Domingo 18 de julio de 2010
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Editorial y opiniones
¿Es o no es verdad?
DE LA TRIBU A LA ALCALDÍA
18 jul 2010
Por: José Gramunt de Moragas, S.J.
En vísperas de las fiestas julianas se trenzó una pelea entre el alcalde paceño, Luis Revilla (MSM), y el Gobernador del departamento, César Cocarico (MAS). Cada uno de ellos pretendía tener la exclusiva en la organización y disfrute de esos festejos. Lo que les diera mayor grado de protagonismo: ¿El alcalde “Sin Miedo” o el gobernador “masista”? Y en una última hipótesis ¿no sería Don Evo quien encendería la tea de Murillo? Como si todo hubiese sido preparado, así fue: Evo les robó el papel a los otros dos.
La fiesta del 16 de julio es de La Paz “y nada más”, en memoria del protomártir. Por cierto, varias ciudades latinoamericanas se discuten la exclusiva del grito libertario. En esta ocasión, cuando menciono a La Paz, me refiero pues a la ciudad, sede del Gobierno y no al departamento, hoy llamado con legítimo bombo y platillo, gobernación. Esta última deberá buscar su fecha propia que estará inevitablemente relacionada con la autonomía.
De todas maneras el torcido episodio patriótico del 16 de julio me lleva a considerar algunos retazos de la historia urbanística. Sea cual fuere el primer asentamiento de lo que fue después la sede del Gobierno, es sabido que las concentraciones humanas de origen milenario nacieron por la necesidad del hombre primitivo de agruparse para ayudarse en el establecimiento de una colectividad habitable y defenderse de los enemigos, fueran los fenómenos naturales o las rivalidades tribales. Pasarán muchos siglos para que esas agrupaciones fueran progresivamente creando niveles superiores de sociabilidad. En la alta edad media europea progresa el asentamiento urbano que llamamos burgo al impulso de los gremios. Desde los campesinos que llevan los productos de la tierra al mercado (que se asienta en la plaza mayor), pasando por los herreros que fabrican y calzan con herraduras a las cabalgaduras, los artesanos que dan el nombre de la calle donde se instalan: calle bordadores, calle de platerías, calle del comercio, calle de talabarteros, de taberneros, de los estudios (escuela)… y de todos los santos y santas que figuran en el santoral católico. El variado plano de la ciudad era apretado. Las plazas, escasas y las calles angostas, porque la construcción militar de la muralla no permitía aflojar el cinturón defensivo que las protegía.