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Sábado 27 de abril de 2019

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Revista Tu Espacio

San Jacinto, una laguna artificial que convive con la naturaleza

27 abr 2019

Por: Dehymar Antezana - Periodista LA PATRIA

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Llegar allá es simplemente maravilloso al observar aquella amplia laguna artificial, situada a ocho kilómetros al Sudoeste de la ciudad de Tarija. Fue bautizada como la represa de San Jacinto, mágico lugar que hipnotiza la mirada del mortal. El sol desde su lugar abraza con sus rayos aquel sitio donde la naturaleza vive en paz.

Los chapacos hicieron de este lugar en un verdadero atractivo turístico, ya de inicio con la exposición de artesanías, y más adelante, la caminata que rodea la represa, donde se observa la caída de miles y miles de litros de agua a una quebrada, que no solo recibe sus aguas como una caricia, sino que aquello permite que la ciudad tenga energía eléctrica.

En el entorno se observa como si un artista hubiese pintado con su pincel, el vergel del lugar, árboles, especies nativas de plantas que se juntan con las acuáticas en la laguna.

Las aguas que aparentemente son mansas, tienen una variedad de especies piscícolas, en ellos, los dorados, los minquinchos, el pejerrey, entre otros que aparecen en dicho sitio según la temporada. Aquellos manjares acuáticos no son desperdiciados por los habitantes de San Jacinto, al contrario hicieron de ellos unos platillos para su degustación, acompañados de papa, mote, llajua, sin dejar de lado la chicha de uva.

Las aguas que aparentemente son mansas, tienen una variedad de especies piscícolas, en ellos, los dorados, los minquinchos, el pejerrey, entre otros que aparecen en dicho sitio según la temporada. Aquellos manjares acuáticos no son desperdiciados por los habitantes de San Jacinto, al contrario hicieron de ellos unos platillos para su degustación, acompañados de papa, mote, llajua, sin dejar de lado la chicha de uva.

Una añadidura de aquel paisaje son las pequeñas casetas artesanales, de donde sale un denso humo, producto de los hornos de barro construidos o de las improvisadas cocinas, donde se preparan ricas delicias culinarias de la tradición tarijeña, como las chirriadas, las empanadas blanqueadas o las de lacayote.

No podía faltar la música de aquel rincón boliviano, contagiosa para el baile y alegre para enamorar el corazón al ritmo de la cueca, chacarera o tonada.

Todos esos elementos juntos, rejuvenecen el alma, pero no solo ello, sino también la vida de aquel que siente la monotonía de la actividad laboral, el estrés de los problemas familiares, económicos o la falta de motivación para dar un nuevo respiro a la existencia misma del ser.

San Jacinto lugar maravilloso, lleno de energía, al natural, como Dios regaló ese pedacito de tierra a la humanidad.

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