La Policía de golpe en golpe

Paradójicamente no se trata - en este caso - de mencionar los "golpes" delincuenciales que descubren los policías, sino de los hechos de corrupción en la entidad del verde olivo que golpean seriamente a la institución, debilitan su imagen de servicio en defensa de la comunidad y comprometen a muchos de sus connotados funcionarios, incluyendo a varios de los más altos grados.

La corrupción empezó como un hecho insignificante y en la base de su estructura orgánica, por lo mismo, algunos casos pasaron desapercibidos e incluso si fueron sancionados, se ignoró el peso del castigo y sin causas aparentemente justificadas comenzaron a proliferar hechos marcados como verdaderos delitos y cuyos protagonistas eran policías en el ejercicio de sus funciones.

Muchos casos se han venido registrando y son parte de un "estado de corrupción institucionalizada", como lo definen observadores y analistas que recogen además las opiniones de una ciudadanía alarmada por las condiciones en que se involucran guardianes del orden y de la seguridad ciudadana, en delitos que deberían ser combatidos por estos y que ahora aparecen mezclados en el montón de los infractores de la ley y la seguridad colectiva.

Como un factor más, inclinado a problemas de orden interno, surgieron casos especiales en los que "órdenes superiores" daban cuenta de favoritismos en los rubros de ascensos, orden de destinos, designaciones de jefaturas, manejo de procesos internos y, en otro nivel, una abierta postergación en los derechos de lograr mejores situaciones en la estructura de mando y del aprovechamiento de ciertos beneficios que son propios de nombramientos en cargos donde se obtienen réditos extraordinarios para pagar la factura de favores prestados o recibidos. Por tratarse de un esquema "interno" las cosas se manejan en ese mismo nivel.

Lo lamentable del proceso en curso, es que desde mandos superiores, se comprometieron a subordinados inferiores, con órdenes muy claras para cumplir misiones de riesgo, pero que de alcanzar objetivos trazados, permitía una "lluvia" de beneficios que mojaba a muchos comprometidos en el chaparrón. Más parece que añadida cierta circunstancia de injusticia u omisiones distributivas, abrió la codicia de algunos uniformados del verde olivo para actuar por su cuenta, llegando a delinquir abiertamente, como en los casos de contrabando u otros en que sólo "hacer la vista gorda" ya tiene una buena recompensa. Así se incrementaron los casos de corrupción y el desorden en la entidad policial.

Los jefes policiales no han desmentido ciertas alusiones vertidas al interior de la institución, reconociendo la existencia de padrinazgos de orden interno pero también de origen externo, cuando los compromisos políticos contribuyen a la descomposición institucional y someten a jefes policiales al cumplimiento de acuerdos contraídos que se enredan en una maraña administrativa, donde además se corrompen los valores profesionales de policías y ese ejemplo llega a las clases de bajo rango, pero que igualmente comprometen a la institución, pues se trata de delitos cometidos por uniformados.

Lo grave del problema es que para la colectividad, su Policía ya no es la institución que la defienda, la seguridad ciudadana está en riesgo y la situación de la colectividad en latente peligro, mientras no se den condiciones públicas a través de las cuales se recupere honra y prestigio institucional, sin compromiso político de ninguna instancia, pero con una valoración estrictamente vocacional para recuperar policías dignos de su profesión y orgullosos de su institución.

Fuente: LA PATRIA