Lo enterraron en una tumba cuya ubicación no conoceremos porque, con el paso del tiempo, sus familiares sacaron sus restos y los llevaron a otro lado, juntándolos con los de su madre, Carmen Quintana. Estaban en un mausoleo desconocido y, pese a que existÃa el dato de su ubicación exacta, nunca pudieron ser encontrados.
La razón para ello era sencilla: la tumba estaba en la parte alta del mausoleo, donde una precaria plataforma de cemento, que hace las veces de pasillo, tapa la vista de las lápidas a todos quienes están abajo.
El único que logró encontrar la tumba fue Guimer Zambrana Salas, un periodista que conoce el cementerio de La Paz debido a que va a visitar periódicamente la tumba de su hija y, en ese afán, comenzó a recopilar datos sobre los personajes ilustres que descansan en ese camposanto.
Confirmó todas las sospechas: la tumba estaba olvidada y con claras señas de que nadie la visitaba en meses, tal vez años.
El gobernador de PotosÃ, Juan Carlos Cejas, recogió el reto e instruyó a la responsable de la GestorÃa en la Paz, Carla Mendieta, que pida informes sobre la ubicación de la tumba y de esa manera se supo que esta se encontraba a nombre de Waldo Medinaceli pero sus hijos habÃan iniciado trámites para cambio de nombre hacÃa algunos años. La persona que los realizaba se llamaba Carlos Eduardo Medinaceli Flores. Fue la pista que condujo hacia la recuperación de los restos.
Cuando se recibió la información de la administración del Cementerio de La Paz se confirmó que los trámites para el cambio de nombre estaban interrumpidos, asà que el uso del nicho en el que se encontraba Medinaceli habÃa acumulado una deuda que fácilmente superaba los 10.000 bolivianos.
De inicio, don Carlos Eduardo expresó su total predisposición a autorizar el traslado de los restos de su tÃo, pero, como el gobernador de Potosà se movÃa con una rapidez impensable en un servidor público, confesó que se sentÃa presionado.
El dÃa en que se produjo la exhumación, Barrios, que fue comisionado para llevar los restos a PotosÃ, le pidió al capellán del cementerio que adelante la misa porque habÃa rumores de que alguna gente se organizaba en La Paz para impedirlo. Cuando los restos ya estaban en el vehÃculo, el secretario creyó ver movimiento de gente rumbo al camposanto.
Si de verdad hubo alguna organización para evitar que los restos de Carlos Medinaceli, y los de su madre, salgan del cementerio de La Paz, ese es un dato que no puede confirmarse. Lo que sà se sabe, al momento de escribir estas lÃneas, es que mucha gente de la sede de gobierno se molestó por lo ocurrido.
Carlos Medinaceli y su madre ingresaron oficialmente a Potosà el 25 de febrero de 2019, en medio de ceremonias y homenajes que pasarán a la historia tanto o más que el dÃa en que fueron repatriados los restos de Ricardo Jaimes Freire.
Las urnas recorrieron la ciudad, desde la zona baja hasta la catedral, seguidas de un impresionante cortejo fúnebre y de homenaje. No fue un final sino todo lo contrario� otro inicio.
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