La seguridad alimentaria casi resulta una utopía en la mayoría de los países en desarrollo, atenazados hoy por la crisis económica mundial y una tendencia general al alza del precio de los alimentos básicos, detonantes del hambre.
El informe Perspectivas Agrícolas elaborado y dado a conocer a mediados del pasado junio por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y la Organización de las Naciones Unidas para la agricultura y la Alimentación (FAO), reveló datos preocupantes.
El principal es que el precio medio de los alimentos subirá en la próxima década, aunque se vivan ahora días de cierta baja respecto a la subida en punta de 2008.
De modo que esto refuerza la alarma por la seguridad alimentaria en los países más pobres de todos los continentes, sin excepción, donde se debe trabajar con más prisa y tenacidad.
Sin embargo, el planeta cuenta con los medios técnicos y económicos para remediar definitivamente el intolerable problema del hambre, aseveró Jacques Diouf, director general de la FAO.
Sólo falta una mayor voluntad política para acabar para siempre con un flagelo que hacer padecer hambre crónica a unos mil millones de personas en la Tierra, puntualizó Diouf.
El asunto de la necesaria voluntad política, reconocido por expertos en foros mundiales y regionales y por las personas sensatas del mundo, es tan peliagudo y complejo como todos los derivados del injusto orden económico y comercial impuesto por el mundo desarrollado.
¿A quién duele realmente?
Porque llevados al punto de la urgencia de hacer cambios profundos en sus políticas o dar aportes sustanciales para resolver problemas por ellos creados, actualmente insostenibles, los ricos hacen muy poco o nada de buena gana.
Es la historia de siempre. Aunque el mundo ha visto en varios países el incremento de los disturbios y la violencia, a causa del hambre acrecentada por el alto precio de los alimentos básicos y la crisis económica.
El informe, también llamado OCDE-FAO 2010-19, precisa que en consecuencia, habrá un crecimiento de la producción agrícola mundial más lento en la próxima década que en los últimos 10 años.
A pesar de ello, estimaciones optimistas de expertos pronostican que se podrá llegar al 70 por ciento de aumento de la producción previsto para 2050, algo que otros especialistas ponen en duda, apoyados por las actuales evidencias.
El dramático repunte del hambre golpea a las personas más pobres dentro de los países en desarrollo.
Estimaciones calculan la existencia de 642 millones de hambrientos en Asia y Pacífico, 265 en África Subsahariana, 42 millones en Oriente Medio y África del Norte y 53 millones en América Latina y el Caribe.
Pero la subnutrición ha llegado hasta los mismos suburbios del mundo desarrollado, donde se reportan unos 15 millones de afectados.
"Esta realidad pone en evidencia la fragilidad del sistema alimentario mundial y la necesidad urgente de reformas", coinciden en un Informe conjunto especialistas de la FAO y el programa Mundial de Alimentos (PMA).
El papel de los gobiernos
En muchos países pobres y en vías de desarrollo sus autoridades han trazado programas encaminados al fomento de las inversiones agrícolas, sustituir exportaciones y ahorrar combustibles, entre otras medidas.
Tales programas internos son claves para enfrentar la aguda problemática y sentar las bases para conseguir calmar la hambruna donde la haya y alcanzar la soberanía alimentaria, imprescindible para el desarrollo general.
Esos proyectos ayudan a frenar el alza de los precios y a proteger políticas de inclusión y justicia social.
Sin embargo, en la casi totalidad de los países en desarrollo tal empresa rebasa las posibilidades reales de los gobiernos, atados de pies y manos por los rebotes de la devaluación del dólar, la disminución de acciones crediticias y el importe de remesas familiares y el aumento de los precios de los combustibles.
En fin, sobre ellos recaen con más fuerza las consecuencias de la crisis planetaria, de la que tanto se habla.
Además, expertos opinan que en la actualidad los países en desarrollo se encuentran más integrados -léase dependientes- financiera y comercialmente a la economía mundial que hace 20 años. Esto los hace más vulnerables.
Organizaciones como el Programa Mundial de Alimentos (PMA) siguen llamando a la contribución de quienes poseen los recursos financieros y tecnológicos para hacerlo.
Josette Sheeron, directora Ejecutiva del PMA hizo notar la paradoja de que en momentos en que más hambre había en el mundo, menos ayuda alimentaria se recibía.
"Sabemos lo que se necesita, faltan recursos y ayuda internacional para hacer el trabajo", reiteró la funcionaria. La ONU despliega una labor en dirección a paliar el hambre aguda con urgencia y el hambre crónica a mediano y largo plazos.
Pero el camino de la seguridad alimentaria sigue empedrado, aunque naciones como Brasil, Rusia, Ucrania, India y China, muestran avances, y todo indica que están en condiciones de continuar incrementando sus producciones agrícolas hasta el 2019.
En cambio, es un sueño imposible que se llegue a 2015 con la reducción a la mitad de la cifra de hambrientos del planeta, uno de los objetivos trazados por la ONU para el Milenio.
(*) Periodista de la Redacción de temas globales de Prensa Latina.
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