El último fin de semana apareció en mi casa mi comadre Macacha a quien me pareció ver más gorda que de costumbre y así se lo dije en forma delicada y respetuosa, respondiendo la cochabambina con el desparpajo que la caracteriza: “ No estoy más gorda sino que me he puesto cuatro polleras más, una “mankancha adicional y dos camisetas de lana…”
Iba a describirle mi vestimenta invernal comenzando por mis calzoncillos de manga larga que utilizé para bailar La Diablada pero mi comadre me pidió que lo hiciera porque ella es muy poderosa aunque mi único afán era comparar la calidad de las lanas que vestíamos.
Cuando lo solicité que me diera una frotadita en mis ttusus extensiva a todo el cuerpo, mi comadre me dijo que no había traído con ella las pomadas necesarias y que sólo posee la Bartola, una negra de Yungas que oficia de curandera y profesora del baile llamado “saya afro-boliviana” y a quien posiblemente encontraríamos en El Alto, en el naiclú “Malena”.
Así abrigados nos dirigimos a la ciudad de El Alto, no importándonos temperaturas más frías aún porque ningún frío podría impedir mi complimiento del deber pues yo debería continuar con mis clases de tango a mis alumnas las señoras y señoritas de la sociedad alteña.
Allí llegamos montados en un minibús donde el glorioso contubernio con el pueblo te hace olvidar las frías temperaturas debido a la yuxtaposición obligatoria de todos los pasajeros.
Impartí mis clases de tango mientras mi comadre se dedicaba a conversar con la negra Bartola, originaria de Coripata. Después de mis clases ingresé al salón principal del Naiclú Malena donde el elenco estable del local ofrecería un “estriptís al revés”, o sea que las bailarinas salían “en pepas” y procedían a vestirse en público hasta quedar completamente cubiertas y abrigadas para resistir la ola de frío polar que nos azota.
Para calentarnos, los yatiris nos contaron que los miembros de la Asamblea legislativa del Estado Plurinacional, Multicolor y Folclórico se hallaban aprobando a cien artículos por hora la Ley Marco de Autonomías y que muchos de ellos (los dos tercios) quedaron con las manos congeladas porque cada minuto deberían levantarlas para aprobarlas por órdenes superiores.
La novedad de la noche fue el estriptís al revés, cuando las bailarinas aparecieron calanchas y comenzaron a vestirse graciosa y apresuradamente comenzando con unos calzones largos de lana (parecidos a los míos y a los que utilizaba el Libertador Simón Bolívar de acuerdo a la moda de ese tiempo), luego se calzaban unas medias, después camisetas de lana y chompas de graciosos modelos, hasta concluir con finas bufandas y “chullus” de lana de fabricación originaria y con colores de la wiphala.
Concluído el espectáculo todos cantamos el Himno a La Paz con la apropiada al momento y que decía “La Paz que en este día con nieves que engalana, con nieves con las que ufana recuerdan al Polo Sur…”.
PAULOVICH
Fuente: LA PATRIA
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