Con la promulgación de la Ley Marco de Autonomía, Bolivia ingresa a un nuevo tipo de la administración del Estado; es decir, que tendremos una nueva configuración sobre la forma de administración y la relación de gobierno central con los departamentos.
Por otro lado, y para tener claro el concepto de autonomía, que proviene del latín “autonomía”, y este del griego, significa una potestad que tienen los municipios, provincias, regiones y, en el caso de Bolivia, los departamentos para regirse mediante normas y órganos de gobiernos propios, como las “Asambleas Departamentales”, que ya están en funcionamiento.
En otras palabras, la Autonomía es una condición que se le da a un Departamento, hablando territorialmente, para que no dependan del gobierno central y así los gobiernos departamentales tengan la facultad para administrarse por sí mismo y no estar a expensas de las decisiones del gobierno central. Por tanto, tener un “autogobierno” departamental, que es lo que hemos decidido y ansiado los bolivianos.
Mejor un régimen federal
Sin embargo, estamos frente a una “seudoautonomía”, porque tal como está aprobada la Ley Marco de Autonomía, el Gobierno Central, por ejemplo, sigue dominando y decidiendo sobre la suerte en el Sector Minero y los gobiernos departamentales poco o nada disponen y menos definen.
Mejor es tener un Régimen Federal, porque en este Sistema los habitantes sí se rigen por sus propias leyes, aunque estén sometidos a las decisiones del gobierno central; además, en un Régimen Federal los Estados regionales o departamentales gozarían de una autonomía verdadera e incluso una soberanía para su vida interior.
Cansados del poder central
Los bolivianos estamos cansados de vivir bajo un poder central: Corrupto, incapaz, burocrático, ineficiente, borrego, inepto, etc. y teníamos mucha esperanza con la Ley Marco de Autonomía. Existía la posibilidad de un nuevo sistema político administrativo del Estado boliviano, donde cada uno tenía la posibilidad de hacer prevalecer y exigir sus derechos, donde se respete la decisión de la justicia, donde cada boliviano podía decidir hasta el último centavo proveniente de sus recursos naturales y conocer todos los detalles y beneficios de los proyectos a nivel local, departamental y nacional.
Pero con la seudoautonomía, como es la Ley Marco de Autonomía, los bolivianos no tenemos chance de decidir sobre los recursos naturales, la dignidad está sentada sobre el filo de la decisión de un simple Fiscal que es designado por el gobierno central y lo, que es más importante en una administración de cualquier Estado, el tema económico, lo controla el gobierno central; es decir, un grupo de personas o una rosca incrustada en el gobierno.
Con la seudo Ley Marco de Autonomía, los habitantes de los departamentos no tenemos derecho a decidir sobre nuestra suerte y menos a tener un régimen político que nos permita ver el desarrollo con otra perspectiva. En suma, los bolivianos estamos condenados a seguir viviendo bajo un régimen aún más centralista, sin tener la posibilidad de un futuro estatuto político.
(*) Economista
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