Loading...
Invitado


Domingo 14 de abril de 2019

Portada Principal
Revista Dominical

Transgénicos; bajo la lupa y más allá del mito

14 abr 2019

Por: William Torrez Pérez - Asambleísta orureño

¿Fotos en alta resolución?, cámbiate a Premium...

Desde la aparición de los ancestros, primer ser humano hasta la época del Neolítico, el hombre no conoció los principios de la agricultura, lo cual es un lapso de tiempo inmenso que abarca entre cuatro y tres millones de años.

Los seres humanos "modernos", es decir el Homo Sapiens Sapiens poseen una antigüedad máxima de 140.000 años, teniendo sus parientes próximos el extinto Homo Neanderthal una antigüedad incluso mayor, pero con un volumen cerebral igual o incluso más grande que el del ser humano moderno, este aspecto es fundamental para deducir lo siguiente, los humanos tuvimos que desarrollar nuestros avances por 140.000 años o más para poder conocer la agricultura.

Es ese el lapso en el cual la humanidad sólo consumió "alimentos naturales", precisamente antes de que se descubran los principios de la agricultura y se domestiquen las especies vegetales salvajes, transformándolas en; alimentos genéticamente manipulados.

Sin ir muy lejos, el maíz una planta que todos damos por "natural", es producto de la manipulación artificial del hombre por miles de años hasta lograr la apariencia actual, constituyéndose en un excelente ejemplo de Alimentos Genéticamente Manipulados, puesto que la reproducción del maíz como lo conocemos, no es posible sin la intervención de la mano del hombre, de hecho las primitivas plantas de lo que fue una vez el maíz, no, poseían mazorcas, sino delgadas espigas y eran muchísimo más pequeñas que las de ahora.

Sin ir muy lejos, el maíz una planta que todos damos por "natural", es producto de la manipulación artificial del hombre por miles de años hasta lograr la apariencia actual, constituyéndose en un excelente ejemplo de Alimentos Genéticamente Manipulados, puesto que la reproducción del maíz como lo conocemos, no es posible sin la intervención de la mano del hombre, de hecho las primitivas plantas de lo que fue una vez el maíz, no, poseían mazorcas, sino delgadas espigas y eran muchísimo más pequeñas que las de ahora.

La manipulación de los genes de las plantas; por medio de la Selección Artificial; es tan antigua como lo es la agricultura en el ser humano, un dato primordial para conocer por todo aquel que declara al respecto y/o predica por los "alimentos naturales" refiriéndose a la agricultura tradicional.

Al respecto de los nombres, valga hacer una aclaración más, el Transgénico es tan sólo una clase de los Organismos Genéticamente Modificados, cuya definición incluye igualmente tanto los organismos modificados por transgenia como los con el mismo propósito seleccionados artificialmente, los cuales son en esencia producto alimenticios existentes a los que se les ha introducido una modificación mediante métodos, los cuales en el caso de los transgénicos, son producto de la más sofisticada biotecnología.

Como casi todo gran avance científico, estos nacieron con "buenas intenciones", buenas intenciones que auguraban (y aún los hacen los defensores de los transgénicos), las siguientes promesas:

Que los consumidores accedan a alimentos más sanos, equilibrados y con propiedades hasta ahora impensables, siendo que algunos frutos incorporarían vacunas, medicamentos y sustancias saludables, todo gracias a la inserción de estos caracteres en los alimentos mediante su código genético.

Que los agricultores puedan cultivar plantas adaptadas a climas, terrenos y situaciones adversas que antes hacían impracticable su desarrollo.

En síntesis disponer de semillas con mejor tolerancia a la sequía, las plagas, los herbicidas, la salinidad y condiciones indeseables, cultivos protegidos desde sus genes contra parásitos, frutas y verduras capaces de retrasar su proceso natural de maduración (es decir que no se pudran).

Notables personalidades de todo el mundo, como el Premio Nobel Norman Borlaug, vaticinaron que la biotecnología se convertiría en una importante arma para la lucha en contra del hambre a nivel mundial, la Organización para la Agricultura y la Alimentación de la opinión de quien fue su director general Jacques Diouf profetizó en el cambio de milenio: "los alimentos genéticamente modificados y la incorporación de las nuevas tecnologías en esta materia permitirán aumentar la productividad y reducir a la mitad los 800 millones de personas, incluidos 200 millones de niños menores de cinco años que padecen hambre en los 83 países que en la actualidad registran deficiencias alimentarias".

