Los narcotraficantes y la conciencia moral

Los narcotraficantes y su tenebrosa red comercialización responden a un plan preconcebido y estudiado, consistente en el conocimiento de los estratos sociales más vulnerables, como son la niñez y la juventud para arremeter con malévola fuerza persuasiva para doblegar la voluntad de los mencionados estratos sociales y transformarlos en adictos perennes, obteniendo con ello el consumo permanente del veneno que distribuyen; de esta forma se enriquecen súbitamente condenando a los convencidos a una vida sin esperanza, totalmente derrotados y sometidos a la droga sin solución de continuidad y a la búsqueda de dinero para adquirir droga; acción que puede conducirlos a convertirse a sí mismos en delincuentes.

Entonces ¿Estos destructores de la vida poseen conciencia moral?, primero se debe conocer el concepto de conciencia moral que en su sentido lato significa la capacidad del espíritu humano para conocer los valores, preceptos (ordenamiento jurídico vigente) y las leyes morales.

En acepción estricta designa la aplicación de éstos al obrar propio inmediato, es decir, en cada acción que realizamos en nuestra vida. La conciencia moral es aquella autoridad interior que se manifiesta a todos los seres humanos de manera enteramente personal y además forzosamente perceptible sobre lo que debe hacer o no hacer, y emite su juicio antes de la acción y, ¿cómo emite su juicio? con voz avisadora, prohibitoria, preceptiva o permisoria y con voz laudatoria y condenatoria (remordimiento) después de la acción.

Todo este maravilloso proceso interno que se genera indefectiblemente en todo ser humano, por lo cual nadie puede alegar que no posee conciencia moral y menos puede aplacar su voz o simplemente ignorarla: el proceso se presenta con fuerza a todo ser humano sin importar el nivel de ascenso cultural. Por esta poderosa razón concluimos que los narcotraficantes que desestructuran las sociedades en su expectativa de formar ciudadanos morales, útiles y responsables con el prójimo, la sociedad y el orden público en todas sus acciones sin excepción, poseen conciencia moral.

¿Por qué pese a ello siguen delinquiendo? por la fuerza invencible de su codicia y el pretendido desconocimiento a los valores de toda sociedad, que los hace delinquir a pesar de su conciencia moral que por lo menos los atormenta con constante e incesante remordimiento, que a opinión de este columnista es el impresionante testimonio de la fuerza de la conciencia; una situación de constante angustia interna que su propio espíritu detesta por el pesar agobiante de sus malas acciones, aunque pretendan vivir una vida placentera; placentera sí en lo económico y en el dispendio descontrolado en gastos y caprichos disolutos.

Esta vida de boato a costa de la destrucción de vidas valiosas los hace olvidar en la vorágine de su vida material y fuera de la ley, la presencia y fuerza de la conciencia, pero es temporal (algunas horas) y sólo en el momento de sus excesos y extravagancias, pues la conciencia arremete con intensidad con ciclo constante que debe producir en el delincuente una vida interna espantosa y ausente de paz.

Ningún jurista razonable pondrá en duda la necesidad del estudio de la conciencia moral y aplicar ese esfuerzo en el derecho penal y civil a fin de exponer el alcance y exacta aplicación de las leyes, acción que ayuda al jurista práctico en el no pocas veces difícil ejercicio de la profesión e igualmente a las autoridades que dirigen a las personas, evitando las situaciones abstrusas y arbitrarias aplicando la ley con percepción draconiana pues se trata de la niñez y la juventud.

*Es abogado, posgrados en Interculturalidad y Educación Superior, Alta Gerencia para abogados (UCB-Harvard), Filosofía y Ciencia Política (maestn), Arbitraje y Conciliación, Derecho Aeronáutico, Docencia en Educación Superior, doctor honoris causa (IWA-Cambridge University, USA)