"Una vez que salen de su hábitat natural, se desorientan y se vuelven muy vulnerables porque son muy lentos, son incluso más lentos que las tortugas", explicó Correa, que preside la Asociación Panamericana para la Conservación (APPC), la ONG que está a cargo del santuario.
Su lentitud -apenas alcanzan los 0,25 kilómetros por hora y tardan casi 5 minutos en atravesar una carretera de dos carriles- les expone a un sinfÃn de amenazas como atropellos o mordeduras de perro.
La mayorÃa de los perezosos que pasan por el centro han sido rescatados por guardas forestales o ciudadanos anónimos cuando estaban perdidos en zonas urbanas y que, tras pasar 48 horas en exploración, son devueltos a la selva.
Otros, como Mandy o Naos, requieren cuidados especiales de por vida y serÃan incapaces de vivir en libertad.
"Le tuvimos que amputar la pata derecha porque tenÃa una gran infección. Mandy es un caso fuera de lo normal porque hay muy pocos perezosos que sobreviven a las amputaciones", aseguró el biólogo.
Unos niños del interior panameño lo usaron como balón para jugar al fútbol y le ocasionaron una lesión en la columna vertebral que tiene muy mal pronóstico: "Ã?l está poniendo mucho de su parte, pero su recuperación va a ser muy difÃcil", reconoció una de sus cuidadoras.
Los perezosos, que no alcanzan el metro de longitud, son la máxima esencia de la vagancia. Duermen cerca de 18 horas al dÃa y pueden pasarse horas colgados boca abajo de una rama. Poca gente sabe, sin embargo, que son unos excelentes nadadores.
Se les considera además los "jardineros de los bosques tropicales" porque sanean las copas de los árboles y juegan un papel importante en la dispersión de semillas.
En el mundo existen seis especies de perezosos, que se dividen en dos grandes familias: dos dedos y tres dedos. El único que de momento está en peligro de extinción es el perezoso pigmeo de tres dedos, que ya solo se encuentra en una isla paradisiaca del Caribe panameño llamada Escudo de Veraguas.
"La gran amenaza somos los humanos. El desarrollo urbano es el que está matando a los perezosos. Cada vez talamos más árboles", lamentó el biólogo, mientras miraba cómo una voluntaria alimentaba a una crÃa de tres meses con un biberón relleno de leche de cabra diluida.
"Hace unos años la gente veÃa un perezoso y lo mataba a golpes porque habÃa la creencia de que transmitÃan muchas enfermedades. Gracias a Dios poco a poco va habiendo más conciencia por parte de los ciudadanos, pero lastimosamente no de los Gobiernos", concluyó el cientÃfico.
Fuente: Panamá, (EFE)
Para tus amigos:
¡Oferta!
Solicita tu membresÃa Premium y disfruta estos beneficios adicionales:
- Edición diaria disponible desde las 5:00 am.
- Periódico del dÃa en PDF descargable.
- FotografÃas en alta resolución.
- Acceso a ediciones pasadas digitales desde 2010.