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Jueves 22 de julio de 2010

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Ecológico Kiswara

Cambio climático y realidad

22 jul 2010

Fuente: LA PATRIA

Por: Adhemar Avalos Ortíz - Politólogo

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Los científicos han descubierto, en base a rigurosas investigaciones del pasado y presente de la Tierra, que nuestro planeta ha pasado por importantes cambios climáticos, uno cada 20 ó 15 mil años, quizás menos. La Tierra primero fue una bola de fuego que se esforzaba por atraer materia del polvo cósmico inicial hace 4600 millones de años. Más adelante se convirtió en un desierto yermo y sin agua. No obstante, se presume que una serie de astros, en los límites del Sistema Solar, los llamados cometas, trajeron y dejaron agua en las entrañas de nuestro planeta a partir de materia concentrada en los confines de ese centro de energía, desde la nube concéntrica llamada de Oort, mucho más allá del planeta enano denominado Plutón.

Mucho depende, el clima, de la inclinación del eje de rotación de la Tierra, el que probablemente fue alterado por el choque con otro planeta un 50% más pequeño que se fusionó a nuestra masa. Y leves cambios en ese eje pueden llevar a graves consecuencias, ya habidas y probables en el futuro. Se sospecha que la Luna fue producto de ese fenómeno. Hoy, nuestro planeta está pasando por una situación especial que implica derretimiento de grandes masas de hielo en los polos y en montañas elevadas que son fuente de agua para la población. Y a esta situación responde el análisis del pasado, el que nos dice que la Tierra ya pasó por fenómenos climáticos horribles sin participación de esa especie cruel y posiblemente detestable llamada humana, finalmente no todos somos culpables del desastre que nos obligará a vivir en condiciones extremas de frío y calor.

En este aterrador contexto, el “homo sapiens”, como el mayor depredador de la vida, contribuye a agudizar las condiciones del efecto invernadero. Sin embargo no pensemos que en el Universo, tan amplio e impredecible, no se han producido fenómenos aún más terribles, y esto lo podemos ver en el ejemplo de Venus, la Diosa del Amor de los antiguos, un planeta que día y noche supervive con temperaturas de 482 ºC, el perfecto efecto invernadero con sus nubes de ácido sulfúrico en un espacio plagado de dióxido de carbono.

Ahora, don Evo y sus amigos del Caribe proclaman a los vientos que solamente Estados Unidos y Europa son culpables de la degeneración del clima. En su documento llamado “Acta de los Pueblos”, suscrito en Tiquipaya-Cochabamba, dicen: “Hoy nuestra Madre Tierra está herida y el futuro de la humanidad está en peligro”. Se alarma a la gente cuando se sabe que dentro de unos 200 años volverá una edad de hielo que durará 1000 ó 2000 años. O sea que los portavoces de la “supuesta civilización occidental” omiten deliberadamente la información científica sobre los fenómenos atmosféricos. El citado documento es una conjunción de verdades y mentiras, de hechos expresados parcialmente en una conveniencia política. Se hace apología de la Naturaleza en discurso, pero en la realidad no se la protege, y no es la Madre Tierra la fundamental, la que sin el Sol no sería nada, en realidad habría que hablar del Padre–Estrella: el Sol. Y la Pachamama es el Diablo en forma de mujer.

Evo y sus muchachos vociferan contra el capitalismo cuando son sus hijos carnales, su esencia del mercado de consumo que contribuye a crear y recrear “bantustanes”, o sea porciones aisladas de dinero y placer en la periferia del mundo. Y la disyuntiva de la Humanidad no pasa por la condena teológica del capitalismo voraz, sino por su liquidación moral en el Siglo XXII o XXIII, tarde pero necesaria.

Los depositarios del gen supuestamente primigenio u originario se creen lo más sublime del desarrollo, el que históricamente estuvo plagado de arbitrariedades, antes y después de los incas, aztecas y más construcciones humanas bárbaras, basadas en el tributo y la esclavización de muchos pueblos.

Solamente queda reconocer que todos, incluyéndonos nosotros, somos responsables de la destrucción del planeta, pero no estemos seguros de que este astro azul y verde, a veces también amarillo o café, no sabrá reaccionar vía cataclismos para ponernos en nuestro verdadero lugar.

La Naturaleza nos sobrevivirá a nuestra propia perfidia y cuando, dentro de 1000 ó 2000 millones de años, muera el Sol, habremos sido tan inteligentes como para haber emigrado a otras nebulosas o galaxias, para reconocer, honestamente, que somos una especie destinada a sobrevivir en este Universo difícil, pero, al final, nuestro y de otros, siempre que no destruyamos antes el planeta con acciones depredadoras. El cambio climático se puede mitigar, pero con acciones inteligentes que dependen de un consenso general.

En el cúmulo de argumentaciones, unas científicas y otras no, todos, en diferentes cuantías y propósitos, somos culpables de la destrucción del entorno. Las potencias desarrolladas y las supuestamente pobres, las que proclaman al mundo su espíritu angurriento basado en experiencias coloniales de hace 500 o más años, se definen inocentes del desastre climatológico, cuando son enteramente culpables, pero que no se piense, fácilmente, que la especie humana es “decentita” y cambiará fundamentalmente la situación de las temperaturas terrestres. El capitalismo no es culpable de todos los desastres, simplemente es una parte de la evolución del ser humano, cruel, pero real y si condenándolo cambiara la situación habría que apostar a su destrucción, no obstante la especie humana es todavía capaz de los peores crímenes aún sin ese depredado sistema, sino pregunten a los pueblos oprimidos por mayas, aztecas, teotihuacanos o incas. La historia no se equivoca en sus convicciones.

En los hechos, ratificados por las investigaciones científicas, el clima seguirá cambiando independientemente de la presencia humana. La historia, y antes prehistoria, si se puede ratificar el término egocentrista, lo ratifica.

Fuente: LA PATRIA
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