Josué Vidal Blass: "Cuando hay fuerza de voluntad todo se hace"

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Hace nueve años atrás, la vida cambió de forma brusca para Josué Vidal Blass, un accidente frustró sus sueños abocados al deporte de los "fierros", sus dos manos tuvieron que ser amputadas, más eso no le condicionó para seguir con una vida normal, tuvo que pasar miles de vicisitudes para ahora retornar a aquello que más le apasiona, correr al mando de su bólido.

Una sonrisa entremezclada con el temor y la ansiedad, además de una lagrima que le atravesaba la mejilla, así se mostraba Josué Vidal Blass al momento de que su nombre era llamado para ingresar a la grilla de partida en la competencia automovilística que se realizó el domingo, estaba junto a su navegante Alexander Condori en la máquina 302 de la categoría R2B, el motorizado tuvo algunos ajustes para que pueda maniobrar, pero aun así todo era complicado.

A medida que pasaron las vueltas, la tranquilidad se apoderó de su cuerpo y un aplauso de los asistentes marcaron que Josué había concluido con la prueba y logrado su objetivo, volver a ser el mismo de antes, el asombro de los asistentes no se dejó esperar cuando él levantó las manos y todos se dieron cuenta que le faltaban las manos.

Josué manifestó que hace nueve años atrás un accidente le privó de sus dos manos y con ello su alejamiento casi definitivo de los circuitos, a pesar de que un año más tarde estuvo como copiloto, las críticas y algunos reparos le pusieron trabas en su afán de volver al deporte de los "fierros".

Eso no apagó su deseo de triunfo y buscó las alternativas para que nadie le diga que no puede, logró obtener la licencia oficial de piloto por parte de la Federación Boliviana de Automovilismo Deportivo (Febad) y ayer nuevamente se sentó en el habitáculo para hacer lo que más le gusta.

"Cuando hay fuerza de voluntad todo se hace, aunque no tenga las manos sigo trabajando, sigo manteniendo a mi familia, manejo mi auto particular y mis sueños se hicieron realidad al volver a las carreras, dejé el automovilismo desde que pasó mi desgracia, pero como sabemos esto y como se conduce un auto de carreras nos volvimos animar", señaló.

Josué nos mostró los puños y en la parte izquierda tenía una ampolla producto de la fricción con el volante, a pesar de ello él dice que no es nada y solo parte de los gajes del oficio, su rostro estaba lleno de alegría y algunas lágrimas, pues había atravesado varias trabas para lograr este sueño, el de volver a sentir el rugir del motor, de cruzar una curva con la pericia necesaria y de ver hondear la banderola a cuadros sabiendo que a pesar de las limitaciones la vida no termina si uno tiene el empeño y la voluntad necesaria.

Fuente: LA PATRIA