La violencia contra las mujeres persiste de manera permanente en nuestro paÃs. Desde conocidos hombres públicos ligados al gobierno como el magistrado del TCP señor Orlando Ceballos que agredió a su esposa o el señor Rodolfo Machaca, viceministro de Interculturalidad, que luego de embarazar a una mujer joven a quien dobla en edad, no quiere pagar la manutención respectiva, hasta muchos hombres desconocidos que aparecen en noticieros o páginas de la crónica roja por violencia, feminicidio y violación.
Reconozcamos que en los últimos años se han decretado leyes a favor de sectores vulnerables de la sociedad como son niñas, niños y mujeres, pero exceptuando algunos casos, estas leyes no son aplicadas de manera contundente y con la premura necesaria. Las crónicas periodÃsticas señalan que muchos casos de violación, por ejemplo, quedan en la impunidad, habida cuenta de "conciliaciones" entre agresores y vÃctimas. Asimismo, debemos tomar en cuenta la desconfianza en la policÃa a la hora de hacer las denuncias, que en varios casos no merecen atención.
Y sobre llovido, mojado. Las últimas noticias de violaciones y abusos a mujeres por parte de policÃas en varias carceletas del paÃs, amedrentan y dejan inermes a las mujeres sin un referente de defensa.
Por otra parte, la burocracia de la justicia, la influencia del dinero y el triste papel de los abogados defensores de los agresores o victimarios desalientan la fe en la justicia.
SOLUCIONES PARCIALES
En casos de violencia a mujeres, el desistimiento de las vÃctimas, luego de hacer la denuncia, llama la atención. AsÃ, el magistrado Ceballos, logró que su esposa desista de la denuncia inicial. Bueno. En este caso las instancias correspondientes continúan la investigación de oficio, pero dado el desistimiento, esto pierde fuerza y acaso se quede en la impunidad. Huelga decir que el diputado Borda y la diputada Yañiquez del MAS, sugirieron a Ceballos la renuncia, pero aún no lo hace.
El caso del, ahora exviceministro Machaca, tuvo la gran presión del grupo feminista Mujeres Creando, quienes decidieron apoyar a la joven. Por cierto, don Rodolfo Machaca desvió sus explicaciones a situaciones polÃticas para perjudicarlo, cosa no cierta en verdad, pero, cuando menos, el hombre renunció para defenderse desde el llano.
Don Jerjes Justiniano, por su parte, pidió disculpas pero queriendo justificar lo injustificable, adujo no haber sido bien entendido y se aprestó incluso a devolver el reconocimiento que le entregó la AlcaldÃa cruceña (¿lo habrá hecho? Acaso debió hacerlo sin hacer mucha publicidad).
Acaso haya que entender las palabras de don VÃctor Hugo como una muestra de la rabia e impotencia que sentimos quienes no somos machistas violentos. Porque las crónicas periodÃsticas que a diario nos hablan de feminicidio, violación y agresiones fÃsicas y sicológicas simplemente duelen y lastiman nuestra sensibilidad. Enterarnos que, por ejemplo, una niña fue violada por su tÃo y su hermano, nos escandaliza y llena de impotencia.
Por ello, si bien no se concretará la idea de don VÃctor Hugo, hay que entenderlo como un desahogo o como un grito de auxilio que está lanzando al mundo aquella humanidad que aún tiene sentido común y conserva valores. Dios guarde a Bolivia.
(*) Es licenciado en Comunicación Social
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