En ese contexto me he preguntado si en la Biblia se narran suicidios y si existe un juicio moral en torno a los suicidas. Revisando los libros históricos del Antiguo Testamento encuentro cuatro episodios que merecen ser comentados.
El suicidio del rey Saúl en batalla (1Sam 31,3-4) tiene su origen en una mezcla de derrota militar y enfermedad: en efecto la vida del fracasado primer rey de Israel se vio afectada por males del alma (depresión y bipolaridad). En vano buscarÃamos un juicio moral en torno al rey suicida; al contrario, su cuerpo mereció ser rescatado.
Otro suicidio sonado fue el de Ajitófel (2Sam 17,23), quien, siendo un apreciado consejero polÃtico del rey David, a raÃz del "golpe de estado" de Absalón, el tercer hijo del rey, se pasó al bando de los insurrectos. Sucedió que su consejo de perseguir al fugitivo David no fue tomado en cuenta y el narciso Ajitófel se quitó la vida ahorcándose. ¡De proliferar hoy este ejemplo de "narcicidio", no quedarÃan consejeros ni asesores polÃticos!
En resumen, en el Antiguo Testamento el suicidio por motivos de "honor" es admitido, sin que medie un juicio moral, como una opción para evitar un escarnio mayor.
Pasando al Nuevo Testamento, viene a la mente el suicidio de Judas Iscariote, narrado por el evangelista Mateo (Mt 27, 3-5). Según esa tradición, Judas se ahorcó agobiado por el remordimiento de haber traicionado a Jesús. No es difÃcil reconocer un estrecho paralelo entre Judas y Ajitófel: ambos traicionan a su rey/maestro; ambos quedan decepcionados y, por orgullo o por desesperación, ambos se quitan la vida ahorcándose. Por tanto, es innegable la intención de Mateo de inculcar en sus lectores de origen judÃo la imagen de Jesús-nuevo David, el verdadero Rey que, como su antepasado, fue vÃctima de una traición que cobró la vida del traidor.
Tradicionalmente, la Iglesia ha condenado el suicidio, llegando incluso a negar el funeral religioso, no solo por ser un acto en contra de la vida, sino por ser un "pecado contra el EspÃritu Santo", en la medida en que el suicida, al rechazar la posibilidad de ser perdonado, asume que Dios no es Dios, o sea, no es Misericordia Infinita.
Sin embargo, hoy la Iglesia, aún cuando sigue condenando el suicidio en sÃ, respeta al suicida, a sabiendas de que la misericordia de Dios actúa hasta el último instante de vida.
*Es fÃsico - Twitter: @fzaratti
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