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Domingo 07 de abril de 2019

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Cultural El Duende

Soljenitsyn, el glasnot en la Rueda Roja

07 abr 2019

Paul Gray (1989)

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Un aviso escrito a mano está pegado junto a la puerta de venta de Cavendish, estado de Vermont: No hay bañeros. No entre descalzo. No se informa el camino para los Soljenitsyns. Una historia intrigante puede ser leída en las interlíneas: no sólo la presencia en esa pequeña villa (población: 1355), de Vermont, de un escritor ruso mundialmente famoso, sino también la decisión de sus adoptivos vecinos yanquis de proteger su privacidad.

Alexander Soljenitsyn llegó a Cavendich, con su mujer Natalya y sus cuatro hijos, en 1976, cerca de dos años y medio después de haber sido acusado de traición y exiliado, a la fuerza, de la Unión Soviética. Estableciéndose en un refugio de 200 hectáreas en las montañas, comprados con los royalties de la publicación, en Occidente, de sus obras, el autor de libros como El pabellón de los cancerosos y El primer círculo gradualmente desapareció de las revistas y de la vista.

Peregrinos admiradores, esperando un vislumbre del Premio Nobel de 1970 -bien como posibles agentes de la KGB- fueron desestimulados por los habitantes locales y por un impresionante sistema de seguridad que cerca el lugar.

Peregrinos admiradores, esperando un vislumbre del Premio Nobel de 1970 -bien como posibles agentes de la KGB- fueron desestimulados por los habitantes locales y por un impresionante sistema de seguridad que cerca el lugar.

Esas señales exteriores de retraimiento provocaron mucha especulación. ¿Qué hacía Soljenitsyn en ese aislamiento bucólico?

Después de 13 años, finalmente emerge una respuesta y es de causar estupefacción. Ayudado por Natalya ("No creo que podría haber conseguido sin mi mujer"), él construyó una verdadera fábrica de literatura. Trabajando casi doce horas por día, siete días por semana, en una casa de tres pisos, en los fundos de su residencia, que sirve tanto de lugar de trabajo y biblioteca y como centro de composición y revisión, él produjo más de cinco mil páginas impresas, en ruso, de un épico llamado La rueda roja.

Valiéndose de la técnica de ficción, pero basado en exhaustivas investigaciones históricas, el proyecto visa a nada menos que una amplia visión panorámica de los acontecimientos que culminaría en la Revolución rusa de 1917.

Llevará años antes que el ciclo completo de los romances esté a la venta en lengua inglesa. Pero una pre estrella gigantesca de lo que puede esperar está siendo publicada esta semana bajo el título Agosto de 1914 (Farrar, Strauss I Giroux, 854 páginas; 50 dólares).

Esa novela apreció por primera vez en inglés en 1972; después de su destierro de la Unión Soviética, Soljenitsyn estaba libre para explotar nuevos tesoros de material de archivo, especialmente en la Hoover Institution, de la Universidad de Stanford, y ahora aumentó el texto en cerca de 300 páginas. Buena parte del material adicional se refiere a las nocivas (según Soljenitsyn) actividades de Lenin en la apresurada entrada de Rusia en la Primera Guerra Mundial, y la heroica (ídem) carrera de Pyotr Stolypin, primer ministro del Zar Nicolás II, asesinado en 1911 por un anarquista llamado Dimitri Bogrov. Traducida por Harry T. Willerts, esa versión es esencialmente una obra nueva.

Y, añade, no es volumen. Aquellos que, verano tras verano, se sienten tomados de culpa por no haber leído Guerra y paz, pueden positivamente rastrear delante de un libro sin duda difícil y arduo como Agosto de 1914.

Se trata de una narrativa ceñida, contada de decenas de diferentes perspectivas, de la vida en Rusia, cerca de 1914, y de la total falta de preparación de la nación para la ofensiva militar lanzada contra los alemanes en agosto de aquel año. En esa historia, Soljenitsyn mezcla fracciones de periódicos contemporáneos, una sucesión de documentos oficiales y una serie de Telas, escenas descritas como si se destinasen a un guion cinematográfico. El efecto total de esa avalancha de informaciones es de hecho intimidante.

Pero el lector paciente será ampliamente recompensado. El laberinto de detalles puede ser cautivante. Personajes surgen y después desaparecen durante centenas de páginas, para retornar de modo memorable. Al mismo tiempo, identidades individuales son forjadas y fundidas en el crisol de la historia. En el decurso de los acontecimientos panorámicos, una voz persistente sublima la insensatez y la tragedia de los que está siendo registrado: un cataclismo que arruinó a una nación y cambió el mundo moderno.

En el apagar de las luces del siglo XX, Soljenitsyn produjo un ícono del siglo XIX, una saga que presupone un público lector inteligente y con el tiempo necesario para seguirla y no dejarla en medio. Viviendo de otra persona, ese romance -sin hablar de la inmensidad de la futura La rueda roja- parecería quijotesco o con un ejemplo de arrogancia monumental.

Pero el autor, de 70 años, pasó su vida adulta desafiando desventajas imposibles, y hechos recientes indican que él puede estar venciendo.

De repente, su reputación en la Unión Soviética está creciendo. El mensajero literario moscovita Novy Mir en breve pasará a publicar extractos de Archipiélago Gulag, el relato contundente de Soljenitsyn a respecto de los prisioneros políticos, inclusive él mismo, en la vasta red de campos de trabajo stalinistas; la obra completa también será publicada en forma de libro.

Y el Sindicato de los Escritores Soviéticos recientemente anunció la anulación de sus decisión, de 1969, de expulsar al autor de sus filas, por "comportamiento antisocial" y apeló para el Soviet Supremo en el sentido de devolver la ciudadanía a Soljenitsyn.

Vadim Borisov, el editor del Novy Mir, que cuida de los asuntos literarios de Soljenitsyn, en la Unión Soviética, no tiene duda de la importancia del autor para su patria:

"Si todas las obras de Soljenitsyn hubiesen sido publicados en la época y no prohibidos, la naturaleza de la prosa rusa de hoy sería diferente. Cuando su ciclo histórico-épico sea leído en su integridad, tendrá el mismo significado para la literatura rusa que la Divina Comedia de Dante tiene para la literatura europea".

En su exilio en Vermont, el autor está ocupado, preparando las páginas finales de La rueda roja. Con el trabajo más importante de su vida agitada y angustiosa prácticamente terminado, parece más descansado a los ojos de su familia y de sus amigos. En la vida real, como siempre lo fue en sus escritos, su mirar ahora parece sereno y confiadamente dirigido para la eternidad.

Aleksandr Isáyevich Solzhenitsyn. Rusia, 11 de diciembre de 1918 - 3 de agosto de 2008. Escritor, historiador, crítico del socialismo soviético, Premio Nobel de Literatura-1970 por la fuerza ética con la que continuó las tradiciones indispensables de la literatura rusa. Contribuyó a dar a conocer el Gulag, campos de trabajos forzados de la ex URSS donde estuvo preso entre 1945 y 1956.

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