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Jueves 30 de mayo de 2019

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Ecológico Kiswara

Mascotas fantásticas

Petardos el perro fiestero de Oruro

30 may 2019

Fuente: LA PATRIA

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Quién no se acuerda de Petardos, el perro fiestero de la ciudad de Oruro, que con su increíble habilidad para detectar bandas de música, hacía de las suyas en cada acontecimiento festivo.

Este animalito hizo historia cuando apareció en la primera década de este siglo. Al principio le decían de todo, perro fiestero, dinamita, cohetillo, porque ladraba con cada explosión de los juegos pirotécnicos durante el Carnaval de Oruro, Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad, o se encargaba de destrozar los petardos que se hacían reventar, principalmente en las fiestas, aniversarios o "prestes".

Fue LA PATRIA, que en uno de sus artículos lo bautizó como "Petardos" y a partir de ese momento se quedó con ese nombre. Era muy popular en las calles de la ciudad y la gente al reconocerlo le brindaba una señal de cariño, con una caricia o brindándole algún alimento, aunque siempre mostraba desconfianza y no aceptaba fácilmente los ofrecimientos, él sabía de dónde comer.

La época del Carnaval era su favorita, porque se la pasaba muy cerca de las bandas de música y más cuando había explosiones de por medio. �l estaba presente para hacer de las suyas. En la Entrada misma, tanto del Sábado de Peregrinación como del Domingo de Corso de Carnaval, su lugar favorito era la Avenida Cívica "Sanjinés Vincenti", porque allí como había un sinfín de explosiones de petardos, juegos pirotécnicos, humos de colores, entre otros, él se la pasaba ladrando a cuanto artefacto era encendido.

Pero no solo se dedicaba a ladrar, sino también a recoger los elementos inservibles de la "pista de baile". Los sacaba del escenario para continuar dando fin con dichos envoltorios, que muchas veces, aún tenían residuos de pólvora, que sin duda alguna, intoxicaban a la mascota.

Pero no solo se dedicaba a ladrar, sino también a recoger los elementos inservibles de la "pista de baile". Los sacaba del escenario para continuar dando fin con dichos envoltorios, que muchas veces, aún tenían residuos de pólvora, que sin duda alguna, intoxicaban a la mascota.

Fueron varios carnavales que hacía ese tipo de travesuras. Cuando llegaba el miércoles de Ceniza, se lo encontraba botado en proximidades de la puerta de la Catedral. Sus ojos eran hinchados y rojizos, prácticamente estaba enfermo, pero en realidad lo que tenía era una intoxicación a consecuencia de la aspiración de la pólvora.

En un par de ocasiones, periodistas de LA PATRIA en coordinación con Radio Patrullas 110 y SPAO, antes denominada así a la Sociedad Protectora de Animales de Oruro, lo recogían para llevarlo hasta un veterinario, quien le administraba un suero para que pase su desintoxicación.

Era un can muy fuerte, se recuperaba rápido para estar nuevamente en las calles y hacer de las suyas, pero siempre en "prestes", desfiles de aniversario de colegios. En reiteradas oportunidades nuestro matutino intentó encontrar al dueño de ese can, se decía que vivían por el Socavón, pero nunca se tuvo la fortuna de dar con el paradero de la mascota.

Petardos estaba acostumbrado a la calle, era un can callejero por excelencia, quien disfrutaba de la libertad absoluta. Eso sí, a veces era abusado por la gente, en una ocasión su pelo apareció pintado de verde, como si le habrían rociado pintura spray. Pero también había gente buena que lo vestía, en una ocasión apareció con una especie de abrigo rojo, que obviamente no le duró mucho tiempo en el cuerpo.

En su último año de vida, previo al Carnaval, SPAO en coordinación con la Policía, logró su captura a fin de ser llevado a la casa de un voluntario para que no perjudique el ingreso de la Entrada y no arruine la foto de los fotógrafos que constantemente se quejaban por su presencia.

Fue como un castigo para él porque ansiaba estar en la fiesta, meses después apareció con un gran tumor en el hocico, le colgaba algo como una bolsa, era síntoma de que alguien le había pateado en esa parte del cuerpo y sufría solo.

Sin embargo, a iniciativa de LA PATRIA siempre en coordinación con SPAO y Radio Patrullas 110, se logró atrapar al can en la Catedral. Para entonces, ya tenía tres amigos caninos, quienes estaban todo el tiempo al lado suyo y ese día persiguieron el vehículo oficial hasta la veterinaria.

Esa mañana se lo llevó a un veterinario de las calles Junín entre Washington y Camacho. Se consiguieron recursos para su operación y se pudo extirpar el tumor. Sin embargo, su recuperación debía ser de diez días y no había voluntario que lo quiera tener en su casa.

Así que fue un periodista de nuestro matutino que lo llevó para ser cuidado. Su alimentación era de primera, arroz blanco con hígado asado era su comida, tenía agua tibia y sopa de pollo, sin hueso. Así estuvo por lo menos seis días, comenzó a recuperar sus fuerzas y se lo veía nuevamente fuerte. Sin embargo, como era un perro callejero por excelencia, extrañaba su casa, la calle.

En un descuido y al tener la puerta de calle abierta, emprendió una carrera a toda velocidad, a fin de sentirse libre otra vez, estaba convaleciente, pero lo que no sabía era que se acercaba a un triste final.

Una organización "defensora de animales" dedicada a la eutanasia, lo descubrió, lo vio delicado en la calle, asumiendo que estaba mal y procedió a inyectarlo para darle su pasaje a otro mundo. Finalmente, el bien amado Petardos, dio su último suspiro y murió.

Algo que resaltar de este can, era sumamente inteligente, no se arriesgaba a comer de la basura. En el mercado siempre conseguía un buen plato de comida, como en los "prestes", donde era bien atendido. Tampoco participaba de las marchas, porque sabía que había dinamita de por medio.

Su naturaleza era ser callejero y fiestero, mientras pudo estar libre disfrutó del Carnaval de Oruro o de cuanta fiesta o desfile hallaba, era como si tuviese un radar, ya que siempre estaba presente, ahora solo en el recuerdo y corazón de quienes tuvieron la oportunidad de conocerlo y convivir con él.

Fuente: LA PATRIA
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