Es el Taumaturgo que resucitó a muertos, curó a miles de enfermos de toda clase, detuvo la tempestad y los vientos, es el Dios que ha de juzgar a todos con su suprema y única autoridad, es el Rey del más allá, que se asienta en su trono de felicidad perpetua, dominando a todos los ángeles. Si es Dios y es tan poderoso, ¿cómo es posible que se encuentre clavado, inutilizado, asesinado de ese modo tan humillante?
Está en la cruz porque lo desea, es el precio que debe dar por nuestra salvación. Como indicó a Pedro: «Si Yo quisiera, no crees que el Padre de los cielos, me enviarÃa una legión de sus ángeles para defenderme?» Pero Ã?l está en la cruz siendo Dios, porque quiere ser esclavo de amor de toda la humanidad.
3. ¿Cómo sufre? Jesús inventa una escuela de dolor. Para �l no existe ninguna casualidad ni simple malicia de los hombres que provocan el sufrimiento. En el fondo de todo dolor asoma la voluntad del Padre que del sacrificio ha de sacar mucho fruto para la salvación de la humanidad. Estas son las tres condiciones del sufrimiento de Jesús:
Primera: sufre voluntariamente. En diversas ocasiones habÃa señalado a sus Ãntimos que Ã?l serÃa detenido, condenado, maltratado y martirizado, y que lo harÃa voluntariamente. Se habÃa ofrecido para la salvación de toda la humanidad pecadora, y el precio de la Redención era nada menos que la serie interminable de los dolores y angustias de su Pasión. Por eso, aunque le aterra la perspectiva de su Pasión, dirá con valentÃa al Padre: «No se haga mi voluntad, sino la tuya», y la voluntad del Padre es su Pasión.
Segunda: Jesús sufre serenamente. Ni una protesta en medio de las torturas, ni una llamarada de odio hacia los que sà le odian, ni una amenaza contra sus torturadores, lo mismo cuando le acribillan de golpes y salivazos, como cuando le agujerean manos y pies para suspenderle de la cruz.
Debemos aprender a leer el Evangelio bajo esta clave: Jesús me salva a mÃ, y para salvarme acepta voluntariamente todas las enormes torturas de la Pasión. Ha pagado la deuda de mis pecados, y puedo ser Hijo de Dios, a condición de que escuche su palabra y la cumpla.
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