Domingo 16 de junio de 2019
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Europa es un cadáver, dicen algunos al suponerla agotada� América, por el contrario, es el mundo de las posibilidades� de lo inédito� de la exuberancia barroca� El único lugar posible para la novela.
Sin embargo, como dijo Paz del Surrealismo, es un cadáver vivo, cuyo pulso late sin exuberancia barroca, sin espÃritu adánico, sin orinarse en la camaÂ? pero, sobre todo, sin el deseo de volver a la tierra para ser enterrado.
Por el contrario� lejos de la tierra, de lo telúrico y hasta de la magia; pero cerca de la existencia que, según Kundera "es el campo de las posibilidades humanas, todo lo que el hombre puede llegar a ser, todo aquello de lo que es capaz�". Desde este punto de vista la novela está muy lejos del agotamiento, aunque no todo lo que se ofrece como novela lo sea.
Como creador, Milan Kundera ofrece en El arte de la novela una perspectiva válida que no debe confundirse como un deber ser, aunque -contraria a la levedad- tiene el peso de una ética difÃcilmente refutable: "La novela que no descubre una parte hasta entonces desconocida de la existencia, es inmoral".
Kundera rescata un viejo proverbio hebreo según el cual "El hombre piensa, Dios rÃe" y le gusta imaginar que un dÃa Rabelais escuchó la risa de Dios, y que ese dÃa nació la primera gran novela europea. Un acto de pensamiento humano brotado de una sabidurÃa suprapersonal que participa de la risa divina.
Pero el hombre ha dejado de pensar y dÃa a dÃa incrementa su posesión de ideas adquiridas, de verdades establecidas que le ahorran pensamiento.
¿Es que Dios ha dejado de reÃr, o el hombre ha perdido el oÃdo y el sentido del humor?
Tal vez ha perdido a Dios. A ese Dios que rÃe cuando el hombre piensa. Porque no lo quiso conformista ni dueño de certezas. Ese Dios que permitió Babel, porque le aterraba ver que todos los hombres pensaran igual y que vivieran en paz con el espÃritu de su tiempo.