de escribir sobre el sentido político de la gestión cultural, no sea estática ni circunscrita a un pequeño y aislado sector. Por otro lado, este tema no es escogido al azar; es resultado de una investigación que realicé entre 2013 y 2014.

Es entendible que cada área profesional u oficio laboral tenga sus tecnicismos, pero acá traduciré a la vida real las estrategias y acciones de la gestión cultural, así como quienes dan sentido: las instituciones, las/os actoras/es protagónicos y públicos. De todas maneras advierto que hay términos académicos que serán parte del estilo, así como el lenguaje incluso que celebro que se pueda dar acá. Todo esto sin pretensiones de verdades absolutas.

Un primer punto es que el Estado Plurinacional de Bolivia no cuenta con una ley integral de expresiones artísticas y culturales que oriente sobre el concepto de cultura. Este término se encuentra en la Constitución Política del Estado (CPE), pero más señala que se da en los habitantes de este país (digamos que es algo que se tiene y que genera identificación) y que eso también incide en nuestra condición pluricultural dada la diversidad reconocida en Bolivia.

Un primer punto es que el Estado Plurinacional de Bolivia no cuenta con una ley integral de expresiones artísticas y culturales que oriente sobre el concepto de cultura. Este término se encuentra en la Constitución Política del Estado (CPE), pero más señala que se da en los habitantes de este país (digamos que es algo que se tiene y que genera identificación) y que eso también incide en nuestra condición pluricultural dada la diversidad reconocida en Bolivia.

La cultura no se define, pero se apunta también que es un derecho. Desde ese lugar el Estado Plurinacional prohíbe y sanciona toda forma de discriminación que esté fundada en categorías como ser sexo, religión y muchas otras más, como la cultura. Lo que sí está claro es que si bien la cultura puede ser portada por cada persona, su dimensión es siempre colectiva.

Sin embargo, no es suficiente con que esté en la CPE, porque lo cultural es un campo complejo con potencial para mantener relaciones desiguales o para promover desarrollo sostenible y bienestar colectivo.

De hecho a título de cultura algunos pueblos y colectividades han defendido formas de machismo expresadas en aspectos que van desde el rechazo a que las mujeres se organicen para tomar decisiones sobre la vida política de su comunidad, pero sí dan exclusividad con el cuidado de sus hijes, pasando por las decisiones de los hombres sobre la vida de las mujeres y niñas, hasta sus extremos más nefastos como las violaciones. En otras palabras, las libres interpretaciones del derecho a tener y pertenecer a una cultura llevó a validar y re-producir desigualdades entre las personas, y lo que es peor, a normalizar esos rasgos que vulneran los derechos humanos. Pero la buena noticia es hay mucha gestión cultural vinculada a derechos humanos.

Con la ausencia de políticas públicas en materia de cultura a nivel nacional, me basaré en el concepto de cultura encontrado en la Declaración de Friburgo sobre los Derechos Culturales que define que ésta "abarca los valores, los saberes y las artes, las tradiciones y modos de vida por medio de los cuales una personas o un grupo expresa su humanidad y los significados que da a su existencia y su desarrollo".

Este es un concepto que representa una carga política interesante, especialmente cuando cada persona y grupo humano que es portador de cultura también es portador de poder (de construir, de destruir, de elegir, para sí y para las/os demás). Entonces la y las culturas son también poderes (potenciales y en acción), nunca serán neutras porque se dinamizan en la vida de las personas, y nosotres portamos esas cargas positivas y negativas; la responsabilidad está en cual se fomenta más o qué equilibrios vamos construyendo; en términos de empresas eso es un equilibrio en tus cuentas, deudas o superávit.

Es así que podemos hablar de cultura para identificar problemas estructurales y gestionar sus soluciones, como también para reconocer las diversidades culturales, y crear características de orgullo y pertenencia vinculadas a valores como la hospitalidad, la colaboración, el esfuerzo, entre otros. Desde esa perspectiva las maneras de expresar la cultura pueden llegar a ser provocadoras por su capacidad de transformar paradigmas, algo que a las facciones fundamentalistas de la "cultura" de la humanidad no les gusta.

A nivel Estado, a partir de sus instituciones como ser gobiernos, familia, escuela, iglesia, se despliegan (para bien y para mal) estrategias que unifican un territorio, una sociedad, una colectividad. En paralelo la sociedad, a veces con valiosas alianzas de las instituciones del Estado, contribuyen a una diversidad de formas de identificarnos, de transformar la/s cultura/s y también de crear lo que en marketing se entiende como subculturas.

Esa diversidad es posible encontrarla en trabajos y contenidos artísticos, en sistemas educativos escolares, en las formas en que la población sexo-diversa es aceptada o reprimida, se expresa en si las personas orinan en las calles (se puede desagregar por sexo y situaciones), se refleja en el valor dado por una sociedad a la vida de los animales domésticos y silvestres, y hasta en qué áreas los gobiernos planifican más o menos inversión y gasto.

Desde este amplio espectro la cultura normaliza comportamientos y creencias, y también puede ser gestionada. En esto último es conocido el oficio y profesión de la gestión cultural. Ahora seguramente ya puedes evaluar mejor qué te dice la cultura de tu comunidad, de tu colectivo, de su municipio y la de tu país.

En un siguiente artículo introduciré más sobre perfiles posibles de les gestores culturales y una gran diferenciación para entender por qué podemos hablar del sentido político en la gestión cultural. Ya llegaremos a las partes más entretenidas e incluso controversiales de esta aventura.

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