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Domingo 19 de mayo de 2019

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Cultural El Duende

Walter Benjamin y su popularidad en América Latina

19 may 2019

Por: Hugo Celso Felipe Mansilla - Doctor en Filosofía. Académico de la Lengua

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Primera de dos partes

En varios espacios del Tercer Mundo florece actualmente una amplia gama de estudios sobre la génesis y la situación contemporánea de aquellas regiones que se las considera como víctimas de la penetración capitalista y del imperialismo cultural de Occidente. Estos estudios se adhieren casi siempre a un horizonte normativo de carácter progresista o revolucionario, pero, al mismo tiempo, exhiben una marcada indiferencia hacia los principios críticos y emancipatorios del marxismo original.

A menudo su base argumentativa está formada por una combinación de teorías postmodernistas, relativistas y deconstruccionistas, como es ahora lo usual en numerosas áreas del quehacer académico. En América Latina, sobre todo en la región andina, los enfoques más conocidos de estas corrientes son variaciones más o menos creativas de los estudios postcoloniales y de las teorías de la descolonización.

Estas concepciones representan, en el fondo, una respuesta comprensible al impulso modernizador-globalizante de cuño mayoritariamente capitalista que de manera acelerada ha hecho su aparición en gran parte de Asia, África y América Latina desde la segunda mitad del siglo XX.

Estas concepciones representan, en el fondo, una respuesta comprensible al impulso modernizador-globalizante de cuño mayoritariamente capitalista que de manera acelerada ha hecho su aparición en gran parte de Asia, África y América Latina desde la segunda mitad del siglo XX.

Y esta respuesta -con muchas modificaciones y variantes- exhibe algunas de las características que a comienzos del siglo XIX tuvo la reacción romántica contra el racionalismo, la Enciclopedia y la Revolución Francesa y contra la transformación de las sociedades europeas en un orden signado por la vida urbana y la industrialización.

El propósito de este breve ensayo es indagar por la divulgación positiva que Walter Benjamin (1892-1940) - inspirado parcialmente por Carl Schmitt (1888-1985)- ha alcanzado en América Latina, a veces por vías indirectas. La crítica de esta curiosa especie de popularidad nos puede conducir al fundamento conservador, antimodernista e irracionalista de estas teorías, que es similar a la base conceptual de los mencionados pensadores alemanes.

En Alemania después de la Primera Guerra Mundial emergió un amplio rechazo contra las formas modernas de hacer política, rechazo que estaba inmerso en un romanticismo político como antítesis palpable de la Ilustración y el Racionalismo.

En círculos intelectuales y políticos se expandió la concepción de que la fría razón occidental y la modernidad socio-política eran responsables por todos los males de la época. El quebranto de la unidad de la cultura espiritual habría favorecido la derrota frente a los aliados occidentales.

Se trata de un fenómeno muy expandido, que hoy en día se puede constatar en muchos países de Asia, África y América Latina, y que en líneas generales puede ser definido como la contraposición entre la civilización occidental -brillante pero superficial- y la cultura autóctona, tediosa pero profunda.

La civilización inhumana, egoísta, despersonalizada, materialista y mecánica de Occidente, regida por el vil dinero, la fría racionalidad y el individualismo alienante, puede ser todavía mitigada, piensan los ideólogos de esta corriente, por las culturas autóctonas de Asia, África y América Latina, precisamente porque estas habrían preservado el ámbito de las emociones y los lazos primarios, el sentimiento trágico de la vida y las experiencias del heroísmo cotidiano.

En lugar de la "fría racionalidad" de Occidente habría que echar mano a una metodología distinta -las intuiciones y las corazonadas como una vía totalmente legítima de acceso al conocimiento filosófico y sociológico-, metodología que con los años se ha transformado en un instrumento muy popular en el seno de los estudios postcoloniales y relativistas.

En contraposición, la civilización occidental sería un invento artificial y artificioso proveniente de la dimensión urbana, de antigüedad y respetabilidad muy discutibles, creada por comerciantes y administradores que habrían trasladado el sistema competitivo cortoplacista propio del mercado al terreno político, es decir al campo de los sentimientos nobles, las intenciones prístinas y los asuntos de largo aliento.

En ese contexto se intenta rehabilitar la reputación positiva de los procesos decisorios basados en sentimientos profundos y se expande la concepción de que la engorrosa democracia representativa pluralista configuraba el ámbito detestable de los mercaderes en ideas y programas.

En la dimensión política se proclama la necesidad de revigorizar elementos del orden premoderno como el decisionismo político, la vigencia de caudillos tradicionales y los modelos rutinarios de autoritarismo y populismo. En América Latina se puede constatar simultáneamente un fuerte descontento con respecto a la modernidad política de corte occidental.

Esta genuina irritación colectiva está vinculada con un redescubrimiento de las culturas precolombinas y del catolicismo barroco. Todo esto viene acompañado de una visión romántica y embellecida en torno a ambos fenómenos.

Al mismo tiempo se puede detectar una tendencia vigorosa a postular un "marxismo latinoamericano heterodoxo", basado explícitamente en Martin Heidegger, Walter Benjamin y Carl Schmitt y ampliado por los enfoques postmodernistas y los estudios postcoloniales.

Al igual que Schmitt, Benjamin rechazó toda fundamentación iusnaturalista del derecho y se decantó por un positivismo jurídico muy convencional, que considera que todo derecho es, en el fondo, casual y basado en la violencia irracional, particularista y egoísta.

Las leyes representarían la creación de dispositivos instrumental-racionales con respecto a ese derecho siempre arbitrario. La conclusión es conocida: el gobierno del instante, y no la verdad o la razón, sería el único fundamento legítimo del derecho (Auctoritas non veritas facit legem).

Los teóricos del populismo y el socialismo autoritarios creen que este axioma debe tener plena vigencia para la vida cotidiana de sus respectivos regímenes. El resultado final es la identificación del derecho con las disposiciones momentáneas del gobierno por ser este la representación legítima del Estado.

Se trata de una clara simplificación (una desdiferenciación) de los asuntos públicos, lo que conduce a la desaparición de la política y la moral genuinas, pues para un florecimiento razonable de ambas se requiere de la articulación argumentada de preferencias y la posibilidad de elecciones reflexionadas entre opciones distintas.

Para esclarecer esta temática se acude aquí a una crítica de las concepciones de Walter Benjamin a causa de la calidad de su obra y, ante todo, por haber formulado temprana y lúcidamente una concepción sobre las antinomias binarias de la cultura y de la política que es muy semejante a la que prevalece en dilatados sectores intelectuales latinoamericanos.

Continuará

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