Desde hace tiempo, la sociedad civil vive diariamente interesada en su propia subsistencia y por lo mismo está interesada en la marcha del Estado, en la polÃtica que se desarrolla con fines sociales, en el gasto público y el buen uso de los recursos que en realidad son del pueblo, pero que mayormente pasan desapercibidos en su uso y utilidad práctica, justamente por falta de adecuada y oportuna información oficial.
Muchas cosas se desconocen hasta que alguien pone el dedo en la llaga y salta la parte mala de transacciones, gastos indebidos, no autorizados, excesivos y sin rendición de cuentas al final del usufructo. Cuando se descubre el hecho, puede que haya pasado buen tiempo sin levantar sospechas, pero en materia de gastos irregulares, más tarde o más temprano, las cuentas deben aclararse.
Lo que sucede en la administración pública es que no hay polÃticas de información regular, esa responsabilidad se concentra en las cabezas de gestión, empezando por el Primer Mandatario, el Vicepresidente y algunos ministros, ejecutivos de las Cámaras Legislativas y posiblemente algunos funcionarios de cierta proximidad con las "capas mayores".
Asà transcurren muchas gestiones, buenas, regulares o malas, con gastos justificados, por lo mismo relievados en discursos, boletines, videos y lanzados a las redes sociales, lo que no pasa cuando se trata del uso arbitrario de ciertos fondos cuyo destino es forzado y guardado en reserva, hasta que salte la liebre, generalmente de oposición.
Las cosas se manejan de ese modo en nuestro Estado polÃtico, por lo mismo la opinión pública se sorprende con denuncias sobre "supuestos malos manejos", cuando ese proceso pudo evitarse con una apropiada rendición de cuentas, limpia y acorde al tiempo y espacio de su uso
PeroÂ?y los peros a las cuentas suman y se multiplican, por supuesto con cifras que alarman por su destino y por la poca eficiencia en su gasto, debido especialmente a la falta de control o directamente por autoritarias disposiciones que contravienen las normas legales del gasto público y el sometimiento a una elemental auditorÃa obligada y eficiente.
El asunto pasó a la convocatoria del ministro de área para que informe sobre los gastos del tema marÃtimo, en la instancia parlamentaria. Sucedió lo de siempre, el ministro interpelado utilizó su tiempo con argumentos que no aclararon lo que desea saber la colectividad, pero salió con aplausos, dejando interrogantes sobre gastos realizados.
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