Las dimensiones del currículo de educación superior tienen que ver con la formación integral del alumno y del docente, porque este último no deja de aprender aún conociendo o dominando su materia de enseñanza-aprendizaje. Cada una de éstas se puede explicar de la siguiente manera, sin necesariamente ser absolutistas en el rigor de los términos que siempre, por ley de la ciencia, deben ser sometidos a debate:
1. La dimensión académica se refiere a la formación científica del estudiante para que pueda generar nuevo conocimiento a partir del desarrollo de la ciencia moderna entendida en el sentido creativo de Albert Einstein, sin pretender que sea la única referencia. Son conceptos, pero también métodos arraigados en un campo restringido, el de la formación de cualidades de transformación viviente.
2. La dimensión laboral implica una función fundamental del docente o educador que no solamente debe generar transmisión de información y reproducir conocimiento, sino preparar al alumno para su desempeño laboral en las mejores condiciones posibles y, ésta, es una tarea principal en el caso de universidades privadas, ya que los estudiantes se forman y conforman, pagando por ello, en un mercado, a fin de desenvolverse en un lugar de difícil acceso y, además deben, por ley de vida, mantener un hogar con condiciones decentes para su prole, con el perdón del término antropológico. Y algo parecido se presenta en las universidades públicas con diferentes matices.
3. La dimensión metodológica está relacionada con la situación de que ningún esfuerzo educativo de enseñanza superior, cualitativamente mejor a las opciones del pasado, sería posible sin un método, camino o vía teórica; los que tienen que ver con una estrategia metodológica en lo general y en lo particular con métodos concretos. El estudiante tiene que pensar, está obligado por su razón de formación, críticamente y reflexionar sobre su propio proceso de adquisición o aprehensión de conocimiento ya que éste es dinámico y no se debería anclar en estructuras temporales.
4. La dimensión investigativa concilia al estudiante con el propio docente y se basa en que el primero no está para recibir un conocimiento muerto. La obligación de ambos o muchos es investigar la esencia de los problemas y buscar su resolución, tarea no fácil en tanto y en cuanto se encuentra con fobias de conocimiento de las dos partes. Y aquí se debe entender que el proceso de enseñanza-aprendizaje es un asunto de dos o más individuos o personas. Se debe investigar para descubrir cosas nuevas a fin de transformar la sociedad en el sentido positivo del término.
5. Y la dimensión de extensión comunitaria, gracias a las ONG´s europeas y norteamericanas, a pesar de que no es irrelevante, considera que si el profesional no sirve productivamente a la sociedad entonces no se justifica como ser humano en su formación. La sociedad contribuye a formarlo en sus capacidades disímiles, a veces individualistas, por el género de conocimiento, y el receptor de ideas debe volver, al menos en parte, a la comunidad que le hizo nacer y le cobijó en sus años de formación, pero él debe devolver algo de mucho a la sociedad que le ampara. Un profesional exclusivamente monetarista hace posible la destrucción de valores, hecho que no se constituye en el objetivo de su formación que debe ser principalmente principista.
Todas y cada una de las dimensiones se encuentran con una caracterización propia que les impide vivir separadas porque perderían su esencia de un currículo moderno. Y su cualidad fundamental se encuentra en su inclusión estructural: no pueden existir separadas.
(*) Politólogo
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