Día que pasa acorta el tiempo para que se logren algunos buenos propósitos esbozados en una tienda política, no precisamente la que tiene más clientes en la referencia analógica, sino la que registra un buen porcentaje de ciudadanos libre pensantes, que están empeñados en defender la democracia vigente y exigir respeto por sus nomas, en lo que corresponde al proceso político que ha desatado una guerra política que ojalá no derive en mayores enfrentamientos verbales y menos en lamentables acciones que causen daños en la integridad física de personas o afecten la propiedad privada y pública.
Lo negativo del proceso actual es que mientras más de media docena de partidos o plataformas tratan de encaminar sus campañas y no alcanzan aún ese propósito, un solo candidato, el oficialista, está en permanente campaña y en una desigual competencia en la que los insumos básicos de acción están a disposición de un frente, mientras los otros difícilmente pueden acomodarse los uniformes de campaña.
Aunque el periodo de campaña no ha sido oficialmente abierto, en los hechos cada agrupación se da modos para mostrar algunas de sus ideas, aprovechando un trabajo denodado a través de las Redes Sociales, en el que se involucran los partidarios y asumen una parte conciencial de su responsabilidad ciudadana, sabiendo que los sinsabores de la contienda son predominantes, cuando faltan recursos financieros lo elemental para mover cualquier campaña, incluso la estrictamente defensiva cuando los ataques son duros y las posibilidades de respuesta propiamente incompatibles.
Aunque el periodo de campaña no ha sido oficialmente abierto, en los hechos cada agrupación se da modos para mostrar algunas de sus ideas, aprovechando un trabajo denodado a través de las Redes Sociales, en el que se involucran los partidarios y asumen una parte conciencial de su responsabilidad ciudadana, sabiendo que los sinsabores de la contienda son predominantes, cuando faltan recursos financieros lo elemental para mover cualquier campaña, incluso la estrictamente defensiva cuando los ataques son duros y las posibilidades de respuesta propiamente incompatibles.
Entre las opciones de divulgación de programas se han planteado ciertas condiciones elementales en la práctica democrática pre- electoral, por ejemplo los debates públicos, debidamente organizados, bajo responsabilidad de profesionales en periodismo y comunicación, pero además respaldados plenamente por autoridades y todas las representaciones institucionales, para que en dichos encuentros cada candidato a su turno pueda exponer su plan de acción, despejar dudas, intercambiar ideas, rechazar y aclarar conceptos, dejando un panorama de limpieza y seguridad para el electorado. El sistema ha sido propuesto, aceptado por los candidatos, excepto el oficialista, para quien los debates políticos, son inútiles. Bajo esas condiciones, está visto que la preferencia seguirá siendo el fácil expediente de lanzar denuestos para dañar la honorabilidad del oponente.
Justamente en este periodo al de campaña electoralista la serie de mensajes que se oyen y se ven, generan justificadas reacciones, no sólo entre los destinatarios de acusaciones variadas, sino también entre el colectivo ciudadano que rechaza el modelo y lamenta que una prueba de la práctica democrática se convierta en un factor peligroso que desune a la sociedad.
Eso quiere decir que, así siendo parte de un proceso democrático recuperado con el valor y el sacrificio de muchos bolivianos, no sea la mejor alternativa para que los bolivianos podamos intercambiar nuestros ideales, promoviendo unidad y no alentando menosprecio y maldad. Es cierto que los intereses partidistas prevalecen a la hora de buscar el poder, por el poder y es cuando se olvida el uso de los mejores instrumentos, como el diálogo, el respeto y la tolerancia como formas de entendimiento, aún en las circunstancias más adversas.
Cierto, es difícil pretender esa opción de acercamiento, pero por lo menos, según los entendidos podríamos poner en práctica la mejor manera de entendernos, empezando por respetar la Ley de Leyes, que es la Constitución, respetarnos entre ciudadanos y buscar del mejor modo un Gobierno de unidad, de comprensión de justicia y equidad. Para eso no necesitamos insultarnos, precisamos respetarnos y unirnos.
Fuente: LA PATRIA
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