¿Un futuro prometedor? Según los optimistas sí, pero lo mismo pensaron varios de los científicos y políticos que concibieron las armas nucleares, las cuales también fueron concebidas con las "mejores intenciones".

De manera evidente se han creado una serie de mitos respecto a los transgénicos, siendo de los menores los mitos de: a) crear en los humanos resistencia a los antibióticos, b) contener bacterias peligrosas, c) presentar riesgos para la salud humana, d) que los alimentos "ecológicos" son más sanos, seguros y naturales, e) las multinacionales de EE. UU. introducen productos mejorados genéticamente en los países que no tienen legislación para protegerse.

Estos mitos, pues son eso, se basan en información no confirmada en el mejor de los casos, y en el peor en descaradas mentiras que ponen a prueba tanto el sentido común de las personas como el nivel de conocimiento científico que estas poseen, jugando con prejuicios y mala información.

Los procesos de creación de los llamados transgénicos, antes de obtener sus respectivas licencias de producción y sobre todo exportación, sufren una serie de rigurosos controles por parte de sus autoridades, puesto que se trata de compañías y laboratorios situados en el llamado primer mundo, donde la legislación a diferencia de nuestro país, sí se cumple, tanto por los empresarios (al menos en público) como por sus autoridades (de nuevo al menos en público), por lo que muy mal se puede opinar de forma ligera respecto a la peligrosidad o riesgos para el ser humano.

Entonces, ¿qué es lo que hay de malo con los Alimentos Manipulados Genéticamente?

Principalmente y como todo en este mundo lo malo es; el factor humano.

Históricamente las creaciones hechas con las mejores intenciones se han convertido en las peores aberraciones existentes, siendo la concepción de la energía nuclear una y quizás la más llamativa de ellas, el factor humano, es decir el interés personal o sectorial para la consecución de objetivos, léase estos como objetivos de poder, dinero, política o cualquier otro diferente al del servicio al bien común, son los elementos dentro del factor humano, elementos que convierten casi cualquier creación en una aberración.

Asimismo, las mejores intenciones, basadas en una tecnología incompleta, y con un planteamiento errado en cuanto a su uso precipitado y más que todo no previsor, en lo absoluto degenera de forma trágica en un error, error que llega a costar millones de vidas.

En lo que respecta al caso de los Alimentos Manipulados Genéticamente, estos elementos se traducen en:

Monopolización con fines mercantiles de los cultivos, si bien nadie (al menos ahora y sin contar los rumores de Monsanto/Academi ex Blackwater) está obligado a comprar las semillas modificadas, la despiadada competencia del mercado provoca que aquel que quiera seguir siendo campesino tenga que comprar semillas.

Semillas programadas para no reproducirse, es decir que el programa genético de las plantas les impida crear semillas que puedan producir otra planta, la ingeniería genética es más que capaz para hacer eso, así la empresa productora de las semillas adquiere el control, total, de la producción de alimentos sin sembrar un solo surco.

Cultivos mono-variedad, como consecuencia de lo anterior y sin ninguna duda, donde había centenares de variedades desarrolladas por generaciones de selección artificial, serán sustituidas por una sola "súper-planta" que haga innecesarias las otras, reduciéndose o casi desapareciendo la variedad genética de antaño, este es un factor muy a tener en cuenta puesto que pese a la intensa propaganda al respecto, una sola variedad por "perfecta" que parezca es muchísimo más vulnerable a la práctica extinción.

Evolución de las plagas, ningún organismo viviente (complejo obviamente) posee una mayor capacidad de adaptación que los insectos, por lo que años de investigación serían destruidos, por una sola plaga insectil que haya evolucionado lo suficiente, existen ya insectos que son inmunes a los insecticidas y que incluso los usan de alimento, con una sola variedad como resultado del uso masivo de transgénicos, los insectos no tendrían ningún problema para arrasar la "esperanza" de la humanidad, sumiendo al hombre en la más absoluta hambruna.

Evolución de otras plagas, los virus, bacterias, hongos y mohos poseen una capacidad de adaptación incluso a veces mayor que la de los insectos, razón suficiente para temer, de hecho cualquier proceso de transgenia debería de estar acompañado de un proceso de codificación del genoma de las enfermedades y amenazas para estar preparados para cepas mutantes o evoluciones, es aquí donde la falta de variedad es incluso más letal que con los insectos, si sólo cultivamos un "súper-maíz" y este cae por una plaga que mutó para destruirlo, ¿qué base genética nos queda para reconstruir las semillas irremediablemente perdidas?, sin variedad genética el único futuro es el hambre.

