¿Son distintas la delirante polÃtica de Maduro o López Obrador, y la polÃtica liberal de Macri o Piñera?: son distintas en cuanto a la forma, no en cuanto al fondo, porque ya el Papa PÃo XI en la encÃclica «Divini Redemptoris» señalaba que todas las formas ideológicas presentes en estos tiempos son hijas del liberalismo: llámese democracia liberal, totalitarismos, socialistas o comunistas, nazis o fascistas, dictaduras de un partido único o populismos.
Ergo, hoy los Estados antes cristianos generan leyes gravemente injustas. Asà en Argentina con Cristina Fernández no se habÃa dado paso a la legalización del aborto. Macri en campaña, habÃa prometido respetar la vida «desde la concepción a la muerte natural», sin embargo, luego de engatusar al electorado pro vida, promovió el debate por el aborto en Argentina. Previamente, sin embargo tanto Cristina Fernández como los gobiernos chilenos de «izquierda» o «derecha» dieron paso a la ideologización de la niñez y la juventud con programas de «educación sexual» promoviendo anticonceptivos y una sexualidad precoz.
«Hubo un tiempo en que la filosofÃa del Evangelio gobernaba los Estados, entonces aquella civilización propia de la sabidurÃa de Cristo y de su divina virtud, habÃa compenetrado todas las leyes, las inteligencias, las costumbres de los pueblos, impregnando todas las capas sociales y todas las manifestaciones de la vida de las naciones. Tiempo en que la Religión fundada en Jesucristo estaba firmemente colocada en el sitial que le correspondÃa en todas partes, gracias al favor de los prÃncipes y la legÃtima protección de los magistrados. Tiempos en que el sacerdocio y el poder civil unÃan armoniosamente la concordia y la amigable de mutuos deberes.» (Papa León XIII, EncÃclica «Immortale Dei».
Por otra parte, el pensamiento tradicional de la Iglesia, siempre y especialmente en los Documentos Pontificios de la última centuria, desde Gregorio XVI hasta Summi Pontificatus de PÃo XII no deja de enseñar que la civilización cristiana resulta de la unión substancial de la Iglesia -forma sobrenatural universal, necesaria para la salud eterna y temporal de los pueblos- con los Estados, que son la realidad más alta del orden natural. Iglesia y Estado, Sacerdocio e imperio, altar y trono, cruz y espada, he aquà las dos sublimes realidades, encarnación la una de lo sobrenatural y la otra de lo natural, de lo eterno y de lo temporal, que deben asociarse para que haya paz en los pueblos.
En general la llamada clase polÃtica responde más a intereses ideológico partidarios mezquinos, que a la búsqueda del bien común.
Tenemos el derecho y la obligación de defender lo bueno y lo verdadero ante la sociedad para procurar que la verdad y el bien se reflejen en las leyes. No todo lo legislado democráticamente tiene la garantÃa de ser justo.
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