Refutando a la idea abstracta que se forma la colectividad sobre la presunta indiferencia de este excepcional científico alemán-judío hacia los sentimientos, especialmente al amor y a las virtudes cardinales; este hombre concibió en su espíritu una proclividad intensa hacia la humanidad y a su preservación.
No muchos conocen la carta memorable que escribió a su hija Lieserl, en la cual, a través del dominio del lenguaje y al efecto perseguido, conduce a la receptora de la misiva sobre los motivos que sobrepujaron su mente para proponer la teoría de la relatividad que indubitablemente transformó al mundo de entonces y sigue haciéndolo al actual.
Le escribe tiernamente a su hija y desvela que muy pocos lo entendieron, por ello le pide que transmita a la humanidad un mensaje que seguramente colisionará con la incomprensión y los prejuicios del mundo; le confía que existe una energía extremadamente poderosa, para la que, hasta ahora, la ciencia no ha encontrado una explicación formal; es una fuerza, le relata, que incluye y gobierna a todas las otras y que incluso está detrás de cualquier fenómeno que opera en el universo y, aún no ha sido identificada por nosotros.
Le escribe tiernamente a su hija y desvela que muy pocos lo entendieron, por ello le pide que transmita a la humanidad un mensaje que seguramente colisionará con la incomprensión y los prejuicios del mundo; le confía que existe una energía extremadamente poderosa, para la que, hasta ahora, la ciencia no ha encontrado una explicación formal; es una fuerza, le relata, que incluye y gobierna a todas las otras y que incluso está detrás de cualquier fenómeno que opera en el universo y, aún no ha sido identificada por nosotros.
Peor aún, ha sido vilipendiada, burlada y despreciada por muchos científicos y médicos del mundo; esta fuerza universal es el amor. Cuando los científicos estaban tras una teoría unificada del universo olvidaron la más invisible y poderosa de las fuerzas: el amor, que es la luz dado que ilumina a quien lo da y lo recibe. El amor es gravedad porque hace que las personas se sientan atraídas por otras. El amor es potencia, porque multiplica lo mejor que tenemos y permite que la humanidad no se extinga en su ciego egoísmo.
El amor, continúa el científico, escribiéndole tiernamente a su hija, revela y desvela y se vive y muere por él; el temor, el mal humor, la ira, la ofensa y la venganza son actitudes contra el amor. El amor es Dios y Dios es amor; por lo contrario, la astucia, la sagacidad, la picardía y la habilidad con el manejo de la maldad no es inteligencia y ésta no es humana es divina porque sólo funciona cuando contiene amor.
Identifique el lector la superioridad del pensamiento de Einstein al lograr explicar el amor con su propia y complicada teoría física diciéndole: "para dar visibilidad al amor he hecho una simple sustitución en mi ecuación más celebre; si en lugar de EC=Mc2 aceptamos que la energía para sanar al mundo puede obtenerse a través del amor multiplicado por la velocidad de la luz al cuadrado, llegaremos a la conclusión que el amor es la fuerza más poderosa que existe porque no tiene límites"
Liserl, le dice a su hija: "no estamos preparados para fabricar una bomba de amor; un artefacto lo bastante potente para destruir todo el odio, el egoísmo y la avaricia que asota al planeta, sin embargo, la consuela diciéndole que cada persona lleva en su interior una llama incandescente y poderosa que genera amor y cuya energía espera ser liberada". Asienta el lector sobre la capacidad del científico al explicar el amor a su joven hija a través de la teoría de la relatividad y adaptarla a su mentalidad.
Y con estas palabras emotivas por su sinceridad cierra Einstein su misiva a Lieserl: "me duele mucho, hija, que no haya sabido expresar lo que alberga mi corazón que ha latido silenciosamente por ti toda mi vida; quizás sea demasiado tarde para pedir perdón, pero todo es relativo y necesito decirte que te quiero y que gracias a ti he llegado a mi última respuesta; sólo por amor será salvado el amor".
Esto ejemplifica a todos los padres el estado irrecuperable de no poder durante toda una vida abrir el corazón nuestros hijos, que es la reflexión de este columnista.
*Es abogado, posgrados en Interculturalidad y Educación Superior, Alta Gerencia para abogados (UCB-Harvard). Arbitraje y Conciliación. Derecho Aeronáutico, Filosofía y Ciencia Política (mates), Docencia en Educación Superior, doctor honoris causa con tesis aprobada
Para tus amigos:
¡Oferta!
Solicita tu membresía Premium y disfruta estos beneficios adicionales:
- Edición diaria disponible desde las 5:00 am.
- Periódico del día en PDF descargable.
- Fotografías en alta resolución.
- Acceso a ediciones pasadas digitales desde 2010.