La discriminación aludida por Almagro es la que, alegó, sufrirÃa Evo si el sistema interamericano de derechos humanos se pronunciara sobre su candidatura antes de las elecciones, cuando no lo hizo en casos semejantes (Nicaragua, Honduras, etc.).
Quienes cuentan con la CIDH, idealizan a las burocracias internacionales o les profesan un cariño que deberÃan vigilar como la presión, los hipertensos. Esas burocracias albergan más bien una debilidad por no incomodar mucho al poder interno de los Estados, salvo que sus gobiernos se hallen en etapa terminal o sean el blanco de poderes mayores. Si a Daniel Ortega, con su haber de torerÃas, no le han aplicado aún penitencias de peso, es improbable que las descarguen ahora contra Evo.
En una lÃnea menos evidente que la de Almagro, por ejemplo, Rubio, Abrams, Bolton y Trump son una colección de halcones que se despacha con confianza contra Maduro, Ortega o Cuba (incluso Trump macaneó a viva voz a su aliado colombiano Duque), pero que evita -aún- dispararle a Evo. Como otros glosaron ya, tal vez para Almagro & Co. Evo pueda ser además un alfil que ayude a resolver el enredo venezolano, en vista de que a pechazos no se ha podido. Venezuela pesa más que Bolivia.
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