Sábado 25 de mayo de 2019
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Revista Tu Espacio
Así es la Alta Tierra de los Urus
El saludo al Alba es un recuerdo inerme
25 may 2019
Fuente: LA PATRIA
Por: Dehymar Antezana - Periodista
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Son las cuatro de la mañana del domingo de Corso del Carnaval de Oruro, Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad. De a poco, las bandas de música, como la Pagador, la Real Imperial, la Poopó, la Unión Pagador, la 25 de Julio, entre otras más, se van acomodando en el atrio del Santuario de la Virgen del Socavón para comenzar con un show único en su género, que con el paso de los años se creyó fue el origen del festival nacional de bandas de música que se realiza cada sábado previo a la Entrada del ?ltimo Convite.
Volviendo a esa madrugada, se inicia el saludo al alba con la tradicional diana que se escucha al contrapunteo ejecutado por los músicos, originando un idilio con el público, integrado por danzarines, visitantes locales y extranjeros. Tras el saludo musical, la reina del alba, como era la morenada se apoderaba del escenario.
El júbilo se desataba en medio de gritos de admiración y los danzantes, sin importar en el espacio que se encontraban, bailaban emocionados a ese ritmo, mientras esperaban la salida de los primeros rayos del sol. Las melodías se apoderaban de la Plaza Argentina, mientras la gente disfrutaba de cada una de las canciones, todas al unísono y al contrapunteo.
Acompañaban esa escena el elixir de la jornada, consistente en cerveza, té con té, sucumbé, además de exquisiteces como el k´alapari, la ranga que, con mucha llajua, hacía despertar hasta los muertos. El rostro asado no podía faltar a la cita, cuyo sabor riquísimo salía de ese rostro grotesco.
En fin: "Carnaval de Oruro? lo mejor del mundo? Viva la Central de Oruro? Siempre la mejor?", se escucha cantar a los presentes. Mientras que más al Sur se apodera: "Desde el Socavón baja mi camión? Soy de Mejillones? peso pesado?", o al medio de la plaza: "China morenita linda? mantilla flor de vicuña? yo te quiero desde el alma? ayyy linda cocani?", y más letras aparecían en el espectro, como si un teleprónter imaginario estuviera en el cielo para que todos canten al mismo tiempo.
A medida que el alcohol se apoderaba del cuerpo, las emociones fluían del corazón; el llanto de quienes estaban presentes, era muy natural. Reflejaba que en Oruro se vivía la cultura a flor de piel. Pero no solo era eso, muchos orureños que volvían a su tierra, contagiaban ese espíritu de nostalgia y de disfrutar una vez al año la herencia de los ancestros.
Fuente: LA PATRIA