Estamos a menos de cuatro meses de las elecciones y se hace necesario conocer debidamente a los candidatos, tanto a la Presidencia como a la Vicepresidencia de la Republica. Hay propaganda y publicidad en favor de cada uno; pero, la propaganda dice poco o nada; la publicidad que podría contener algo de intenciones y programas, no se hace sentir.
La mejor manera de conocer a los candidatos es mediante debates públicos en que se enfrenten cada uno de ellos; en esas justas, amplias, respetuosas, transparentes, cada uno tendría la oportunidad de darse a conocer tal como es y demostrar qué es lo que busca, qué pretende hacer, cuáles son sus principales antecedentes y condiciones aptas para el cargo; pero, sobre todo, por boca de cada uno de ellos, el pueblo conozca sus intenciones, criterios, pensamientos, conocimientos de los problemas nacionales; de lo que cree que debe hacerse y cómo deben ser encarados los diversos problemas.
Un debate entre candidatos mostraría, clara y terminantemente, lo que haría cada uno y tendría que ser todo basado en la verdad, en la realidad del país y con la justeza necesaria sobre cada uno de los temas; no cabrían fantasías ni exageraciones, criterios o intenciones sobre lo que podría hacerse y no pueda ser realidad; en otras palabras que, cada uno exponga, honesta y francamente, qué programas tiene y cómo los encararía en cinco años de gobierno.
Un debate entre candidatos mostraría, clara y terminantemente, lo que haría cada uno y tendría que ser todo basado en la verdad, en la realidad del país y con la justeza necesaria sobre cada uno de los temas; no cabrían fantasías ni exageraciones, criterios o intenciones sobre lo que podría hacerse y no pueda ser realidad; en otras palabras que, cada uno exponga, honesta y francamente, qué programas tiene y cómo los encararía en cinco años de gobierno.
Hay mucho que tendría que decir y exponer cada uno para que el pueblo tenga conocimiento y sepa a qué atenerse cuando vote; que ese votante vaya convencido de que puede confiar en el expositor que haya dicho honradamente lo que pretende y busca hacer en el gobierno y cómo encararía sus relaciones con los demás partidos, cuál sería su comportamiento con sus ocasionales rivales en caso de salir ganador.
Rehuir un debate, pretender ignorarlo, mostrar indiferencia por él, sentir que "es inútil e innecesario" o pensar que "basta con lo publicado" mostraría, simplemente, que hay temor a enfrentarse con los contrarios o que no sabe, no conoce ni superficialmente el contenido de los temas a tratarse como son los aspectos económicos, sociales, institucionales, culturales, y , además, cómo deben encararse las políticas de carácter internacional, especialmente las referidas al problema marítimo que, quiérase o no reconocer, hay que empezar de nuevo pero eficiente y profesionalmente sin improvisaciones de último momento y sin intervención de los que nada saben y menos pueden hacer en cuestiones internacionales.
Debatir es concordar, acordar, mostrar verdades, sentir que se está con el pueblo y a su servicio, que ese pueblo conozca y sepa a qué atenerse y por quién votar o en quien depositar su confianza.
Por supuesto, el debate tendría que ser entre candidatos a la Presidencia y a la Vicepresidencia; debe ser transmitido por televisión y radios que estén en cadena para que todo el país conozca verdades que ni la propaganda ni la publicidad muestran. Los debates son absolutamente necesarios y nadie, por propia responsabilidad, debería rehuirlos.
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