Quemar la mala suerte y soñar el futuro (La Masacre de San Juan - 1967)
24 jun 2019
Alex Cabello Ayzama*
"Quien no conoce su historia, está condenado a repetirla" dice un viejo dicho y tal parece que a medida que la tecnologÃa invade nuestra vida, más descuidamos el estudio y análisis de hechos históricos que marcaron el desarrollo de nuestra sociedad. En esta oportunidad, quiero compartir con ustedes un fragmento de la narración de Filemón Escobar sobre la Masacre de San Juan, como un homenaje a la clase combativa de nuestro paÃs.
En los centros mineros la fiesta de San Juan era ceremonia sagrada, todas las familias mineras se reunÃan delante de sus puertas, alrededor de fogatas. En ellas quemaban la mala suerte y podÃan soñar con un mejor futuro, no era la quema de las cosas viejas para obtener nuevas; era ensimismarse en el fuego para soñar el futuro. El ambiente era de fiesta como sólo lo saben hacer los mineros, pues sólo la fiesta puede interrumpir el tiempo de la explotación, la humillación y el hambre.
A nadie se le pasó por la cabeza que el alto mando militar (a la cabeza del Gral. Barrientos) habÃa preparado para esa noche la toma del distrito Minero. En la puerta del local sindical, las delegaciones animaban la fiesta; las radios mineras alegraban el ambiente con música, aquella era una noche dedicada a las costumbres, a los sueños.
A nadie se le pasó por la cabeza que el alto mando militar (a la cabeza del Gral. Barrientos) habÃa preparado para esa noche la toma del distrito Minero. En la puerta del local sindical, las delegaciones animaban la fiesta; las radios mineras alegraban el ambiente con música, aquella era una noche dedicada a las costumbres, a los sueños.
A las cinco de la mañana, precisamente a las cinco de la mañana los trabajadores abandonaban sus viviendas para dirigirse a las bocaminas y tomar los convoys para ingresar a sus trabajos.
Los mineros que no alcanzaron la bocamina fueron apresados y llevados a la pista de UncÃa, donde aviones militares los esperaban, no tuvieron ni tiempo de velar a sus muertos, los aviones alzaron vuelo rumbo a zonas orientales para ser confinados. Los mineros, hombres del Altiplano fueron abandonados con sus ropas de trabajo y su silicosis en algunos claros de la selva. Las mujeres rompieron a llorar y dejaron escapar sus maldiciones sobre los militares, militares que sirvieron y sirven a la BurguesÃaÂ?
(Testimonio de un militante obrero, 1984)
* Abogado - Docente Universitario
ayzamalex@ufu.br
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