Miercoles 01 de mayo de 2019

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Las elecciones de octubre, a más de implicar el cambio de autoridades, tiene un significado por las esperanzas que abriga el pueblo boliviano sobre la necesidad de que el proceso sirva para encaminar al paÃs hacia un mejor futuro; para que las angustias sufridas en los últimos catorce años nunca se repitan en la historia nacional y que las experiencias recogidas en estos años sirvan para no repetir errores.
Los pueblos, por principio confÃan en las autoridades que eligen pero, lamentablemente, siempre hay tropiezos que implican equÃvocos que es preciso corregir; asÃ, con las elecciones de diciembre de 2005 se pensó en la aplicación de cambios en las polÃticas cumplidas en décadas anteriores, cambios corrigiendo los yerros y la aplicación de remedios efectivos a los procesos sufridos por el paÃs.
Pero no siempre hay aciertos y los errores producidos en casi catorce años muestran cuán equivocados estuvieron los caminos emprendidos desde el año 2006, por el hecho de que lo prometido por los ganadores de las elecciones no se cumplieron y, al contrario, se cometieron más yerros que los sufridos en tiempos anteriores; pero, como no siempre es posible enmendar lo mal hecho en el momento de haberlo sufrido, surgieron las esperanzas de que todo se podrá corregir con el transcurso del tiempo. Lo grave de estas situaciones es que la familia boliviana, en lugar de unirse se ha disgregado más, han surgido los revanchismos y los complejos que han diferenciado a unos de otros y han surgido antagonismos que han causado mucho daño a todos, inclusive a quienes propugnaron la adopción de medidas que "reivindiquen" derechos de 500 años pasados como demagógicamente se pregonó, sin que nada de ello haya ocurrido porque el tiempo pasado no puede borrarse y menos olvidarse ya que los remedios que se quiera poner hoy son tardÃos e inútiles.