Abandono rural altera destino comunitario

Según el resultado de ciertos estudios que han hecho algunos antropólogos y sociólogos del país sobre el preocupante tema del "despoblamiento rural", coinciden en señalar que las actuales condiciones que rigen las actividades de los agricultores y ganaderos "nativos", no son las mejores como para retener en las comunidades a la generación emergente, la que pasa de los 18 años, busca mejores condiciones de vida y genera de manera casi obligada el abandono de la "tierra paterna", la que en algunos casos seguirá siendo el motivo de trabajarla, aun en condiciones adversas, con el objeto de dar subsistencia al conglomerado familiar en base al autosostenimiento tradicional agropecuario.

Como quiera que los planes políticos de desarrollo no consignan los elementos necesarios para interesar a las nuevas generaciones en las tareas del campo, esa labor queda rezagada y es cumplida "por necesidad" por la gente de mayor edad en los núcleos familiares, que cada vez se reducen más por la migración de la nueva generación que busca otro destino en las ciudades del país, algunos más atrevidos pasan a los países vecinos y el efecto de ese proceso deja la comunidad rural despoblada y por lo mismo carente de incentivos para generar por ejemplo, una corriente renovada de jóvenes profesionales en las ramas de la agronomía y la ganadería, además ramas afines y complementarias como veterinaria, expertos en manejo de suelos, técnicos en motores y específicamente tractores, ingenieros industriales con visión futurista para empoderar las actividades productivas en las tierras de su propiedad.

La idea es interesante, pero en el tiempo presente simplemente una opción ilusoria porque la que también se denomina actualmente "clase media emergente" y con la fuerza de hombres y mujeres jóvenes, se buscan las condiciones favorables para vivir en las ciudades, empezando por activar la creación de nuevos barrios suburbanos, la construcción de la vivienda propia y el impulso mancomunado para mostrar tendencias progresistas implantando modelos de una renovada arquitectura, instalando negocios de competencia comercial, aumentando el parque automotor con modernas unidades móviles y definiendo su paso al sistema citadino, confirmando el abandono del hogar rural y las tierras que pueden convertirse en estériles si no se definen planes de contingencia para salvar una población productiva, pero asentada en las tierras comunitarias, donde debería extenderse ese progreso llamativo para las corrientes de jóvenes, que en bajo porcentaje completan su objetivo migratorio para profesionalizarse, pero se mueven activamente supliendo algunos requisitos para formar parte de la creciente ola del comercio informal, no importa el rubro, pero comercio al fin.

El doble problema que se produce a raíz de la migración campo ciudad, deja por un lado despobladas las áreas rurales y por otra ocasiona sobrecarga de obligaciones a las alcaldías que deben invertir en servicios básicos, para evitar el caos de asentamientos irregulares y dotar de mínimas comodidades a los migrantes, que por referencias de los estudios realizados ya no retornan al hogar originario.

Este proceso, si se lo toma en cuenta en la dimensión real de sus efectos, tiene que ser realmente tratado con sentido práctico, con asistencia profesional entendida y con la dotación de recursos suficientes para encarar un cambio social, que como tal se lo maneja políticamente pero está ocasionando un peligroso desequilibrio comunitario que lastima a las comunidades rurales que se están tornando improductivas y afecta a las ciudades donde se altera una corriente de crecimiento urbano planificado. El asunto merece urgente atención, y por supuesto en los niveles de gobierno y en los planes de los políticos.

Fuente: LA PATRIA