Corrupción política por el ansia de recursos, varios estados están autorizando no sólo el uso sino el desarrollo de transgénicos sin las rigurosas regulaciones del primer mundo, este aspecto no sólo va contra los intereses de sus pueblos sino incluso en contra de la salud, aunque este último aspecto es discutible porque los países mercado (el primer mundo) aún poseerían sus reglamentos rigurosos para la internación de productos.

Son precisamente esos aspectos, entre otros muchos, los que deben de tomarse en cuenta a la hora de apostar por los transgénicos, mucho más cuando regiones como la nuestra, no poseen un grado de respeto hacia las leyes como en los países del "imperio", ni mucho menos poseen dirigentes que basen sus criterios en factores técnicos o de beneficio al pueblo.

Asimismo, con la presencia de los transgénicos se acrecentaría la dependencia, de la agro-producción boliviana del extranjero, siendo los mayores beneficiarios los intermediarios para la importación de semillas y en segundo plano los empresarios agrícolas, en total y absoluto desmedro de millones de campesinos que no pueden competir en el mercado contra las grandes empresas.

La otra víctima son los emprendimientos científicos autóctonos, así como la inmensa variedad genética de los alimentos tradicionales, centenares de variedades de tubérculos, por ejemplo, se verían irremediablemente extintas, perdiéndose así un legado cultural de nuestros ancestros como un valioso banco genético desarrollado en cientos de generaciones.

La proliferación de oleaginosas comerciales como la soya, incluso sin una abundante presencia de transgénicos, motivó la deforestación de miles de hectáreas de selva ancestral, siendo quizás la única especie vegetal junto con la coca del chapare, que expandió su frontera agrícola de forma desmedida.

De hecho, se rumora que la destrucción del Territorio Indígena Isiboro Sécure (Tipnis) estaría motivada por la necesidad de espacios agrícolas para empresas soyeras brasileras y bolivianas.

La intención del actual gobierno en combinación con ciertos grupos empresariales nacionales, es de introducir las semillas transgénicas, en una total y absoluta contradicción con las leyes nacionales vigentes, sin embargo ya se ha visto que cuando el gobierno del Movimiento Al Socialismo decide algo, muy pero muy poco le importa vulnerar las leyes vigentes o incluso la Constitución Política del Estado Plurinacional de Bolivia.

En este sentido y para poder crear una propuesta viable para esta tecnología, vale la pena poseer un conocimiento adecuado y por demás técnico de la cuestión de los transgénicos.

Veamos tres factores a tener en cuenta para poder juzgar los transgénicos, al menos desde un punto de vista técnico: 1) las características del organismo, 2) las características agroecológicas del sitio de liberación y 3) el empleo de condiciones experimentales adecuadas.

En estos casos, es menester poseer no sólo una legislación adecuada sino también un organismo científico de naturaleza forzosamente interinstitucional y participativa para determinar esos tres factores para siquiera, considerar, la introducción de todo organismo, como paso previo a su aceptación normativa, debiendo incluirse siempre un cuarto factor, el social-cultural.

Los pueblos de origen precolombino hoy llamados naciones indígenas originarias, por generaciones recurrieron a la selección artificial para perfeccionar sus cultivos de alimentos, así como su ganadería, produciendo especies animales (llama, alpaca, etc.) como vegetales (maíz, centenares de variedades de papas, yuca tropical, etc.) logrando increíbles avances comparables a los de la biotecnología actual e incluso superiores (quinua real), que permitieron la fructificación de los pueblos en su entorno, alimentando a millones de habitantes y esto antes incluso de la conquista.

No obstante, incluso con tan grandes avances, la sequía y las plagas destruyeron civilizaciones en la cumbre del respeto a la madre Tierra y el uso racional de recursos, como lo fue el Imperio Tiwanaku, ese aspecto debe de ser tomado en cuenta, poderosas civilizaciones con una base agrícola y un uso de recursos tan sostenible, ecológico y diversificado como asombroso, cayeron ante el hambre, lo cual debe de hacernos pensar si todos los avances de la tecnología podrían derrotar a la naturaleza cuando ésta, según su accionar, se decida a destruirnos.

Para tus amigos: